El poder del volumen
La exposición 'Fernando Botero. Celebración' exalta el color y las formas curvas de la pintura del artista colombiano
“Yo no pinto gordas”, repite el artista Fernando Botero (Medellín, 1932). “Yo trato de expresar el volumen como una parte de la sensualidad del arte”. La figuración de Botero se ha sostenido a lo largo de toda su carrera sobre la fuerza del color y las líneas curvas para componer escenas con personajes rechonchos, que aparecen tanto en los bailes populares como en las corridas de toros. Ha sido, explica Botero, el resultado de buscar un estilo propio en su trabajo. A lo largo de 2012 ha celebrado su 80 cumpleaños mostrando su inconfundible obra en distintas exposiciones en todo el mundo. Ahora la antológica Fernando Botero. Celebración se presenta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao con 80 obras.
Las gordas, y los gordos, que se identifican a primera vista con nombre de Botero aparecen en los desnudos, en las escenas de circo, en los retratos de curas y en las versiones de grandes cuadros de la historia del arte que el artista colombiano ha reinterpretado. Son redondeadas las frutas que componen sus naturalezas muertas y los hombres encapuchados que pintó en la serie dedicada a los presos iraquíes torturados en la prisión de Abu Ghraib. Botero explica que trata a sus figuras “como si fueran casi comida”. Y ningún detalle se escapa al afán de redondear las formas. “Hay una coherencia en todas las figuras del cuadro en un deseo de estilo de dar protagonismo al volumen”, destaca.
La exposición que hoy se inaugura en Bilbao es un resumen de la selección que el pasado mes de marzo se presentó en el Palacio de Bellas Artes de México, la más amplia retrospectiva de su trabajo. Es una colección de pinturas expuesta en las salas del museo que se complementa con una de sus monumentales esculturas en bronce, una figura de caballo ubicada en la Gran Vía.
Trato de expresar el volumen como parte de la sensualidad del arte"
Botero tiene a sus espaldas una carrera profesional que inició en 1948 trabajando como ilustrador en el diario El colombiano, en Medellín. Tres años más tarde presentó en Bogotá su primera exposición individual. De formación autodidacta, se trasladó poco después a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Después de residir en distintas ciudades europeas y en Nueva York, en 1973 fijó su residencia en París y trasladó sus orondas figuras a la escultura. Lina Botero, la hija del artista, ha sido la comisaria de Fernando Botero. Celebración, una exposición que arranca reflejando las influencias recogidas en su obra temprana del Renacimiento italiano, el muralismo mexicano y la tradición colombiana.
“Es mi trabajo sin distracciones”, dice Botero al recorrer la exposición. El recorrido descubre el salto de un tema a otro sin perder el objetivo de exaltar el color y el volumen. La atención a las obras inspiradas por Latinoamérica y las escenas de la vida burguesa abren paso a las series dedicadas al clero, al circo a Abu Ghraib y a los bodegones. Los cuadros de Piero della Francesca, Van Eyck o Rafael son reconocibles, pero pasados por el tamiz de las curvas de Botero. El tema que elige para su pintura, dice, es solo un pretexto. "El artista debe tener una concepción de la pintura. El estilo se mantiene sea el tema amable o dramático, aunque cambien los colores para comunicar el sentimiento del artista", explica.
Botero sigue en activo, siguiendo el camino que abrió hace más de 50 años, ajeno a las tendencias fiel a la pintura-pintura, de pincelada fina y composiciones exuberantes. Su ultima serie esta dedicada al vía crucis. "En el arte del siglo XXI se ha tratado de reemplazar la pintura con otras manifestaciones", reflexiona. Pero a Botero le parece que el vídeo está más cerca del cine y las instalaciones, del teatro. "A la pintura le queda trayectoria ¿por qué reemplazarla?"
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