Génova recibe con frialdad la última iniciativa de Aguirre
Pizarro dirigirá la ‘fiscalía anticorrupción’ del PP de Madrid sin el visto bueno de Cospedal
La hiperactividad de Esperanza Aguirre en los últimos días, sospechosa para los marianistas con el PP en plena marejada por los escándalos de corrupción que afectan al partido, puso ayer a prueba los nervios de María Dolores de Cospedal. La secretaria general del Partido Popular demostró que la comunicación interpersonal no es uno de sus fuertes al ser preguntada por si la dirección nacional del partido compartía la iniciativa del PP de Madrid de contar con un fiscal anticorrupción.
Después de tres segundos de silencio y autocontrol que parecieron eternos, Cospedal recalcó que España ya cuenta con una Fiscalía Anticorrupción y recordó que los Estatutos que el PP aprobó en su Congreso de Sevilla el pasado febrero “permiten hacer un control muy exhaustivo de cómo se tienen que realizar las cosas”. Justo unas horas antes Aguirre, presidenta de los populares madrileños, había confirmado a Manuel Pizarro para cumplir tal labor en sus dominios. El expresidente de Endesa y vocal del comité ejecutivo de la formación madrileña se lo pensó el fin de semana y finalmente aceptó la propuesta.
La respuesta de Cospedal evidencia los recelos internos que sacuden la formación, muy cuestionada por los escándalos que rodean a Luis Bárcenas, el hombre clave en las finanzas del partido durante dos décadas. Mientras el resto callaba o echaba balones fuera, Aguirre fue la primera dirigente popular que reclamó “una investigación interna caiga quien caiga”. Ayer mismo Aguirre volvió a declararse indignada con la corrupción, “al igual que el resto de políticos honrados que hay en España”, y ensalzó a Pizarro “como un excelente presidente de asuntos internos del PP de Madrid”. “Es una persona absolutamente intachable”, añadió antes de acudir al Comité Ejecutivo Nacional e irse de allí a la peluquería. Pizarro fue el fichaje estrella de Mariano Rajoy para las elecciones generales de 2008 y dejó su escaño en 2010 tras dos años de escasa actividad.
El protagonismo de Aguirre coincide con el perfil bajo que ha mantenido Ignacio González, su heredero en Madrid, tras la polémica generada en torno a la propiedad del ático de Estepona en que veranea desde hace años. González, con varios frentes abiertos con Génova y La Moncloa (sistema de financiación, euro por receta), reconoció la semana pasada que lo compró en diciembre por 770.000 euros. “En la séptima planta [de Génova] andan demasiado pendientes de la primera”, observan fuentes del PP de Madrid sobre la dirección nacional.
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