Los investigadores despedidos de Santiago podrán optar a sus plazas
15 de los 17 cerebros superaron la prueba de la Agencia Nacional de Evaluación
Pensaban dedicarse a la hostelería. O al taxi: esos sólidos negocios familiares que permitieron mantenerse a flote a los suyos en los meneos de varias crisis e incluso darles a ellos estudios universitarios. Pero los 17 científicos gallegos de alto nivel —hablan varios idiomas, han publicado artículos científicos en revistas internacionales y pronunciado conferencias sobre sus investigaciones, a las que han dedicado prácticamente toda su vida— del Programa Parga Pondal a quienes la Universidad de Santiago de Compostela (USC) puso en la cola del paro en diciembre de 2011 alegando falta de presupuesto, podrán optar en enero a 15 plazas.
Esto es, 15 de los 17 científicos retomarán, año y pico después de sus despidos, sus interrumpidos trabajos de investigación, de los que alguno era directores, además de 20 tesis en las que ejercían como tutores. La Universidad acaba de recular y aceptar los criterios de contratación que hasta ahora rechazaba.
“Está claro que no se trataba de una cuestión de ajuste presupuestario”, como alegaba el rectorado, sostienen ahora los investigadores, satisfechos con la misión cumplida tras un año de denuncias y reclamaciones, algunas por vía judicial. “Hemos conseguido nuestro objetivo: el derecho a luchar por las plazas”. El rectorado apelaba a cuestiones económicas y estructurales, pero los investigadores repitieron hasta la saciedad que no existía un plan de ahorro.
Dos de estos 17 investigadores de alto nivel de la promoción de 2006 se quedarán fuera. La ANEP (la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva encargada de examinar la calidad científico-técnica de las propuestas de investigación dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad) ha calificado positivamente a 15 de ellos. Para optar a estas plazas, los aspirantes tuvieron que obtener entre 75 y 100 puntos (calificación excelente) o entre 50 y 74 (buena).
Tras un año batallando contra la decisión del rectorado —“unilateral, sin informes ni justificaciones y vulnerando el convenio colectivo de la USC”— de rescindirles los contratos “rompiendo el compromiso de estabilización laboral”, estos 17 cerebros gallegos podrán abandonar el desempleo y las perspectivas de emigrar o involucrarse en los pequeños negocios familiares ajenos a su formación. La decisión del rectorado de despedir a sus científicos punteros dejaba a esta emblemática universidad gallega con menos investigadores que las de Vigo y A Coruña. En la primera de éstas no solo no hubo despidos, sino que se crearon 18 plazas nuevas mientras que la de la ciudad herculina despidió a seis investigadores porque creó una sola plaza por departamento.
El pasado febrero, en una entrevista concedida a este diario, el rector de la USC, Juan Casares Long, insistía en las razones económicas que llevaron a ese órgano de gobierno a prescindir de los investigadores. “No podemos contratarlos a todos, no hay recursos”, señalaba. Casares justificaba la pérdida de los científicos para la Universidad amparándose en las “restricciones presupuestarias y una falta de recursos específica” de la USC que, precisaba entonces, tenía que pagar “devoluciones de préstamos” y hacer frente a una deuda bruta de 65 millones de euros.
El programa Parga Pondal nació precisamente para hacer frente al déficit de recursos humanos de I+D+i en Galicia. Se trataba de que doctores con una formación investigadora acreditada pudieran desarrollar proyectos innovadores en organismos públicos y privados. La USC se había comprometido a ayudarles a conseguir un “contrato de estabilización” cuando terminaran su ciclo pero el rector lo suprimió en su momento convencido de que “seguir aumentando la plantilla de profesores es un suicidio”. Un año después, la USC pone en marcha el proceso que entonces rechazó por costoso.
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