La otra esperanza de Quebec
Un millar de catalanes busca empleo en 35 empresas de la provincia canadiense El principal obstáculo de los candidatos es su escaso dominio del francés
A sus 33 años Marta Vilar ha vivido en Francia, Bélgica y Siria. Ahora, con pareja e hijo, se plantea marchar a Quebec. “Dos o tres años, hasta que pase la crisis”, afirmaba ayer mientras aguardaba para poder informarse sobre la posibilidad de encontrar un empleo como asistente social en la provincia canadiense. Vilar estudió Traducción e Interpretación y Educación Social y ahora está en el paro; su pareja es maquetista pero se gana la vida como camarero. Y ahora, para cruzar el Atlántico, solo pide dos condiciones: “Mejorar la calidad de vida y un salario por encima de los 1.300 euros mensuales.
Como ella, un millar de personas se acercaron ayer al hotel donde se reunían 35 empresas quebequesas interesadas en reclutar personas dispuestas a emigrar a cambio de empleo y nuevas experiencias. Quebec no era ayer la esperanza de un modelo político; solo esperanza laboral ante una creciente e imparable tasa de paro.
El plan de contratación internacional impulsado por su Gobierno ya se ha probado con resultados positivos en París, donde la convocatoria se ha repetido en seis ocasiones, pero la de ayer era la primera vez que llegaba a Barcelona. Ahora ofrecen 996 vacantes que cubrirán con el encuentro en Barcelona y con otro similar que celebrarán en diciembre en París. “Lo único que separa a los dos lugares donde se celebra la jornada es el dominio del idioma”, señalaba Abdellah El Mezem, responsable de promoción de la Oficina de Inmigración del Quebec en París.
El dominio del francés es indispensable para ser candidato y algunas empresas ya sacaron algunas conclusiones sobre ese punto: “Había gente que aseguraba tener un buen nivel cuando concertó las entrevistas que ahora se ha visto que no era así”, afirmaba El Mezem y confirmaban algunos de los entrevistadores presentes en la sala. Un grupo de jóvenes intérpretes sacaba de apuros a más de uno. Pero más allá del obstáculo idiomático, el perfil de trabajador catalán se considera preparado, competente y con tan buen saber hacer como cualquier otro.
El tráfico de currículos fue constante durante toda la jornada. A partir de ahí el proceso de selección no será corto. En la mesa de la aseguradora Standard Life aseguraban que entre la entrevista de ayer y la selección definitiva no pasarán menos de seis meses, a lo que se tendrán que añadir los trámites de las autoridades de inmigración de Quebec.
“Prefiero quedarme que irme, pero mi empresa cierra”, dice un aspirante
Fuera, a la salida del hotel, un ingeniero de telecomunicaciones de 45 años fumaba un pitillo entre una tanda de entrevistas y la siguiente. “Prefiero quedarme que marcharme, pero la empresa en la que trabajo cerrará a finales de año y soy consciente de que la experiencia de vivir en otro país es muy importante” aseguraba, convencido de que era una oportunidad también para sus dos hijos de 7 y 9 años. “Lo que me da pena es por los abuelos”, indicaba con una sonrisa de circunstancias, admitiendo que no les ha dicho todavía que está dispuesto a irse a vivir a 5.500 kilómetros de distancia porque “me tengo que espabilar”.
Las profesiones más requeridas por las empresas presentes en Barcelona eran de analista web, gestores de programa, ingenieros, maquinistas, soldadores y profesores del sector sanitario, especialmente enfermeras. Esa última era la cola más larga que se podía ver en el hotel. Una de las aspirantes, Maria Antònia Freixa, de 40 años, no era la primera vez que participaba en una jornada similar. También estuvo en las jornadas que la región alemana de Rin-Neckar organizó en el Instituto Goethe de Barcelona el pasado mes de julio con el mismo objetivo de captar personal catalán. Los motivos de sus insistencia: su empleo en el Hospital del Mar se ha reducido sustancialmente en poco tiempo. De ocho horas ha pasado a tener una jornada de solo 2,2 horas.
La consultora Dexter IT aterrizó ayer en la capital catalana con solo tres vacantes por cubrir. Olivier Laquiote, su representante, efectuó una decena de entrevistas y creía haber dado “solo” con una persona que casaba con el perfil que buscaba, a la espera de lo que pueda ocurrir en Francia. ¿Merece la pena desembarcar en Europa para contratar a tres personas? “Buscamos un perfil muy concreto y en Quebec, con solo siete millones de habitantes, se está produciendo una competencia muy intensa para encontrar trabajadores capacitados”, respondía.
Inés Martínez de Albornoz, de 32 años, abandonó la sala con las manos casi vacías. Bióloga y pasajista, de su especialidad no habían vacantes y tan solo le pudieron aconsejar que visitara una página en la que buscar trabajo en el país. No es la primera vez que intenta buscar una salida al paro por la vía área. Ya envió currículos a Canadá y Francia para buscar trabajo. “Recibí respuesta, pero negativa.”
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