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David Palomar espera a la chamana

La Bienal de Sevilla roba el estreno de ‘Dama de Poncho Rojo’ a Cádiz

Chavela Vargas, en su concierto en el Bellas Artes de Ciudad de México, en abril pasado.
Chavela Vargas, en su concierto en el Bellas Artes de Ciudad de México, en abril pasado.PRADIP J. PHANSE

David Palomar aguarda a Chavela. La ve sentada en una butaca. Con su gesto recio, con su poncho, con su voz de aguardiente. No estará. Pero él la espera porque el espectáculo que ha preparado es un tributo a su persona y su alma. El estreno de Dama de poncho rojo, el primer homenaje póstumo que se ofrece a Chavela Vargas en España, adelanta su estreno. Antes de presentarse oficialmente en el Teatro Falla de Cádiz el 21 de septiembre, como se había previsto, se exhibirá dos días, el 12 y el 13, en el Teatro Quintero dentro del ciclo nocturno que este escenario ha creado para la Bienal de Flamenco de Sevilla.

El barrio de la Viña de Cádiz vio nacer a Palomar en 1977. No deja de tener el halo de joven revelación, de nuevo flamenco, etiqueta que mantiene a pesar de su extensa trayectoria, consagrada desde el purismo. Le avalan dos premios nacionales en el concurso de Córdoba. “Cuando me planteé el primer disco, miré mucho a Iberoamérica. Pensé en Cuba, en Argentina y al final caí en México, en Chavela. Me atrapó”. Así resume su historia de amor con la que él llama “la chamana”. Quiso cantar entonces sus canciones pero el peso de haber ganado el certamen cordobés le hizo decantarse por un disco más arraigado al duende clásico y a su tierra. Así nació Trimilenaria. Después llegó La Viña, cantón independiente, homenaje a su barrio pero con la mirada puesta en otros ritmos. Y ahora está volcado en ese tributo pendiente a la cantante mexicana.

Su concierto del 21 de septiembre en el Falla fue anunciado hace meses para conmemorar el Bicentenario de la Constitución de 1812, de ahí que lo patrocine el consorcio de esta conmemoración y el Instituto Andaluz de Flamenco. Finalmente, se verá antes en Sevilla bajo el prestigioso paraguas de la Bienal. El estreno, eso sí, llega cuando Chavela ya se ha ido. “Me hubiese gustado que hubiese sido en vida. No ha podido ser. No quiero que nadie piense que ha sido oportunista. Ha tocado así”, explica el artista casi excusándose.

Dama de poncho rojo serán 13 canciones. “Arrancaré con Macorina porque ella lo hacía así siempre”. Será distinta, sonará a alegría de Cádiz. Estarán los clásicos. La pasión arrebatada de Luz de luna, el amargo lamento de La llorona y un emblemático Piensa en mí. “Fue la canción con la que triunfó en España después de muchos años lejos de los escenarios. A mí me remueve mucho. Yo la haré a modo de bulería lenta”, avanza. Su espectáculo serán canciones pero también habrá una historia. Un guion hilvanado por Ana López Segovia al que el cantaor añadirá un tono crítico y reivindicativo con la situación política y económica actual. La escenografía corre a cuenta de la empresa gaditana RAS Artesanos. Y músicos amigos como Ricardo Rivera, Miguel Ángel López, Alejandro Benítez o Javier Mera. Y se rodeará de otros artistas de cante y baile. “Es, sobre la vida de Chavela, su personalidad, el amor”.

Y todo bajo el manto amplio del flamenco, el que lo cubre todo. “Yo no intento aflamencar nada. Sonará a flamenco porque mi voz es flamenca. Pero no lo forzaré”, aclara Palomar. Aunque también cree que Chavela Vargas era flamenca. “De esas voces profundas. Cuando canto sus canciones me acuerdo de ella inevitablemente, su forma de soltar las palabras de forma tan densa. Eso es emocionante”. De la mexicana, le gustaba su esencia. “Era femenina en su manera de expresar sentimientos y después era masculina en su manera de amar y vivir porque ella siempre había vivido con hombres”.

Dice el cantaor que el espectáculo será tan intenso que necesitará descansar entre canción y canción. Que será profundo y vibrante. Porque, desde hace semanas, siente que el alma de Chavela le guía. “La mala suerte es que haya trascendido como dicen los chamanes. Me da rabia que esto que estoy haciendo llegue a título póstumo”. Pero la aguarda en el patio de butacas. Y espera que se haga notar. “Si no pasa nada, si todo sale bien, pensaré que le ha gustado. Si se cae un foco o algo así, es que anda mosqueada”.

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