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SITUACIÓN LABORAL

200.000 trabajadores se asoman al abismo salarial

UGT advierte de que en julio pierden muchos derechos en base a la falta de renovación de los convenios

Pedro Gorospe
Dámado Casado y Unai Sordo delante de una protesta de trabajadores, en Bilbao.
Dámado Casado y Unai Sordo delante de una protesta de trabajadores, en Bilbao.santos cirilo

La cuenta atrás de la ultraactividad ya está en marcha. Los trabajadores y las patronales sólo disponen de seis meses para introducirse en un escenario de pérdida de condiciones laborales masivas. En julio, los trabajadores que no hayan renovado su convenio y se cumpla un año de prórroga, perderán la seguridad jurídica de los acuerdos colectivos y los empresarios podrán fijar sus nuevas condiciones salariales y de jornada, según el convenio estatal de referencia, si lo hay, y si no, con relación a las mínimas que establece el Estatuto de los Trabajadores. “En julio llega el abismo, pues pongámonos manos a la obra, pactemos”, emplaza el director de Relaciones Laborales de la patronal vasca Confebask, Jon Bilbao.

 “Lo del abismo salarial puede sonar muy melodramático”, advierte la secretaria de acción sindical de UGT, Maribel Ballesteros, “pero todos los informes que hemos pedido a expertos juristas y a catedráticos de derecho laboral” confirman que el empresario tendrá capacidad para modificar las condiciones de sus empleados a las que marque el nuevo convenio de referencia.

Si finalmente es de aplicación el Estatuto de los Trabajadores, el recorte salarial puede ser muy fuerte ya que se referencia al Salario Mínimo Interprofesional, y la ampliación de la jornada podría llegar hasta las 40 horas semanales, en algunos casos, cinco más a la semana.

Efectivamente, el siete de julio patronal y sindicatos se van a adentrar en un terreno por el que jamás han transitado. Y en esas arenas movedizas se van a quedar atrapados 200.000 trabajadores que no han renovado sus convenios y a los que la ultraactividad se les acaba el día de San Fermín.

La patronal habla de nueva “estructura sectorial en la que seguimos creyendo"

A lo largo de estos últimos treinta años la negociación colectiva ha funcionado como un mecanismo de redistribución de rentas que prácticamente garantizaba el mantenimiento del poder adquisitivo de los trabajadores y los protegía de los ciclos económicos y de los fracasos de las negociaciones.

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Ahora, unos y otros observan con preocupación el fin del actual modelo de relaciones laborales que ya se ha producido, pero que en julio ganará visibilidad. Con más de 169.000 parados en Euskadi, 200.000 asalariados que en julio pueden perder una parte de sus sueldos y otros 400.000 que siguen sin renovar sus condiciones, 2013 se presenta como un año extremadamente complicado también en ese ámbito.

La segunda reforma laboral de Mariano Rajoy recortó la vigencia de la ultraactividad de dos —que fijó la primera— a un año. La ultraactividad ha sido duramente criticada a lo largo de los 30 últimos años por la patronal. Según defiende, supone de hecho “una cláusula de bloqueo”. Es decir, si los sindicatos se cierran en banda en la negociación del convenio, la ultraactividad les garantiza que mantienen las últimas condiciones firmadas aunque hayan perdido vigencia.

Rajoy ha invertido la situación. A partir de julio de este año si no hay acuerdo entre el comité de empresa —o la patronal en el caso de los convenios sectoriales— las condiciones laborales decaerán al dejar de tener la protección del convenio colectivo, —pasarán a ser individuales— y según los informes jurídicos encargados por UGT serán los empresarios los que tengan en su mano “el mecanismo de bloqueo”. Si es la patronal la que no negocia, los trabajadores serán “degradados” al convenio estatal o al Estatuto.

“Nosotros también estamos muy preocupados por el panorama que abre ese aspecto de la reforma, porque es totalmente desconocido para todos”, asegura Bilbao, “pero vemos el cambio de las reglas de juego como un acicate a la negociación”.

El cambio de esas reglas derivado de las sucesivas reformas laborales que acometieron primero el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y después Mariano Rajoy, está provocando el mayor bloqueo de la negociación colectiva de la historia.

Son casi medio millón ya los trabajadores que tienen sin renovar sus condiciones laborales y de ellos 200.000 pierden en julio sus referencias de convenios, si hasta entonces no llegan a acuerdos.

El principal problema es que la gran mayoría de esos 200.000 trabajadores son de pequeñas empresas entre 2 y diez empleados con capacidad nula para modificar sus condiciones si no hay un convenio sectorial o provincial que les resguarde. La situación es especialmente dura en Gipuzkoa, donde 90.000 trabajadores, casi la mitad del total se van a ir directamente al Estatuto de los trabajadores ya que de los 34 convenios que les afectan 22 desaparecen y no tienen referente estatal, precisa UGT.

“El que muchos trabajadores se vayan a quedar sin convenio es inexorable”, asegura Bilbao “por lo que hay que ponerse a negociar de forma inmediata, pero claro, siendo plenamente conscientes de que el marco ha cambiado”.

La patronal advierte que la negociación no puede centrarse en recuperar “la capacidad de bloqueo”, sino en otros muchos aspectos que tienen que alumbrar la nueva “estructura sectorial en la que seguimos creyendo y confiando”, precisa el responsable de las relaciones laborales de Confebask.

Una nueva estructura que según dice pasa por flexibilizar el marco hasta dejar margen de concreción a las empresas en base al papel que les atribuye la nueva regulación, pero en el que se puede pactar “incluso la ultraactividad”, sostiene.

El problema añadido al del cambio de marco es que se ha producido por decreto ley y en el peor momento posible. Trabajadores y empresarios se juegan prácticamente la supervivencia. En un escenario de pérdida de empleo y de cierre de empresas también desconocido, la incertidumbre ha dado paso al bloqueo. “Hoy el mantenimiento de un convenio es un hecho inusual. ¿Para qué van a negociarlo si va a decaer tarde o temprano y es más barato?”, se pregunta Ballesteros. Bilbao responde: “¿Para qué iban a negociarlo antes si no decaía su vigencia?”

“Dejar en manos de los empresarios la fijación de las condiciones como hace la reforma es dejar a muchísimos trabajadores sin nada”, dice Ballesteros.

“Todos estamos sometidos a una vorágine de cambios pero nos la jugamos con estos cambio. Nuestra razón de ser es la negociación colectiva. La sacamos adelante con ultraactividad indefinida en el pasado y lo tenemos que hacer ahora con ultraactividad tasada. Esto nos legitima o deslegitima a todos”, concluye Bilbao.

Unos y otros reciben cuantiosa financiación pública para desarrollar diversos programas relacionados con el empleo.

El partido se encuentra en un momento de máxima dureza y tensión. “En plena crisis más del 70% de los asalariados que quedamos el pie tenemos las condiciones sin renovar, y los convenios atascados o a punto de morir”, dice Ballesteros. “Centrar la negociación en recuperar para los sindicatos ese mecanismo de bloqueo no es una opción”, advierte Bilbao.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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