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A tomatazos en Bruselas

La Tomatina de Buñol presume de popularidad con una exposición en el Parlamento Europeo Una localidad de Corea del Sur, conocida por su festival del lodo, se hermana con la fiesta roja

Cristina Vázquez
En primer plano, el cartel de la exposición en el Parlamento Europeo.
En primer plano, el cartel de la exposición en el Parlamento Europeo.

Cuando hace dos años presenciaron la Tomatina, fiesta que ha colocado a la localidad valenciana de Buñol en el mapa, la delegación de Boryeong, ciudad de Corea del Sur, se quedó impresionada por su potente atractivo. Los turistas de hasta 50 países se disputan cada último miércoles de agosto un palmo de suelo de Buñol para liarse a tomatazo limpio. "Nosotros tenemos una fiesta donde te rebozas en lodo y ellos lo hacen con tomate", dice Gang-Hoan Jeong, responsable de la cátedra de Turismo de la universidad coreana de Pai Chai.

La localidad coreana se inventó en 1998 el Festival del Lodo de Boryeong, que se celebra durante 11 días de julio en la playa de la localidad y que recibe un millón de visitantes de hasta 20 países, sobre todo de EE UU y Australia, entre otros. El paralelismo entre una y otra fiesta es evidente. Los coreanos han encontrado en la Tomatina su festival de referencia en Europa. De la mano de Buñol, quieren darse a conocer en el continente.

Así, la fiesta del tomate, que este año reunió a más de 40.000 personas, ha juntado este martes en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas a autoridades y vecinos de la localidad de Corea y de Buñol en la apertura de una exposición sobre la fiesta roja. El promotor, el eurodiputado socialista Andrés Perelló, ha confirmado la visita de más de 30 eurodiputados de varios países de la Unión Europea. Es algo más que una exposición, dice. "Corea entra en Europa por la puerta de Buñol", comenta Perelló.

Joaquín Masmano, alcalde de Buñol, pone en valor una fiesta considerada un fenómeno de masas. El regidor reconoce que la atracción de la Tomatina se ha disparado tanto que hay que hacer algo para preservar su calidad. Cada año acude más y más gente hasta el punto de que hay que introducir cambios para preservar la calidad de la fiesta.

"Hay cantidad pero falta calidad", reconoce Masmano. Buñol debate desde hace meses el cobro de una entrada para frenar la avalancha de gente a la fiesta. De siete a 10 euros, tantean, pero no hay nada definitivo. "La fiesta la debe pagar el que la consumo", añade el alcalde. El festival del tomate cuesta cada año entre 90.000 y 100.000 euros.

"Sustituimos el lanzamiento de toneladas de tomates durante una hora, por diferentes fotografías que muestran esta batalla sin vencedores ni vencidos", dice Masmano en el programa de la exposición.

Boryeong se ha adelantado a Buñol y cobra en la actualidad por acceder a una zona acotada en la playa para el Festival del Lodo, que cuenta con piscinas y otras atracciones. Rebozarte en el lodo cuesta unos pocos euros al día. Además con el barro han creado una incipiente línea de cosméticos para el cuerpo. El hermanamiento es tal que la localidad coreana planea celebrar una pequeña tomatina durante su festival. Y en Buñol, ¿para cuándo envolverse en barro?

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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