Desconcierto rumbero
Pau Riba celebra los cuarenta años del disco ‘Jo, la donya i el gripau’ y Los Amaya decepcionan
La característica más notable de la noche del domingo en la Mercè fue la notable reducción de público en los escenarios del centro de la ciudad, tanto respecto a los días precedentes como a ediciones anteriores. Se podía circular con tranquilidad y hasta el Portal de l’Àngel, antaño convertido en una auténtica marea humana, permitía el paseo relajado. Los datos cuentan que la Mercè ha tenido tirón popular. En estos días la plaza Sant Jaume, ha recibido 44.000 visitantes, con los principales actos de cultura popular y tradicional y los diversos conciertos en el escenario de la plaza.
En la avenida de la Catedral, Gochag Askarov tenía dos tipos de público. El más cercano al escenario seguía sus cantos casi con devoción. Más atrás, cuando las sillas ya se acababan, la gente se lo miraba con un cierto escepticismo. Algunos se quedaban enganchados, pero la mayoría huían sin entender nada. Askarov es uno de los más notables representantes actuales del mughan azerbaiyano, música clásica profunda de aquel país, a menudo practicada por los grupos sufíes, que exige mucho tanto del ejecutante como del espectador. El domingo la mayoría de paseantes iban de fiesta mayor y, la verdad, no es este el mejor espíritu para afrontar una música tan seria.
De todas formas, se intuía que Askarov es un músico de mucho peso. Sería necesario un regreso en condiciones ambientales más propicias, ya que últimamente en Barcelona andamos bastante escasos de espectáculos étnicos (por ponerle algún nombre que no sea el manido de músicas del mundo) de esta calidad. En la plaza de Catalunya también se habían colocado sillas para asistir con toda comodidad al concierto de Pau Riba, que celebraba los 40 años de la edición de su disco Jo, la donya i el gripau. Temas íntimos recreados con naturalidad y sin excesos por un Pau Riba que supo cabalgar inteligentemente entre el presente y la nostalgia.
La erupción volcánica de la noche se preveía que tendría lugar en la plaza de Sant Jaume con el regreso de los míticos Amaya. De erupción volcánica, nada y ni el mito pudo salvar los papeles. Una verdadera lástima porque cuando el ventilador se puso a girar toda la plaza entró en movimiento, pero la felicidad duró poco. Comenzaron directamente con Caramelos presagiando que la cosa iba seria, pero no fue así. Inmediatamente todo se hundió y solo reflotó algo en momentos muy concretos.
Un desconcierto total en el escenario con unas voces fuera de lugar y total falta de ritmo escénico dieron al traste con las expectativas de una noche rumbera por todo lo alto. Otra vez será.
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