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Almería aún espera a Clint Eastwood

Un libro sobre el festival de cortos recoge anécdotas de actores que alguna vez visitaron la ciudad

Clint Eastwood y el almeriense Antoñito Ruiz en 'La muerte tenía un precio' (1965).
Clint Eastwood y el almeriense Antoñito Ruiz en 'La muerte tenía un precio' (1965).

Faye Dunaway, Eli Wallach, Ernst Borgnine, Geraldine Chaplin, Ursula Andress, Rachel Welch, Claudia Cardinale, Mercedes Sampietro, Richard Lester o Giuliano Gemma han sido los rostros visibles de los 10 años de historia del Festival Internacional de Cortometrajes Almería en corto. Detrás de todos ellos siempre hay una anécdota ya sea confesable o no. Se tienen muchos datos cuando se está en el backstage de un evento de estas características con una duración de más de 10 días.

Todo ello lo cuenta el que fuera director de comunicación del festival durante una década, el periodista Antonio Sánchez de Amo, en su libro Clint Eastwood jamás regresará a Almería, de Lagarto Editores, empresa fundada por el cineasta almeriense Manuel Martín Cuenca –director de La flaqueza del bolchevique, Goya al Mejor Guión y Actriz Revelación en 2003, y Malas temporadas, Goya a la Mejor Actriz en 2005-.

A través de sus 180 páginas –disponibles online y prologadas por el también cineasta Felipe Vega- descubrimos que Charles Chaplin estuvo interesado en rodar en Almería o, al menos, en conocer al detalle las peculiaridades de los poblados del oeste del desierto de Tabernas que popularizó el maestro Sergio Leone en sus spaguetti western por los que saltaron a la fama figuras como Clint Eastwood, entre otras. Así se lo dijo el genio Chaplin a su hija Geraldine quien, nada más poner pie en Almería en diciembre de 2008, pidió ir a los poblados para cumplir el deseo de su padre aunque nunca pudo satisfacerle.

Faye Dunaway arrojó botellas de agua en el hotel que se alojaba por no seguir estrictamente su dieta

En el lado menos dulce del famoseo destaca Faye Dunaway. Sus desplantes hacia la prensa y a los equipos de comunicación y producción del festival eran constantes, relata el libro, salvo cuando se encendía un foco y, entonces, lucía la mejor de sus sonrisas. Su ira también la trasladaba hacia los profesionales del Gran Hotel Almería, lugar en el que se han alojado todas las estrellas, a los que llegó a arrojar botellines de agua por no seguir estrictamente la dieta que ella detallaba cada día. Además, fue la más rácana con el chófer oficial del festival al que dio de propina 20 euros. No como Raquel Welch, que le dio 100. Welch fue la más exigente en cuanto al cuidado de su imagen. El cuerpo solicitó una serie de accesorios técnicos indispensables para procurar rejuvenecer su aspecto durante la sesión fotográfica y de entrevistas que supusieron a la organización un gasto extra de 2.000 euros. Cualquier negativa o paso en falso hubiese supuesto el regreso inmediato de la ex sex simbol a USA.

Las estrellas femeninas más laureadas por su trato fueron Ursula Andress y Claudia Cardinale. Esta confesó, en su visita en 2004, que su adicción al tabaco se remontaba a 1964 durante el rodaje de Sandra, cuando Visconti quiso que su personaje fumara. “Desde entonces no he parado”, reconoció.

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Raquel Welch le dio 100 euros en propina al chófer oficial del festival

En cuanto a los actores, Eli Wallach se llevó la palma. El entrañable Tuco, el feo de El bueno, el feo y el malo, de Leone, se llevó al público y a la organización de calle. Además, consiguió que el festival estuviera lo más cerca que nunca ha estado de Clint Eastwood, astro cuya presencia reclaman cada año y al que es imposible hacer brillar en Almería. Wallach llamó desde la suite del Gran Hotel a Eastwood, le informó de su presencia en Almería y le animó a hacer lo mismo. Saben que es imposible por diferentes y enlazados motivos que se desvelan, precisamente, en el libro. Sin embargo, su presencia siempre será una quimera y su imagen va ineludiblemente ligada al desierto de Tabernas. Lo dijo Faye Dunaway al recoger su premio homenaje en la gala. “Sin Almería no habría Clint Eastwood”. Aún se le espera. “Ojalá regrese sólo para llevarnos la contraria por el título”, reclama Manuel Martín Cuenca.

El periodista Antonio Sánchez de Amo también recoge, de manera contrastada, otros detalles que rodean al festival, como las críticas a los gastos superfluos para satisfacer a las estrellas, la ingente repercusión mediática en sus diez ediciones o el destacar de otros aprendices de estrella: los políticos. “Este libro es mi verdad y no quiero que sea bandera de nada ni de nadie. No escribirlo, hubiese sido un hurto a Almería”, considera el autor alejado ya de la organización desde que entrara el nuevo equipo de Gobierno (PP) en la Diputación Provincial, administración que organiza el certamen. Éstos han hecho desaparecer de la galaxia de Internet cualquier atisbo de vida de las ediciones anteriores. Con suerte, se cuenta con este libro.

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