Las mínimas más altas desde 2003
La elevada temperatura del agua del mar de 28 grados impide que por la noche refresque El director de Laboratorio de Climatología de Alicante tilda el mes de agosto de "excepcional"
Lo peor de este verano no está siendo el sofocante calor de las horas centrales del día, sino que las temperaturas mínimas apenas descienden por la noche. Estamos viviendo el verano más cálido de la última década, con niveles similares a los registrados en 2003. Apenas ha habido días en los que superaron los 40 grados, pero la noche no refresca.
El director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, admite que estamos ante un agosto “excepcional” ya que ningún pronóstico “había marcado unas temperaturas mínimas tan altas”. El problema es que el mercurio no baja por la noche, y la sensación de calor y humedad aumenta. Las madrugadas son insoportables porque la humedad en algunos puntos roza el 90% y la temperatura se mantiene en 25 grados, con lo cual la percepción térmica es de 30 grados. Pero ¿por qué no refresca?. Según explica el catedrático de Geografía Regional de la Universidad de Alicante “el agua del mar Mediterráneo esta muy caliente, en la costa de Valencia alcanza los 28 grados, y eso impide que refresque, estamos casi delante de un mar tropical”, asegura Olicina. El domingo bajaron un par de grados las temperaturas y llovió en algunos puntos de la Marina Alta y Baixa. En Gandia se recogieron 40 litros por metro cuadrado, en Teula 38 y en Xàbia 36.
Según los datos de la página web meteoclimátic.com el sábado, por ejemplo, la temperatura mínima en Alicante-Rebolledo fue de 25,9 grados, y la máxima de 38,7. En Almoradí no bajaron de 25 grados, al igual que en Benissa, pero las mínimas más altas se registraron en Dénia (28,2), Mutxamel (29,2) o Muro d'Alcoi (28,4). Unas mínimas que son casi unas máximas, porque en Dénia el nivel máximo del mercurio fue de 33,3, y en Mutxamel de 35. En la provincia de Valencia las temperaturas mínimas más elevadas se registraron este sábado en Gandia (28,7) y Cullera (28,1), y la temperatura máxima fue de 34 y 35 grados, respectivamente.
La temperatura mínima en Dénia, Muro, Cullera o Gandia fue el sábado de 28 grados centígrados
En Valencia el sábado la temperatura más baja fue de 26 grados, y la máxima de 32. El mercurio apenas se movió. Cheste también registró una mínima de 26 grados y la máxima de 35, y en Piles la más baja fue de 28 grados y la alta de 35. Apenas siete grados de diferencia.
En Castellón hubo una máxima de 30 y una mínima de 23. Pero en Jérica, que está al interior, por la noche hubo 13, 4 grados y en las horas centrales del día 33. En la provincia de Valencia donde más refrescó por la noche fue en Calles con 18,8 grados y en Alicante en Villena, Alcoi y Banyeres disfrutaron de 17 grados de mínima.
Olcina explica que el mar tan cálido provoca que las sensaciones térmicas en la costa estén siendo tan elevadas, sobre todo por la noche. “Dicho de otra manera, la subida de temperatura que se registra a consecuencia del calentamiento global en nuestro litoral mediterráneo no se debe tanto a que hayan subido las temperaturas máximas diurnas sino a que han subido las mínimas nocturnas. Hace más calor por la noche. Y además es menos soportable por el alto grado de humedad ambiental. Una mínima de 24-25 grados con una humedad del 90% eleva la sensación térmica a 29-30 grados”, apunta el experto.
Gota fría
El agua del mar caliente es uno de los factores que se deben dar para que se genere este otoño una gota fría, pero el fundamental es el atmosférico. “Todavía es pronto para predecir si tendremos fuertes lluvias, para ello se debe generar realmente una bolsa de aire frío en las capas altas (gota fría) que produzca elevada inestabilidad, y si coinciden esos dos factores entonces se dan las condiciones idóneas para grandes trombas de agua”. Pero el hecho de que el mar esté caliente no es condición única para aumentar el riesgo. Y recuerda como por ejemplo en 2003 (el famoso verano del calor) la temperatura del mar llegó a 28 grados y luego no hubo gota fría en otoño.
Olcina recuerda que desde mediados de los 90 el agua del Mediterráneo se calienta más cada verano como consecuencia del “calentamiento global”. Según el profesor, “este tipo de veranos calurosos y con aumento de noches tropicales son veranos de cambio climático”. Y serán más frecuentes en el futuro con lo que ello supone de “pérdida de confort climático para el turismo y de incremento de afecciones causadas por el calor”, concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.