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Asunción y Francisco (en tu mano, la mía)

La actriz Asunción Balaguer revisa los recuerdos de su niñez en la obra 'El tiempo es sueño'

Javier Vallejo

“Ha llegado la república”, le dijo su madre llorando, porque, intuía, después vendría la guerra. “Y fue verdad. Pero a mí me gustaba la república. La veía como a una mujer arrogante y hermosa, cantando a la libertad”. Asunción Balaguer tenía entonces cinco añitos. El jueves próximo cumple 87: lo celebrará representando El tiempo es un sueño, esta función escrita por Rafael Álvarez, El Brujo, a partir de muchas horas de entrevistas que le hiciera tiempo atrás. En ella, Asunción pasa revista a los recuerdos de su niñez en Manresa, a los inicios de su carrera en Barcelona y en Madrid, y al despertar de su amor con Francisco Rabal, que acabó siendo el eje de su vida.

Lo que cuenta, tiene jugo y está hilado con gracia: “Debutamos en Granada con Romeo y Julieta. Los amantes de Verona (el primer actor y la primera actriz de la compañía), tenían 50 años, y los que interpretaban a sus padres, 20”. También recuerda su primera gira, con una compañía que llevaba un perro que rabió, mordió a todos los actores y salió corriendo por la platea: “Hoy parecería un espectáculo de La Fura”.

Más que una autobiografía dramatizada, El tiempo es un sueño es una miscelánea biográfica en la que la actriz intenta darle sentido a acontecimientos personales: dedicándose al teatro, intuye, no hizo sino reproducir a su manera la vocación musical de su madre, Teresa Golobart, cuya médium escénica es aquí la elegante pianista Anna Fernández Torres.

El tiempo es un sueño

Autor y director: Rafael Álvarez, El Brujo, a partir de recuerdos de Asunción Balaguer. Intérprete: Asunción Balaguer. Música: Anna Fernández Torres. Teatro Español. Hasta el 18 de noviembre.

Asunción Balaguer transmite una vitalidad contagiosa: nos gustaría que se atreviera a entonar el estribillo del Vino tinto con sifón, de Juan Rica y Ernesto Tecglen, cuando lo esboza la pianista (y aun lo canturrearíamos con ella), y dan ganas de leer El tiempo es un sueño, la alucinada comedia dramática de Henri-René Lenormand —cuyo título toma prestado este espectáculo— que ella protagonizara hace ya cincuenta años, cuando nos la resume certeramente en cuatro frases. “Entonces tenía la edad del personaje, pero no lo entendía; ahora que lo entiendo no tengo la edad para hacerlo”, acaba diciendo con una mezcla de sabiduría y desengaño pareja a la que gasta Thomas Bernhard en Simplemente complicado, comedia biográfica que escribió para Bernhard Minetti en el 80 aniversario del actor.

En El tiempo es un sueño, la Balaguer emociona hondamente, hace reír, demuestra que se puede llegar a su edad manteniendo la ingenuidad intacta, produce una empatía creciente durante 56 minutos sin desperdicio y nos deja con ganas de más.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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