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Nueva sucesión dinástica en un municipio ourensano

La hija del sempiterno alcalde de Vilamartín se hace con el bastón de mando tras derribar a los socialistas con una moción de censura

Dos veces alcaldesa de Vilamartín de Valdeorras, pero ninguna elegida en las urnas. María Jesusa Candal, hija del empresario y exalcalde baltarista Jesús Candal, es desde ayer regidora de esta localidad ourensana gracias a una moción de censura presentada contra el socialista Enrique Álvarez. La moción, impulsada por el PP y apoyada por dos de los tres ediles de Alternativa Popular Galega —una escisión de baltaristas enfadados con el exbarón—, salió adelante en medio de los gritos de 300 enfurecidos vecinos. Esta sesión plenaria pone fin a 18 meses de gobierno socialista en minoría, tras ganar las últimas elecciones locales por 38 votos.

 “Lo quitaron como en el 36”, reflexionaba, entre gritos y abucheos, una cabizbaja vecina octogenaria. Enrique Álvarez, el alcalde saliente, y Augusto Sierra, último regidor de la República, fueron los dos únicos socialistas al frente de este Ayuntamiento. El primero, expulsado con esta moción. El segundo, fusilado en 1936. Candal padre ordenó la villa durante 36 años: desde la caída del régimen y hasta 2009, cuando falleció en medio de un proceso judicial por prevaricación. Y como en la Diputación ourensana, el bastón de mando pasó de padre a hija hasta las últimas elecciones. Los Candal convirtieron Vilamartín en su feudo durante cuatro largas décadas. Paralelamente levantaban la Fudación Valdegodos, un gran conglomerado empresarial que gestiona residencias de ancianos por toda España.

El 80% de los vecinos han firmado un manifiesto contra la moción de censura. Fue necesaria la presencia de una veintena de miembros de la Guardia Civil para proteger a la nueva corporación municipal. Tras el pleno abandonaron el pueblo en una furgoneta con cristales tintados. “Es una perversión de la democracia”, gritaban unos. Otros pedían elecciones anticipadas. El enfado vecinal se tensionó hasta el máximo cuando, minutos antes de comenzar la sesión, el local social de Santa Lucía fue desalojado por una amenaza de bomba. Los cuatro concejales del PSdeG, incluido el alcalde saliente, abandonaron la sala rodeados de vítores, besos y hasta lágrimas. El propio padre de la ahora alcaldesa llegó a afirmar en una ocasión que su hija “no es de fiar”. Fue en 2008, cuando ninguno de los cinco concejales del PP por aquel entonces acudió a un pleno convocado por Candal padre. Entre los ausentes, su propia hija, que impulsó un enfrentamiento interno en el grupo popular contra su progenitor. Todos llevan el baltarismo en la sangre. En la sede de la empresa familiar, frente a la puerta principal, hay un gran pedestal con un busto de Baltar padre en honor al “benefactor” de la villa. El puente que atraviesa el río Sil a su paso por Vilamartín lleva el nombre del exbarón ourensano. Y como él, los Candal convierten el poder municipal en un ejercicio de sucesión dinástica.

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