Concierto incompleto
Micah P. Hinson, incómodo, no lució su salmodia espectral y de recogimiento en Barcelona
No hay mal que por bien no venga, dice el dicho, y la amplitud de Razzmatazz acogió con su comodidad a los espectadores que tenían previsto ver a Micah P. Hinson en las más limitadas dimensiones de la temporalmente clausurada sala Apolo. Una entrada apreciable, en buena medida formada por seguidores incondicionales, saludó la nueva presencia en Barcelona, una de sus plazas fuertes en España, de este cantautor con raíces en el folk y en el country que hace del lamento su seña de identidad.
Micah P. Hinson
Razzmatazz
Barcelona
24 de noviembre de 2012
Esta seña, este distintivo, lo es por partida doble. Se sustenta fundamentalmente en la voz, una voz que en ocasiones recuerda la que un actor haría para expresar dolor interior, desesperanza, melancolía por la felicidad quizás nunca tenida y desasosiego. Jugando a romper esa voz tanto en las tonalidades más graves como en las agudas, pasándose la técnica por salva sea la parte y acentuando casi hasta lo paródico ese vibrar de su garganta, Micah usa la voz como un actor de teatro griego usaba la máscara, como distintivo de un estado de ánimo, para ayudarle, en su caso, a redondear el personaje.
Si la voz ayuda a construir el drama, es el humor, los comentarios entretenidos e irónicos que hace entre tema y tema, los que ayudan a construir la faceta cómica, que en sus historias tiene también vena de drama satírico. Todo esto es alimentado por canciones y comentarios, porque luego es la imagen quien define los flecos que quedan de la personalidad, ofreciendo una figura larguirucha y frágil, aquejada de un baile de San Vito mientras canta, con ese rostro que evoca al de Fido Dido, esas gafas que permiten que de ese rostro sólo destaquen gafas. Ese es Micah, así se ha construido y a sí mismo y así pide ser disfrutado.
Lo dificultó en Razzmatazz el hecho que la mayor parte de sus temas fuesen del nuevo disco que está a punto de aparecer, una colección de rarezas que no parecen que acaben siendo clásicos de su repertorio. Pero la verdad es que, y que no se entienda en sentido estricto, pese a lo importante que resulta redondear buenas canciones, en el caso de Micah no lo es menos esa sensación de ritual, de salmodia espectral, de recogimiento que el artista construye con el conjunto de sus canciones y que en cierto modo parece elevarse sobre la importancia de cada una de ellas. Aún con todo, algo pasó en Razzmatazz, pues extrañamente Micah, que hizo algún comentario ácido sobre los móviles, pareció no estar del todo cómodo y dio por concluido su concierto cuando apenas llevaba hora y veinte minutos. Tras una insistente petición de bis salió él solo y cantó, lejos del micro y con guitarra acústica, una versión del This Land Is Your Land de Woody Guthrie, que cerró un concierto que pareció inacabado.
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