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Objetivo: las bandas del Este

Más de una veintena de grupos criminales organizados operan actualmente en Euskadi La Ertzaintza detuvo el año pasado a 164 de sus integrantes

'Ertzainas' y policías municipales patrullan en una calle de San Sebastián.
'Ertzainas' y policías municipales patrullan en una calle de San Sebastián. JAVIER HERNÁNDEZ

Los delitos y faltas cometidos en Euskadi en el primer semestre del año se elevan a 43.790, cifra que en términos generales se ha mantenido estable con respecto a igual periodo de 2011. Sin embargo, en las estadísticas policiales resalta el incremento considerable de los asesinatos (80%), la delincuencia violenta (22,7%) y los atracos (34,6%). ¿Quién los protagoniza? ¿Son hechos aislados o acciones perfectamente organizadas por bandas?

La pasada semana caía en Vitoria, fruto de una operación policial conjunta entre la Ertzaintza y la Policía Local, el último grupo organizado del Este de Europa especializado en robos de viviendas. Once personas originarias de Macedonia eran detenidas acusadas de al menos 36 atracos en otros tantos domicilios de la capital alavesa, en su mayoría a personas de edad avanzada. Otro grupo compuesto por cinco individuos se hacía esta semana con joyas valoradas en 20.000 euros en un comercio de Tolosa.

La gran movilidad de la delincuencia organizada complica su persecución

En Euskadi operan en la actualidad hasta 25 bandas organizadas, según los datos a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Su descubrimiento por la Unidad de Investigación Criminal y Policía Judicial de la Ertzaintza ha aumentado en el último año un 47,05%: las calles vascas han pasado de ver la actuación de 17 bandas en 2010 a 25 el pasado ejercicio. De ellas, la Ertzaintza logró desarticular totalmente a una decena, y a las otras, de forma parcial, ya que lograron huir algunos de sus miembros.

La mayoría de bandas disueltas se habían especializado en robos

“Una de las características de la delincuencia organizada es su gran movilidad geográfica, lo que nos complica a la hora de abordarla. Pueden estar actuando en Euskadi, pero residiendo en Barcelona una semana y luego desaparecer. Además, nuestra comunidad está muy bien ubicada estratégicamente por tierra, mar y aire”. Quien habla es uno de los responsables de dicha unidad de la Ertzaintza. Operativa desde hace 12 años y con sede en Erandio, se divide en diferentes áreas de actuación por tipología de delito y se halla en contacto diario con el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado de Madrid. “Si no existiera un intercambio de datos sería muy difícil llevar a cabo las investigaciones. La delincuencia cambia constantemente”, explica este responsable.

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Cuando una banda es descubierta lleva al menos seis meses actuando

La Ertzaintza descubrió el año pasado una banda cada dos semanas y cayeron cada 15 días. “El aumento de este tipo de organizaciones se debe a la gran movilidad geográfica. Están quemados en sus zonas y vienen a otras donde detectan más riqueza”, advierten fuentes de la unidad policial. “El seguimiento que se hace de las bandas es cada vez mayor entre todos los cuerpos policiales y consecuentemente la eficacia para acabar con ellas se ha incrementado. Detectamos con mayor rapidez a las que antes no teníamos fichadas”, añaden.

Si hace años los grupos organizados eran itinerantes, ahora, se asientan más en Euskadi. Llegados de Madrid, Cataluña o el Levante, eligen zonas costeras o núcleos urbanos amplios para pasar inadvertidos.

Se les detiene porque cometen algún error”, dicen fuentes policiales

De los 25 que se interceptaron el año pasado en la comunidad autónoma y en parte se desarticularon, un total de 19 “dormían en Euskadi”, donde tenían su sede organizativa y operaban. Los otros seis se movían por todo el territorio nacional.

Se dedicaban a robar en empresas, comercios y viviendas, atracar bancos, estafar y al narcotráfico. Solo dos bandas estaban compuestas íntegramente por ciudadanos españoles. El resto de nacionalidades incluía a kosovares, croatas, rumanos, georgianos, argelinos o sudamericanos. En total, esas 25 bandas sumaban 164 componentes, de los que las tres cuartas partes eran extranjeros.

“Vigilan los protocolos de seguridad”

“Las bandas van donde hay negocio. Y no se pisan; saben dónde operar”, afirman responsables de la Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza. Los datos así lo corroboran. Principalmente están presentes en núcleos urbanos de Bizkaia, donde optan por los robos en viviendas y por el narcotráfico y en Gipuzkoa, donde buscan zonas industriales para operar.

Su estructura es muy determinada. En el caso del tráfico de drogas, es más jerárquica. Existe una cabeza y a partir de ahí se van distribuyendo funciones. En el de los robos a empresas se adopta la de “racimo”, con varios jefes, ramificaciones por toda España y un control férreo de sus subordinados. La Ertzaintza ha constatado en los últimos años un aumento de la presencia de armas de fuego en las operaciones. “Antes su uso era más residual, ahora no. Son más frecuentes en las integradas por gente de Europa central y del Este”.

“La inversión que hacen para robar en las empresas es importante”, explican fuentes policiales. “Su apuesta son los sistemas de transmisión. Parte del dinero que obtienen con sus actuaciones lo invierten en compra de material como inhibidores de frecuencia para evitar las alarmas, abrir con rapidez una caja fuerte, evitar ser detectados por la policía o falsificar documentos de identidad”.

“Provocan simulacros, hacen saltar las alarmas para que vaya la policía o la empresa de seguridad de turno y ven varios días cómo actúan. Tienen controlados los lugares, vigilan los protocolos de seguridad y los tiempos de respuesta para después ejecutar su acción”, añaden.

Fue el caso de los robos perpetrados en agosto de 2011 en una serie de destacados restaurantes guipuzcoanos. Por el día, el grupo viajaba a los lugares para analizar la zona, las medidas de seguridad y las vías de escape. La noche anterior se alojaban en pensiones y hoteles de la zona. Cometido el atraco, regresaban a Madrid aunque antes depositaban el material usado en zulos en el monte o en descampados.

Cuando la Ertzaintza descubre a una banda, sabe que como mínimo lleva seis meses actuando y es cuando se le da la condición de organización criminal. “Arrastran un historial delictivo en el resto del Estado y han sido investigadas por las demás fuerzas policiales”, explican dichas fuentes.

Una de las características de las bandas es su continuidad en el tiempo. El periodo en que actúan se prolonga varios años. Su número de integrantes oscila entre tres y 10 personas. En el caso de los países del Este son más reducidas; en el de los del Magreb, más numerosas. También depende del tipo de delito en que se centren. “Si es narcotráfico les hace falta asegurar la vía de entrada, la vía de distribución, el blanqueo de dinero. La estructura es más compleja que quien busque atracar bancos o robar en empresas, que sólo necesitará cinco personas”, matizan. “En cualquier caso, es gente que lleva aquí tiempo, no vienen de sus países expresamente para montar la banda. La mayoría son procedentes del Este”, según apuntan estas fuentes.

Si en 2006 los grupos eran mayoritariamente albanokosovares, sudamericanos y rumanos, desde 2010 la Ertzaintza ha visto entrar en escena a diversos grupos llegados de Argelia, Bosnia, Georgia y Bulgaria.

De las bandas desarticuladas el año pasado, 20 actuaban contra el patrimonio, una se había especializado en atracos a empresas y cuatro, en narcotráfico. De las primeras, 15 fueron desarticuladas parcialmente y solo cinco en su totalidad. En el caso del narcotráfico y de robos a empresas, la desactivación fue total. “Se les detiene porque cometen algún error. En el caso de los miembros que logran huir, o ingresan en otra banda en otro lugar del Estado o con el tiempo pueden recomponer el grupo que ha sido desarticulado”. advierten miembros de la Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza.

Por ello, “la puntada final en una operación pasa por decomisarles y bloquearles los bienes materiales para que no puedan reconstituirse”. Aunque la ley lo permite, la Policía vasca nunca ha necesitado infiltrar a un agente en una organización criminal para conseguir que caiga.

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