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Los pactos frente a la rotura de los puentes

Zubizarreta: “Hay que consolidar Gobiernos fuertes” Álvarez: “Esta legislatura debe civilizar el futuro”

Juan José Álvarez (izquierda) y José Luis Zubizarreta posan en Bilbao.
Juan José Álvarez (izquierda) y José Luis Zubizarreta posan en Bilbao.SANTOS CIRILO

Cuando Patxi López llegó en 2009 al Gobierno vasco con el apoyo del Partido Popular, el PNV digirió muy mal la pérdida del poder. Eran los tiempos de sus acusaciones de “golpe institucional”. Más de tres años y medio después y tras la ruptura con su socio, López, en minoría parlamentaria, se ha visto forzado a adelantar las elecciones al próximo 21 de octubre. Los comicios estarán marcados por la dramática crisis económica, el fin de la violencia etarra y el regreso de la izquierda abertzale al Parlamento, donde forzosamente se debatirá el futuro modelo de país.

Pregunta. ¿Qué balance se puede hacer de estos tres largos años de Gobierno socialista?

José Luis Zubizarreta. Al final, este Gobierno ha evolucionado sin haberse podido despegar del todo de las circunstancias en que nació. Fue un Gobierno que me acuerdo de haber definido entonces como inevitable, porque veía que no podía haber una relación con el PNV después de la época de Ibarretxe, habiendo sido este, precisamente, de nuevo el candidato a la Lehendakaritza. Entonces, era casi inevitable que, dando los números entre PSOE y PP, se hiciese ese Gobierno. No cabe duda que era un Gobierno que muchos percibieron como algo provisional y con una vida efímera. Y de eso no se ha liberado. No ha logrado que la sociedad lo viera como algo que podía ser permanente. En cuanto a su gestión diría que ha sido tan bueno o tan malo como cualquier otro Gobierno anterior. Eso sí, ha disminuido la tensión en cuanto a la crispación del debate político. Aunque no ha mejorado la relación entre los partidos, se ha rebajado el discurso tenso, siempre tendente a algo que no era posible. Luego está el logro de la paz y, aunque no sea solo atribuible al Gobierno, le ha coincidido. Y tampoco se le puede negar que su actitud de firmeza, de tolerancia cero, tiene algo que ver en la desesperación que ha creado en aquel mundo de conseguir algo y de decir esto se ha acabado.

José Luis Zubizarreta.
José Luis Zubizarreta.SANTOS CIRILO

Juan José Álvarez. Mi primera pregunta a la hora de hacer balance es si los puentes se han roto o no en la bilateralidad o trilateralidad de su socio de gobierno, en sentido de pacto con el PP. Ambos son conscientes de que no va haber una suma que posibilite un nuevo pacto y, por tanto, ni debaten esa cuestión. Ese es un primer elemento a analizar. En segundo lugar, este Gobierno nació con un concepto de transición, que no ha podido quitarse de encima. Tampoco ha logrado acuerdos vertebradores potentes, porque para eso hace falta algo más que una mayoría minoritaria en el Parlamento. En más de una ocasión, un alto cargo del Gobierno dijo: “Cuando quiero hacer algo verdaderamente estructural, me encuentro de frente con los nacionalistas”. Ahora, quizás la nueva mayoría nos puede invitar a generar acuerdos.

La crisis es tal que cualquier cosa que en otro tiempo hubiera atrapado al electorado hoy va a ser secundario”
Hay un cambio en la izquierda ‘abertzale’, pero aún requerirá tiempo llegar a una situación normalizada”

Perfil

José Luis Zubizarreta (Orduña, 1938), licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada y Master of Arts por Oxford, fue director y viceconsejero de Bienestar Social en el Departamento de Sanidad entre 1980 y 1986. Al año siguiente se convirtió en asesor del lehendakari José Antonio Ardanza, puesto que ocupó hasta 1988. Tras dejar el Gobierno volvió a su plaza de funcionario en la Diputación de Bizkaia, en la que se jubiló en 2003. Actualmente colabora en El Correo y El Diario Vasco como analista político.

En tercer lugar, y en cuanto a la estricta dimensión de gestión, el Gobierno se encontró con una ausencia de cuadros que cubrió de manera razonable en más de un departamento. Creo que hay una manera de hacer política desde el socialismo distinta de la del Gobierno de Ibarretxe. En ese punto recordemos el nivel de prestigio de quienes en un momento muy duro, y desde el primer día con escoltas por la amenaza directa de ETA, dieron el paso de integrarse en el Gobierno. No era nada fácil, ni cómodo, dentro de la desafección de la política. Hay que recordarlo. Se dio ese paso y se acentuó una vertiente tecnocrática, que es donde menos tensiones se han generado, no así con el elemento identitario. Ahora bien, habría que analizar si estamos en disposición de afrontar lo que llega sin ruptura de puentes. Esperemos que sí.

P. ¿En qué medida el regreso de la izquierda abertzale al Parlamento puede cambiar el clima político y, sobre todo, las futuras relaciones en este país? ¿Qué aporta Bildu a la política vasca?

J. L. Z. Lo primero que aporta Bildu es un paso hacia la normalización del país. No cabe duda de que en la legislatura pasada estábamos en una situación que, razonadamente o no, no se podía sostener, porque una gran parte del electorado vasco quedaba fuera de la representación política institucional. En ese sentido, es importante, además, porque aunque la izquierda abertzale ya haya estado en el Parlamento durante muchos años ha sido de otra forma. El hecho de que ETA haya firmado la declaración del final de la violencia, coloca a la izquierda abertzale en una disposición de mayor libertad, no cabe duda. También hay que decir que todavía no puede ser considerada como un partido más, en el sentido de que tiene tareas que hacer que no ha hecho todavía. ETA no ha desaparecido definitivamente en términos de disolución. Si se disolviera oficialmente con una declaración sería mejor, porque todo pasaría a ser gestionado por la izquierda abertzale civil, incluso la cuestión de los presos. Sí que hay un cambio, pero todavía requerirá tiempo llegar a una situación normalizada. Por otra parte, nos vamos a encontrar en una situación en que, con o sin izquierda abertzale, vamos a volver a estar sin mayorías de gobierno por el resultado de las elecciones y se van a necesitar pactos. Creo que el país requiere olvidar las etapas de estos Gobiernos minoritarios, precarios, de mayorías inestables, con los que hemos estado funcionando los últimos 12 años. Hay que ir a la consolidación de Gobiernos fuertes.

Juan José Álvarez.
Juan José Álvarez.SANTOS CIRILO

J. J. A. Más allá de la efervescencia electoral que representa la irrupción de la izquierda abertzale con una de cal y otra de arena, la normalización política, tantas veces manipulada, también es vivir en la frustración y, como agente político, es huir de maximalismos. Entender que ir detrás de la pancarta despierta más reconocimiento político que ponerte a gestionar en la mañana gris de un lunes los presupuestos de la Diputación o de otro lugar. Poco a poco, eso es normalización, como el entrar en la sana critica. Todavía hay tics en los que interpretan que cuando la oposición se pone enfrente en Guipúzcoa en algún tema les están intentando boicotear porque son Bildu, y no es así. Hay modelos y concepciones distintas de País. Entonces, esa transversalidad que demandan requiere de una cultura que, poco a poco, va impregnando. Hablo desde Guipúzcoa, pero es extrapolable a lo que va a resultar de las elecciones.

Perfil

Juan José Álvarez (Zumaia, 1964) es catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV y director del centro de la UNED en Bergara. Secretario general del Consejo Vasco del Movimiento Europeo, fue designado experto por la Comisión Europea en 2007 para las áreas de justicia civil, fronteras y protección de datos personales y ámbitos de seguridad. Es autor de cinco monografías y ha colaborado en otras 23 obras relacionadas con el Derecho Procesal Civil y el Derecho Internacional.

Para mí debe ser la legislatura que tiene que ser capaz de civilizar el futuro y de hacerlo colectivamente por encima de aspiraciones individuales, sectoriales o partidistas. Me refiero, por ejemplo, a ser capaces cuando se habla de un nuevo estatus de alcanzar un consenso potente y transversal respecto de lo que ha de ser una relación de responsabilidad, bilateralidad con el Estado. Pero Bildu puede aportar ese factor de legitimación democrática en su conjunto a todo ello. Quisiera pensar también que la capacidad de quitarse el ropaje previo a la existencia de ETA, desmarcarse de esa tutela, no es algo estratégico, sino real. Cada día que pasa en democracia sin ETA hace más irreversible ese proceso, y hace que se conviertan en profesionales de la res publica y que tomen conciencia de que se enfangan en las decisiones políticas como todos los demás, y que se frustran cuando no salen, como todos los demás.

Seamos capaces cuando se habla de un nuevo estatus de alcanzar un consenso potente y transversal”

P. Tras el 21-O el nuevo Gobierno se enfrentará a numerosos retos, pero es indudable que el principal, sigue siendo la crisis, que está provocando la desafección política en la ciudadanía.

J. L. Z. La crisis económica ha penetrado de tal forma en la conciencia y en el día a día de los individuos que cualquier cosa que pretenda plantearse, y que en otro tiempo hubiera atrapado la atención del electorado, hoy va a ser un elemento secundario, un hecho irrelevante por la trascendencia de la crisis. Por otra parte, la crisis económica va a tener, además, otro efecto, que es la incredulidad de la gente respecto a la capacidad de cualquier partido de resolver lo que le ha caído encima. Ya no es solo desafección afectiva respecto de los partidos, sino es descreimiento intelectual, es decir, esto supera a todo el mundo. “No me prometas más allá de lo que me puedas dar, porque no te creo, porque veo que desde la señora Merkel pasando por Rajoy y por Draghi ninguno sois capaces de haceros cargo de esto”.

El debate identitario y el del bienestar van a permitir confluir en un intento de gran consenso”

J. J. A. Sin duda, pero también va a eliminar algo totémico en este país, con un binomio casi siempre abanderado a un lado y al otro. Tradicionalmente, el politólogo o el observador político dice que el nacionalista se preocupa de lo identitario y el no nacionalista, del bienestar. Simplificando, se venía a decir esto. El debate identitario y el debate del bienestar en el sentido de modelo van a permitir, en mi opinión, confluir en un intento de gran consenso en torno a todo lo que representa y supone este ámbito. Podríamos aportar bastantes ejemplos, de cómo poner la capacidad de desarrollo competencial, sin que eso afecte a una relación de solidaridad con las cuentas del Estado. Debería de permitir un punto de encuentro y consenso por parte de las fuerzas políticas en beneficio de la sociedad vasca y no en detrimento de las cuentas generales.

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