La policía concluye tras ver los vídeos que se colaron cientos de personas sin entrada
Coincidieron en un pasillo los que querían ver el DJ estrella y quienes trataban de salir La policía recoge en la zona restos de una bengala detonada Los agentes buscan a la persona que lanzó el objeto pirotécnico por homicidio imprudente
Los investigadores de la tragedia de la macrofiesta en el Madrid Arena, en la que murieron la madrugada del miércoles al jueves tres jóvenes y otras dos siguen ingresadas en estado crítico, apuntan como causa de la estampida en la que perecieron asfixiadas y aplastadas a un cúmulo de tres factores que concurrieron de forma letal en el mismo momento: dos grandes movimientos de personas hacia fuera y hacia centro que confluyeron en el pasillo central, la entrada sin control de cientos de jóvenes y el estallido de al menos una bengala.
Sobre las tres de la madrugada comenzaba la actuación de la gran estrella de la fiesta, el estadounidense de origen asiático Steve Aoki, uno de los superdj jóvenes mejor pagados del mundo. En ese momento, siempre según la hipótesis de la policía, dos movimientos importantes de gente coincidieron y chocaron en el mismo vomitorio: los que ya habían tenido suficiente y querían marcharse de la fiesta y los que pensaban que lo bueno estaba a punto de empezar y querían entrar en la pista central a disfrutar del electro-house de Aoki.
Desde fuera, entraron según la policía atropelladamente decenas y decenas de jóvenes que hasta ese momento habían estado de botellón en el exterior del recinto. La entrada costaba 22 euros sin derecho a consumición —tres copas salían a 10 euros—. Se saltaron los tornos y la seguridad se vio desbordada. Basándose en los testimonios recabados por la policía, las personas de la organización a las se está interrogando y las grabaciones hechas por las cámaras de seguridad y por los asistentes, la policía sostiene que muchos tenían entradas, otros las llevaban falsificadas y algunos aprovecharon el tumulto para colarse. En la tromba había también muchos menores.
Todos, los que querían entrar y salir, eligieron la misma entrada a pista de las nueve que había. Chocaron entre ellos, formaron un tapón y, en medio del tumulto, un individuo, al que la Policía trata de identificar, incendió y lanzó al menos una bengala, cuya detonación asustó a los jóvenes, que empezaron a huir presas del pánico en todas direcciones al pensar que puede, incluso, tratarse de un disparo. Hay que añadir al cóctel la gran cantidad de humo y las chispas que genera la bengala en un espacio reducido.
El grupo de Delitos Violentos de la Policía Científica ha hallado en el lugar de los hechos restos de una bengala explosionada, lo que confirma la primera y principal hipótesis sobre el suceso que la policía facilitó a primera hora del día. La policía cree que, además, hubo varios petardazos.
La policía analiza a estas horas el contenido de las 90 cámaras de seguridad desplegadas en el recinto, que han grabado 15 horas cada una, lo que supone 1.350 horas en total. La persona que lanzó la bengala, en caso de que sea identificada y detenida, se enfrenta a la acusación de tres homicidios imprudentes y otros dos en grado de tentativa, unos 15 años de prisión (el homicidio imprudente está penado con entre uno y cuatro años de prisión y la tentativa con la mitad).
El portavoz y abogado de Diviertt S.L, Jorge Morales, la empresa organizadora de la fiesta de Hallowen, ha asegurado este viernes que no se coló nadie en el evento "porque había un triple control de acceso y además se porque se podía certificar y calibrar que si las entradas eran verdaderas o falsas". Morales ha descartado que se colara ninguna persona a la fiesta porque había un equipo de seguridad "de más de 100 personas", otro de vigilancia que le corresponde al equipo ferial, "además de los Cuerpos de la Policía Nacional y Municipal, comprometidos por la celebración de este evento para que no se produjeran estas circunstancias".
Sobre el aforo, la policía puntualiza que lo permitido para todo el complejo, que tiene 30.000 metros cuadrados, era 10.600 personas, que de ningún modo caben al mismo tiempo y todas juntas en la pista central. El vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, sostuvo ayer que "no había exceso de aforo", detalló que se vendieron finalmente 9.650 entradas, que las "salidas de emergencia funcionaban correctamente", que Diviertt "tenía todos los permisos en regla" y que se encargaban de la seguridad 113 guardias de seguridad de dos empresas.
Según una comunicación oficial hecha cuatro días antes por Madrid Palacios y Congresos —la empresa pública municipal propietaria del recinto, a quien se lo alquila Diviertt para hacer la fiesta—, la estimación de asistentes que tenía la promotora del evento era de 7.000 personas "aproximadamente". Esta comunicación se hizo a Delegación del Gobierno cuatro días antes del evento y sobre esas previsiones se preparó el dispositivo policial. Miguel Ángel Flores, el máximo responsable de Diviertt, prestó ayer declaración ante los agentes del Grupo V de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía, que investiga el caso.
En un vídeo grabado esa noche, el DJ Steve Aoki —que canceló el espectáculo que iba a ofrecer anoche en la capital vizcaína y que ha dicho que si hubiera sabido que había gente en peligro dentro del local, "habría acabado el show inmediatamente"— proclamó ante los asistentes que en el recinto había 15.000 personas. Dos amigas de la hermana de Katia Esteban Casielles, una las tres jóvenes fallecidas, han pedido a los asistentes a la fiesta que envíen el resguardo de la compra las entradas al correo tec_01@hotmail.com para demostrar que "en ese sitio había más personas de las permitidas".
El juez decano de Madrid, José Luis González Armengol, cuya su hija acudió ayer a la fiesta, ha expresado su sospecha de que, por las fotos que ha visto en internet, "se superó con creces el aforo permitido, ya que había una media de cuatro jóvenes por metro cuadrado". "La madre del cordero de lo que ha pasado está en que habrá que comprobar si había personal de seguridad en las salidas correspondientes para que se produjera una evacuación en tiempo y forma", ha dicho Armengol, que ha incidido en que "también habrá que hacer una comprobación específica sobre el aforo".
El Juzgado de Instrucción 51 ha abierto diligencias previas por los hechos. La noche de los hechos la Comisión Judicial al completo (magistrado, secretario judicial, fiscal de guardia, médico forense) acudió al lugar cuando se cursó el correspondiente aviso. el magistrado está a la espera de tres informes para continuar su investigación judicial. Se trata de los atestados policiales, una vez estén completos y cerrados, las autopsias del Instituto Anatómico Forense y el informe policial del visionado de las cintas del vídeo del pabellón, una vez hayan sido analizadas. Además del informe policial, el magistrado ha solicitado las cintas para incorporarlas a la investigación judicial.
“No había ningún control”
Sara Cadenas, colombiana de 21 años, fue con 10 amigos. Dos no llevaban entrada y, aún así, no tuvieron problema para acceder al recinto. "Se colaron y nadie les dijo nada. Ni les pararon ni les pidieron entrada", asegura esta chica. Añade que mucha gente llevaba mochilas o bolsos grandes en los que podrían haber metido "armas, petardos o lo que quisieran". "No había ningún control", afirma la chica, que entregó la entrada en la puerta, no se la devolvieron ni picada ni rota como suele ser habitual, y tampoco le colocaron un sello. Así que estuvo toda la noche entrando y saliendo sin control. "Era un descontrol", reitera.
Opina que había demasiada gente: "Era imposible quedarse en la pista. La gente empujaba y se peleaban". Desde arriba, vio lo que sucedía en el pasillo de la muerte: "Alguien tiró unos tubos de los que no paraba de salir humo. No se quién ni por qué, pero el caos era tan inmenso que ni siquiera había espacio en la salida al aparcamiento. La imagen de una multitud de chicos trepando por las vallas para escapar se me ha quedado grabada".
"Era evidente que había más gente de la que cabía", asegura Daniel Blanco Sentis, que también asistió. Cuenta que se largó 20 minutos antes de la avalancha porque "tuvo miedo". "El problema está en que no había ni sello, ni pulseras y tampoco dejaban que la gente se fuera. El afán de lucro es evidente", sentencia.
Xacobe Sanz, de 29 años, se dedica a la producción en televisión y asistió al Thriller Music Park. No recuerda bengalas ni humo en el momento de la avalancha pero si un apelotonamiento en el túnel. "No puedo decir que fuese exceso de aforo sin datos en la mano, aunque soy productor y suelo estimar aforos y este era muy elevado, más de 10.000 personas seguro", dice. Añade que los vigilantes se quedaron con su entrada en la puerta nada más entrar y no le dieron nada que probara que ya había entrado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.