Sangre en la alfombrilla
Hallados restos biológicos compatibles con el fallecido en el triple crimen del Eixample en el coche de su hija
El informe de los Mossos d’Esquadra sobre el análisis biológico de las distintas pruebas tomadas a raíz del triple crimen del Eixample del pasado 27 de enero (una pareja de ancianos y su nieta de 17 años fueron asesinados) indica que hay manchas de sangre que podrían corresponder al hombre muerto, Josep Claveguera, en la alfombrilla del conductor del vehículo de su hija, Mónica Claveguera.
Alejandro Cuartero, exnovio de Mónica, está en prisión desde el 24 de febrero acusado del triple asesinato, algo que él niega. El hallazgo en el coche de la que fue su pareja no tiene por ahora una explicación clara. La acusación particular, que ejerce como perjudicada Mónica, desvincula a su clienta del crimen, y alega que, posiblemente, Cuartero subió a su coche, lo que justificaría esos restos. En el documento, Mossos apuntan que Mónica no volvió a entrar en el vehículo desde que condujo hasta su piso (vivía con las víctimas), encontró los cadáveres y la policía recogió las muestras -algo que hicieron al día siguiente del crimen-, según ella misma manifestó.
Los análisis biológicos también señalan que en el margen superior del vidrio izquierdo de las gafas de Cuartero, en la zona interna dentro de la montura, podrían hallarse restos de ADN del padre de Mónica, aunque las muestras, igual que en el caso de la alfombrilla, tampoco son concluyentes al ciento por ciento.
La prueba más contundente se encuentra en el cordón para sujetar las gafas. En él, la policía ha identificado sin duda sangre de Andrea, la menor asesinada en el número 287 de la calle de Sardenya. Ese mismo informe recoge que en el coche de Cuartero hallaron un martillo con el mango de goma, amarillo y negro, en el que se detectó sangre, pero las muestras, que corresponden al menos a tres personas, no tienen suficiente calidad para determinar de quiénes son.
La defensa de Cuartero también tiene una explicación para los restos de sangre y ADN que le incriminan. El acusado estuvo en la escena del crimen junto a Mónica cuando esta le llamó tras encontrar a las víctimas. La familia tenía un perro que vivía en el domicilio y que presenció los asesinatos. Según su defensa, Cuartero se manchó al coger al animal. Además, un agente de los Mossos d’Esquadra guardó al perro en el maletero del coche de Cuartero para que no molestase en el piso, lo que explicaría, según su letrado, los restos de sangre encontrados en el martillo que hallaron en el vehículo.
El próximo 17 de septiembre tanto Cuartero como Mónica y la hermana de esta (madre de la menor) deberán declarar de nuevo ante el titular del Juzgado de Instrucción Número 27 de Barcelona que lleva el caso, que ha supuesto un esfuerzo ingente para la policía catalana.
Una tragedia narrada por Whatsapp
8.38 de la mañana. Dos vecinas del piso en el que vivían Andrea y sus abuelos, Núria y Josep, asesinados a golpes el 27 de enero en el barrio barcelonés del Eixample, mantuvieron la siguiente conversación a través de mensajes por Whatsapp:
—Que están cascando a alguien. El yayo está gritando a saco.
—¿Quieres decir que están pegando a alguien? Lo que oigo es como si alguien estuviera dando golpes contra la pared o algo.
—Tía, se oyen golpes y una tía o mujer gritando.
—Y no era la niña histérica, ¿no?
—O la niña, o la madre o la tía, no sé. Pero no parecían los típicos gritos de la niña. Y al abuelo se le oía gritar desde la escalera. Muy raro.
—¡Qué miedo, tía!
—Por ti, no. Vaya follón entre ellos.
—Ya, ya. No que a mí me pase nada, pero que pase algo grave un día.
—Ya... Pero es la primera vez que oigo algo así tan a saco.
—En fin, qué desastre de familia.
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