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Álava tiene la última palabra

PNV y EH Bildu pelean para desbancar a PP El PSE-EE arropa al máximo a Patxi López, consciente de la apuesta

Iñigo Urkullu, de espaldas, recibe el abrazo de Juan José Ibarretxe, ayer en Llodio.
Iñigo Urkullu, de espaldas, recibe el abrazo de Juan José Ibarretxe, ayer en Llodio.rafa rivas (afp)

Todos los territorios vascos volverán a ser nacionalistas a partir del 21-O, según las encuestas. Hasta ahora, y desde hace muchos años, Álava era la excepción rebelde con un mano a mano sostenido por el primer puesto entre PP y PSE-EE, los partidos constitucionalistas. Para la cita del domingo, las diferencias entre los partidos mayoritarios podrían caber en un puño, avivadas por un suelo electoral condicionado por el índice de indecisos, pero, sobre todo, donde los partidos minoritarios acostumbran a desestabilizar habitualmente los pronósticos. Los populares, con las tres instituciones en sus manos, asumen que es el epicentro de su suerte final.

Todavía hoy se puede escuchar a Txarli Prieto, líder de los socialistas alaveses, cómo recuerda su gesta de haber conseguido más votos que Juan José Ibarretxe en las autonómicas de 2009. Todo un reto, sin duda, ahora para Patxi López que ha decidido encabezar la lista por este territorio para así evitar la pelea directa con Iñigo Urkullu y, de paso, contener la sangría interna de su partido en Álava.

En realidad, socialistas y populares temen, con fundadas razones demoscópicas, que la fuga de votos entre abstencionistas, UPyD y el resto de marcas de izquierda pongan en bandeja a PNV y EH Bildu la posibilidad de convertirse en primera fuerza, habida cuenta de que se llevarían la suma del voto útil, de un lado, y de buena parte del descontento social, por otra.

Ante esta fotografía de situación, todos los candidatos van a pasar por Álava en la recta final de la campaña. Posiblemente, Urkullu tenga el récord de visitas, una experiencia que ya puso en práctica durante las generales, quizá entonces con el doble guiño que suponía, en plena guerra por el control del Araba Buru Batzar, proyectar su mensaje frente a los partidarios de Iñaki Gerenabarrena, ahora desaparecido en combate. La experiencia dio resultados positivos en el doble objetivo perseguido ya que el PNV mantuvo el acta de diputado de Emilio Olabarria y, después de más de un sobresalto, acabó imponiendo a los burukides más afines como nueva mayoría. Ayer estuvo en Llodio, tierra de Juan José Ibarretxe, quien se ha convertido en un punto de apoyo cuando se trataba de proyectar un mensaje de unidad interna a la afiliación.

Urkullu ha vuelto a repetir el gesto de las generales con su presencia reiterada

Consciente de su riesgo, López dedicará la jornada del viernes, último día de petición del voto, a una maratón por el territorio, donde incluirá todo tipo de entrevistas, contactos directos y actos públicos, en un último intento por recuperar el terreno perdido durante las anteriores citas electorales y exhibir la bandera de su gestión desde el Gobierno vasco. El PSE-EE procurará arropar al límite de sus fuerzas al lehendakari ante el riesgo de encajar un revés que le coloque en una incómoda posición habida cuenta de nadie olvida entre la afiliación alavesa la sonora purga del sector crítico, excluido de la candidatura a excepción del sonoro apellido que entraña Natalia Rojo.

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Para entonces, Basagoiti ya habrá vuelto a advertir de que “si los alaveses no votan, PNV y EH Bildu iniciarán el camino a la desestabilización”, retratando con total precisión donde está el enemigo. Lo hará, como hasta ahora, sin fijarse en UPyD y así evitará responder a Gorka Maneiro, que ayer cuestionó indirectamente la presencia del alcalde de Vitoria, Javier Maroto, en la lista popular al afirmar que en su partido “endurecerá” el régimen de incompatibilidades para que junteros, concejales y alcaldes no puedan ser parlamentarios vascos.

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