Humanismo y medicina
Sus reivindicaciones políticas descansaban en criterios de libertad
Con el fallecimiento del doctor Moisès Broggi desaparece una de las figuras más relevantes de la medicina y el humanismo de Cataluña. Por su proyección internacional y por su compromiso ideológico, que constituye un valor claramente aceptado y valorado en todo el mundo de la ciencia, de la academia y de la intelectualidad. Su historia refleja un compromiso constante con las causas de la sociedad a la que quiso servir en todo momento. Su vocación fue, ciertamente, la medicina, pero ya desde su inicio le correspondió servirla en condiciones tales que favorecieron a la vez el progreso de la cirugía con un fondo humanista y de servicio a la libertad que le constituyeron en un gran referente.
Moisès Broggi fue un discípulo aventajado de Joaquim Trías Pujol, eminente cirujano, con una de cuyas hijas, Angelina, contrajo posteriormente matrimonio. Al lado de su suegro aprendió de la cirugía más moderna y tuvo la oportunidad, dramática oportunidad, de experimentar durante la Guerra Civil las más avanzadas técnicas del tratamiento de los heridos en el frente. En esta tarea, junto a los milicianos de las Brigadas Internacionales, construyó grandes amistades y, a la vez, contrajo compromisos públicos de carácter ideológico que le marcaron durante el resto de su vida. Como consecuencia de este compromiso y de su servicio más estricto a los derechos del paciente fue perseguido y repesaliado después de la Guerra Civil, viendo postergada su carrera a una mera función profesional, negándosele el acceso que en otras circunstancias hubiera podido tener al mundo universitario. Durante esta larga etapa de la posguerra, superando los obstáculos de su marginación, se constituyó en uno de los cirujanos catalanes más respetado por todos sus colegas. Destacaba su capacidad de estar al tanto de los más modernos avances en el mundo de la cirugía y, a la vez, su proximidad a los pacientes, no olvidando en ningún momento la necesidad de ganar su confianza para lograr el éxito del tratamiento.
Con la edad, la figura de Moisès Broggi fue ganando dimensión social, cívica y humanista. La sociedad catalana aprendió a encontrar en él las opiniones libres de un hombre libre; un hombre desacomplejado que ponía su inteligencia al servicio de la sociedad, adaptándose a su evolución, sensible a sus cambios pero siendo siempre el autor último de sus reflexiones. Mucha gente encontró en sus opiniones el reflejo de lo que íntimamente pensaba pero que necesitaba del aval de una figura como Broggi para sentirse seguro y sólido en su propia convicción.
Moisès Broggi era el humanista de contenido profundo pero a la vez de simple expresión; era el maestro a quien en su pequeña embarcación, Nausicaa, en Port de la Selva, le encantaba debatir sobre cualquier cosa, en presencia de sus hijos y nietos y siempre con la compañía fiel de su amigo Cintet, uno de sus grandes interlocutores dialécticos del propio Broggi, además de algunos vecinos marineros.
El Moisès mayor, que nunca llegó a ser viejo, adquirió en la reflexión humanista su gran y última dimensión. Y en los últimos tiempos quiso sumar su voz a las reivindicaciones nacionalistas más sinceras, haciéndolas descansar no en criterios políticos sino en criterios de libertad y humanismo. Para Broggi, la libertad de Cataluña no era distinta a su propia libertad. Defendía sus derechos como defendía los del país, sin ningún tipo de acritud, incluso diríamos cariñosamente. Y esto era más convincente que algunas soflamas cargadas de tonalidad agresiva que no conseguían el convencimiento pacífico que las palabras de Broggi siempre comportaban.
Padre de una familia numerosa, guardó con sus hijos una especial relación de respeto; cada uno era lo que quisiera ser y en el respeto a esa personalidad él encontraba su satisfacción. Seguramente, en este ejercicio la figura de Angelina, su mujer, ha jugado un papel fundamental; tanto en lo familiar como en la constante compañía y solidaridad que le mostró durante toda su vida, asumiendo los compromisos del marido como los suyos propios.
Cataluña pierde un gran hombre; la ciencia, también, singularmente la medicina; pero el humanismo tiene el riesgo de perder una referencia indiscutible que no querríamos ver desaparecer de nuestra memoria colectiva.
Miquel Roca i Junyent es abogado y fue diputado de CiU y ponente de la Constitución.
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