Del garrotín al zapateado de Sarasate
La obra Perspectivas es un claro homenaje a Carmen Amaya y a sus maneras
La danza española, en su espectro de amplitud, necesita de la presencia y el acicate de mujeres como Mercedes Ruiz, de su interés por el pasado plástico de los bailes y de la seriedad con que entra en ellos. La obra Perspectivas es un claro homenaje a Carmen Amaya y a sus maneras, ya tenidas entonces por expeditivas y directas, de fuego y forja, en palabras del poeta y flamencólogo Vicente Marrero. Ruiz no se amilana con esa sombra poderosa, un referente, sino que, muy al contrario, se calza y se adereza con un bolerillo recamado muy del estilo de la catalana y comunica su admiración a través de un baile preciso, virtuoso y entregado. Es de admirar su fuste y aquí desarrolla su tronío más allá de aquel Baile de palabras, que ya dejó muy buena impresión en 2011; tiene una noble resistencia, pues es ella sola con sus palmeros, cantaores y otros músicos, entre los que resalta David Lagos con esa badana de voz que pasa sobre los versos, una profunda belleza.
El zapateado (opus 23) de Pablo Sarasate ha conocido múltiples versiones y adaptaciones a la escena del baile español. Mercedes Ruiz la flamenquiza y se la encomienda a Santiago Lara, que con sensibilidad, traslada el violín solista a la guitarra de cabecera. El resultado es apreciable. La bailarina, vestida en travestido a la antigua moda (lo que ya hacía Amaya entre otras artistas de su tiempo, a veces con el traje de corto y otras con el charro), primero hace un garrotín lleno de guiños añejos y luego hace del zapateado una carta propia, aun con el detalle de precisar cierto fraseo y acentos que provienen de los más clásicos ya coreografiados, como es el de Antonio Ruiz Soler primero (1982) y Felipe Sánchez (1984) y que en su día y casi hasta ayer, bordaba Antonio Márquez.
El decorado, moderno y tecnológico, se basa en la geometría de Mondrian, parte cuadrados y rectángulos puros en azul cobalto y rojo sangre, y a veces un rótulo que se vuelve imagen: VIVIR. Eso parece hacer en su goce esta artista cuando planta en proscenio.
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