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Una reflexión necesaria

Las Corridas Generales dejan un tono de desencanto en el aficionado que apaga el resultado artístico, con dos puertas grandes y una docena de orejas

El Juli salió a hombros de Vista Alegre el pasado día 23 tras cortar dos orejas.
El Juli salió a hombros de Vista Alegre el pasado día 23 tras cortar dos orejas. F. D.-ALDAMA

Una mueca de desencanto o un gesto de resignación han precedido a cualquier declaración de un aficionado cuando se le pregunta por las sensaciones que le han dejado las Corridas Generales de 2012. Si han tenido un tono artístico medio, con momentos estelares mezclados con otros más grises, lo que ha marcado el ciclo es un tono de desencanto que ha difuminado cualquier alegría. Suficiente para iniciar una reflexión con la que conocer las causas de este parón en el positivo discurrir de la feria de Bilbao en la última década.

Las razones de este frenazo pueden atender a varios motivos. Por un lado, la presencia de menos gente en los tendidos ha enfriado el ambiente. Ha acudido menos público en primer lugar por la crisis, faltaban localidades que dependían de empresas que actualmente no se encuentran en tan buena disposición económica.

Por otro lado, buen número de aficionados ha decidido plantarse ante los precios de las entradas; no son más caras que en otras plazas, pero resulta un espectáculo caro y muchos bilbaínos han seleccionado los días para acercarse a Vista Alegre. Sin duda, es momento de bajar precios.

Con todo, tal y como está la economía hoy en día, no es despreciable reunir a más de seis mil personas cada tarde en un espectáculo de pago. Antes de valorar solamente la respuesta taurina, habría que reflejar las entradas de otros eventos de paso por taquilla, como los teatrales o deportivos, con escenarios y frontones a medio gas. Sin duda, es la ley de la crisis.

Los diestros no han dado la talla cuando ha salido el toro con emoción

La feria estaba bien trenzada de antemano. Quizás un poco plana; es decir, no había ningún reto que despertase la atención del panorama taurino. Todo quedaba supeditado a la seriedad de Bilbao y a la importancia de afrontar lo que supone el ruedo de Vista Alegre.

Y por ahí es por donde se ha caído la feria, una continuación de las que se celebran por toda la península, con corridas basadas en las figuras, en carteles uniformados sin competencia entre matadores acomodados con ganaderías cortadas a su medida.

Las Corridas Generales no han tenido brillo porque se ha perdido la identidad de esta plaza, con varias tardes como las del jueves y viernes con toros que no respondían a lo que Bilbao presume: trapío imponente. Además, las corridas del martes y el sábado se taparon por tener muchos cuernos, pero escaso remate.

A ello, se le ha sumado que los toreros no han dado la talla cuando ha salido el toro con emoción, como los dos primeros días. La puerta grande de El Juli, envuelta en una corrida terciada y justita de fuerza carente del valor verdadero de dos orejas en Bilbao, es el fiel reflejo de lo que ha sido esta Aste Nagusia: un ciclo que no ha satisfecho a nadie por encima de lo bueno y lo malo que se ha visto.

La reflexión debe abrirse para buscar las razones que han hecho bajar el interés de la fiesta, y lo mejor que tienen los experimentados rectores del coso de Vista Alegre es que cuentan con asociaciones de aficionados dispuestas a mojarse en las soluciones posibles. Sin duda, es el momento de contar con todos.

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