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Una noche impredecible

Jack White, el que fuera líder de The White Stripes, visita Madrid en solitario por primera vez

Jack White, en su actuación en el Hackney Weekend de Londres en junio.
Jack White, en su actuación en el Hackney Weekend de Londres en junio.OLIVIA HARRIS (REUTERS)

Esta vez Jack White ha cumplido con lo anunciado. Vendrá a Madrid el 1 de septiembre acompañado por dos grupos, como estaba planeado. “La gira será con ambas bandas. Hemos ensayado 40 o 50 temas. La idea es que nadie sepa cuál de las dos tocará cada noche. Me levantaré y en el desayuno decidiré si es una u otra, según mi estado de ánimo”, decía el músico de Detroit a este periodista hace unos meses en París en la presentación a la prensa de su primer disco en solitario, el colosal Blunderbuss.

El asunto trasciende más allá del capricho o la curiosidad. Dependiendo de la compañía que elija sobre el escenario, el concierto del próximo sábado en La Riviera será muy distinto. Una de las bandas, The Peacocks, está compuesta exclusivamente por mujeres, y tiene un sonido country folk. La otra, Los Buzardos, solo de hombres, posee una pulsión más rockera. No se asusten, las dos opciones merecen la pena: “Lo que me daba miedo es que a la gente le gustara más una que otra, pero por lo que he visto, gustan las dos por igual, así que ya no existe ese peligro”, concluía.

Es cierto, las críticas de su gira están siendo excelentes. En Los Ángeles o Vancouver tocó con las Peacocks y, por ejemplo, las crónicas de este último, hablaban de un “impresionante show a lo Opry” (refiriéndose al más mítico club de country del mundo). En Londres o San Francisco tocó con ellos y las reseñas fueron igual de laudatorias.

Historia de una rivalidad

Cuando The White Stripes saltaron a la fama en 2001, lo más llamativo fue su formación: Jack White tocaba la guitarra; Meg, la otra mitad del dúo, la batería. Ambos cantaban. No había bajo. Vendieron 10 millones de copias.

Abrieron un camino que han seguido dúos como The Black Keys. Su último disco, El camino, entró directamente en el número uno en Estados Unidos.

La admiración de The Black Keys por White no es mutua. Pese a que viven en la misma ciudad, Nashville, White les evita. Cuentan que no le ha gustado saber que actuarán en Madrid el 28 de noviembre en el Palacio de Deportes, mucho más grande que la Riviera.

Y eso que, en principio, el plan parecía un poco desquiciado por varias razones. La principal, que es caro y complicado ir de gira con 12 músicos y toda la parafernalia correspondiente. Más cuando solo vas a usar a la mitad de ellos cada noche. Tampoco parece el movimiento comercialmente más sensato que el público no sepa con lo que se va a encontrar. Porque no se trata de intercalarlos, que una noche fuera una y la siguiente la otra, sino que podía haber rachas de tres o cuatro conciertos en las que le apeteciera tocar con una, con lo que la otra se pasaría una semana viajando por el mundo para estar mano sobre mano. Un derroche aparentemente innecesario en tiempos de austeridad como los que corren.

En aquel momento, la gira no estaba todavía en marcha con lo que aquello parecía otra de las fanfarronadas de White. Es cierto que había presentado su álbum de esa manera en contadas actuaciones en televisión o en festivales de primer nivel, pero, vista la trayectoria del personaje, eso no significa nada. Hay que tener en cuenta que White, (nacido John Anthony Gillis en 1975) es la misma persona que dos años antes aseguraba que The White Stripes, el dúo de blues rock que tenía con su exmujer Meg, estaba en barbecho y meses después anunció su final. El tipo que poco antes de editar su debut aún aseguraba que no tenía planes para grabar en solitario y que todavía dice que Blunderbuss es, prácticamente un accidente. El hombre que, 10 años después de que se descubriera que Meg, su compañera en The White Stripes no era su hermana, como él decía constantemente, sino su exmujer, todavía sostenía en público que eso no era así. Resumiendo: las declaraciones de White hay que ponerlas siempre en cuarentena.

Pero todo se le perdona, porque es uno de los músicos de rock en activo con una trayectoria artística más inmaculada. Ha hecho de todo —siempre dentro de ese cajón de sastre que llamamos rock— y todo con un nivel por encima de la media.

Esa es otra de las razones que hacen especial esta gira. Por primera vez, White está tocando canciones de todos los proyectos en los que ha participado en 15 años de carrera. Eso significa que, además de temas de su disco en solitario y de The White Stripes, aparecen en su directo cosas que ha grabado con The Raconteurs, un grupo con el que editó dos discos de sobrio powerpop; The Dead Weather, en el que compartía escenario con Alison Mosshart, cantante del dúo The Kills (que consiguió notoriedad cuando el otro componente, Jamie Hince, se casó con la supermodelo Kate Moss); e incluso de su ocasional colaboración con el productor Danger Mouse en Rome, un disco en el que puso la voz sobre temas que homenajeaban las viejas bandas sonoras de spaghetti western que firmaba Ennio Morricone.

Esta será la primera visita de Jack White en solitario a Madrid, aunque ha pasado antes en varias ocasiones con sus otras bandas. Nunca ha fallado. White es una de las grandes esperanzas del rock. Uno de los pocos músicos que han salido del circuito de salas y no han perdido su esencia y uno de los escasos artistas que hacen que todavía se mantenga la esperanza en que el rock es algo más que un ejercicio de nostalgia.

Jack White. Sábado 1 de septiembre. La Riviera. 35 euros.

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