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Vivir entre voladuras

Vecinos de Vilanova del Vallès denuncian las explosiones de una cantera Los afectados se quejan de grietas en sus casas

Un vecino muestra las grietas surgidas en su casa, que atribuye a las explosiones
Un vecino muestra las grietas surgidas en su casa, que atribuye a las explosionesMARCEL·LÍ SÀENZ

Vuelven las voladuras a Vilanova del Vallès. Y con ellas el malestar y la indignación entre los vecinos. La cantera de granito de Santa Quitèria, ubicada junto al municipio, retomó el pasado 11 de octubre el uso de explosivos. Desde el pasado mes de enero, cuando una detonación voló por los aires una gran conducción de agua y causó una riada, el retumbar de la dinamita no se oía en Vilanova.

“A mí nadie me avisó de la última voladura. Me cogió paseando al perro cerca”, se lamenta Óscar García, presidente de la asociación de vecinos Camí Cal Sereno-Les Roquetes. Los vecinos exigen que se les avise con antelación y de forma general de las explosiones. Nadie quiere asumir la responsabilidad: el Ayuntamiento la traslada a Cora Terra, la empresa que explota la cantera, y esta se ciñe a una nota de la Guardia Civil que impide puede anunciar la existencia de explosivos.

Los vecinos habían disfrutado de 10 meses sin voladuras, desde el incidente de enero. El escape de agua causó desperfectos y forzó el desalojo de 30 vecinos. Tras el suceso, la Generalitat abrió un expediente informativo contra Cora Terra y pidió a la empresa que cambiara su forma de usar los explosivos. La Dirección General de Minas y la Subdelegación del Gobierno en Cataluña han dado el visto bueno a la modificación.

Quienes viven en los barrios cercanos a la cantera —Les Roquetes, Ruscalleda, Can Bosc y Santa Quitèria— denuncian la aparición de grietas en sus viviendas. “Nuestras casas estaban bien”, asegura José Alday, del barrio de Les Roquetes. La casa de este pediatra jubilado está atravesada por múltiples grietas que se ensanchan cada semana. “Uno viene a jubilarse en una casita de un barrio tranquilo y se encuentra con que cualquier día se le caerá el techo encima”, se lamenta. Alday denuncia, además, que su hija sufre de afecciones respiratorias que relaciona con el polvo que levanta la cantera. En el barrio vecino, Bosc-Ruscalleda, la casa de Gema Alcaraz y Alejandro Pulido tiene un aspecto similar. Una grieta se extiende a lo largo de todo el muro, dividiendo el edificio en dos. La pareja, que se hipotecó recientemente, planea llevar a los tribunales el caso.

El alcalde dice que los vecinos deberías haberse informado antes

El Ayuntamiento de Vilanova, por su parte, asegura: “Se han pasado miles de controles de polvo, ruido y horarios”. En una carta de respuesta a una queja vecinal, en julio de 2011, el alcalde, el independiente Oriol Safont, aseguró: “Todos querríamos vivir en paisajes idílicos (...). Pero no nos queda otro remedio que convivir con actividades que pueden generarnos molestias. Los vecinos, más que buscar responsabilidades en quien no las tiene, deberían comprender que tal vez también les toca asumir su parte por no haber hecho las consultas oportunas antes de ir a vivir allí”.

Pero muchos vecinos de Les Roquetes lo tienen claro: no hubieran ido a esa zona si hubieran sabido cómo se desarrollarían las cosas en la cantera, que existe desde 1966. “Yo pregunté y nadie me dijo nada de todo esto”, se queja la vecina Maria José Feliu, que vive en la zona desde 2007.

La versión de la empresa también choca con la de los vecinos. “Negamos que las grietas tengan relación con nuestra actividad”, asevera Joan Griset, director general de Cora Terra. Según Griset, la aparición de fisuras podría deberse a una mala cimentación. No obstante, no existe ningún informe concluyente que avale la versión de unos u otros.

Respecto al polvo, el director dice que sufre “más contaminación la gente de Barcelona que los vecinos de Vilanova”, y coincide con el Ayuntamiento en que “la gente debería informarse bien acerca del lugar donde va a vivir antes de comprarse una casa”. Griset añade que se ofreció a los vecinos la posibilidad de avisarles a su teléfono particular, pero muchos no quisieron facilitar su información de contacto ciñéndose a la ley de protección de datos.

Mientras, varias viviendas lucen carteles para mostrar que están en venta. La crisis se suma aquí a unas detonaciones que han llevado a algunos a arrepentirse de haber elegido este barrio de montaña como lugar para vivir.

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