Simpatía
Andrea Motis y Joan Chamorro, sobre todo Motis, han llegado al final de un camino: el de la simpatía por la simpatía

La noche no pudo comenzar peor. Un descalabro informático en el sistema de Ticketmaster se tradujo en que una mayoría no supiera dónde sentarse y eso a Palau de la Música lleno y entradas numeradas provocó un desconcierto total que desembocó en buena parte del público cabreado y 45 minutos de retraso en el inicio.
A pesar de ello, la salida a escena del ya popular combo de Andrea Motis y Joan Chamorro fue saludada con una ovación repleta de simpatía. Y así seguiría a lo largo de toda la velada: un concierto simpático ofrecido por un grupo simpático a un público entusiasta sin duda atraído más por esa simpatía que por la música en sí misma.
Festival de Jazz
Es difícil de creer que toda esa gente de distintas edades y procedencias que abarrotaba el Palau hasta el órgano fueran verdaderos jazzfans. Y es difícil de creer porque eso no sucede con la mayoría de conciertos de jazz que se ofrecen en Barcelona, ni siquiera con nombres mundialmente consagrados. Pero Motis y Chamorro juegan en otra liga que no es la del jazz ni la de los grandes conciertos, la suya es la liga de la simpatía, del caer bien y provocar una cierta ternura.
Cuando comenzaron su andadura resultaba entrañable ver a una inocente cría de quince años imitando a Billie Holiday con desparpajo y mostrando su ya buen hacer con la trompeta. Y a su lado, protector, el profesor que todo estudiante de música hubiera querido tener. Han pasado un par de años y la Motis es una ya jovencita alejada, lógicamente, de aquella candidez infantil, pero pocas cosas más han cambiado. Sus interpretaciones son siempre imitativas, sobrias e impecables pero excesivamente distantes. Y esa distancia, frialdad por momentos, las aleja de su modelo: Billie Holiday se consumía en su propio calor. Curiosamente, a su lado Chamorro es un magnífico Lester Young envolviendo la voz con su saxo tenor y mostrando sus buenas dotes solistas cuando el momento lo exige. Un blues a trío saxo-piano-batería fue realmente espléndido.
Mención aparte mereció la presencia de un grande como Ignasi Terraza en el piano. Un swing implacable y una elegancia total impregnaron todas y cada una de sus intervenciones elevando en mucho grados la temperatura de la oferta.
Andrea Motis y Joan Chamorro, sobre todo Motis, han llegado al final de un camino: el de la simpatía por la simpatía. Ahora sería necesario que emprendieran el camino de la música, del jazz, y ver hasta dónde son capaces de llegar. El futuro es suyo pero tienen que hacer ese camino y, probablemente, perder seguidores para ganar en profundidad.