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RURAS | BENAGÉBER

Naturaleza industrial en el alto Turia

Benagéber es reserva natural, lago artificial, poblado fabril y senderos fluviales a un tiempo

Vista del embalse desde la parte del poblado donde residían los penados del franquismo que participaban en la construcción del pantano de Benagéber.
Vista del embalse desde la parte del poblado donde residían los penados del franquismo que participaban en la construcción del pantano de Benagéber.JESÚS CÍSCAR

Mientras Carlos Álamo, director de Valdeserrillas, esperaba el nacimiento del primer potrillo salvaje de esta reserva de animales, el único catamarán solar de los ríos valencianos recorría el embalse de Benagéber a los pies de la reserva y al otro lado, en las llamadas Colonias, un vecino terminaba con la reforma de la que fuera vivienda de uno de los penados que construyeron el pantano a mediados del siglo pasado. En Benagéber, la historia igual se detiene que se acelera. De esto último da fe el incendio que se desató en junio, reduciendo en cuestión de horas algunos hermosos pinares a una finca de tizones enhiestos.

Pistas

Para llegar. Se accede por la autovía A-3 (Valencia- Madrid), desviándose en Utiel, en dirección Benagéber- Tuéjar, recorriéndose unos 30 kilómetros.

Para retozar. Creada en el año 1972, la reserva Valdeserrillas es un entorno natural protegido situado entre el curso del río Turia y el barranco de El Regajo. Visitas guiadas, tlfs. 96 143 7261 y 652 064 002.

Para remar. La empresa Aventuria ofrece piragüismo y barranquismo, entre otros servicios. Información en www.aventuria.es y 962174194 o 608067710.

Para navegar. La información sobre el Barco Solar que recorre el pantano y hace un combinado con Valdeserrillas está en www.seacleaner.com/benageber. Reserva en benageber@seacleaner.com o el tlf. 96 231 20 47.

Para alojarse. El albergue de montaña El Sequer (963911643, 652064002) es un antiguo secadero forestal que gestiona el Centre Excursionista. Está en la carretera Utiel-Tuéjar a 23,5 km. de Utiel y 4 de Benagéber. El centro de vacaciones de Benagéber (963421457) está en la parte alta del poblado y tiene un espléndido mirador sobre el embalse. También se puede acampar solicitando permiso en el servicio Prop de la Generalitat Valenciana.

Para situarse. El embalse es importante para el abastecimiento de agua a Valencia y su área metropolitana y para el riego en el Camp del Túria y L'Horta. Según el botánico Cavanilles, en 1797 era un "pueblo de 70 vecinos, ocupados en cultivar un suelo ingrato". Hoy tiene 80 habitantes de hecho. La dispersión de la población tras la construcción del pantano, hizo que, además de este Benagéber, exista San Isidro de Benagéber, que es un barrio de Montcada, y San Antonio de Benagéber, antigua pedanía independizada de Paterna.

“La reserva se libró”, recuerda Juan Carlos Ballester, coordinador del portal pantanobenageber.com, “pero una lengua de fuego alcanzó a unos cuantos pinos”. Durante días, los animales “estaban asustados” y no se les veía. “Días después vimos en una cuevecita las cabecillas de una veintena de cabras hispánicas medio escondidas”.

La vida sigue y la mejor prueba será el relincho del potrillo, nacido de una manada de ejemplares procedentes de donaciones o del maltrato, que comparten correrías en este espacio protegido con ciervos, muflones, corzos y otras especies animales. La especie humana puede contemplarlos convenientemente guiada y también hacer piragüismo, senderismo, o recorrer en catamarán sostenible el cañón fluvial. El río llega ahí encajado entre rocas formidables y después del pantano, gira hacia el este y se encajona de nuevo hasta remansar en el embalse de Loriguilla.

Casi nadie recuerda que hace cien años se incluyó el pantano en el Plan de Obras Públicas estatal. Y de que en 1952, cinco años antes de que el Turia inundara Valencia, Franco inauguró a 800 metros sobre el nivel del mar la gran infraestructura pública de su tiempo, de manera que el pantano engulló un pueblo pero al mismo tiempo precisó la construcción de otro aún mayor para albergar a técnicos y trabajadores.

Ahí están la escuela, el hospital, la maternidad y la capilla para atestiguarlo; sus viviendas para presos o represaliados; su cine de invierno; su campo de fútbol, vaquería, matadero, gorrineras y cuartel de la Guardia Civil. Tenía hasta destacamento militar, porque la guerrilla antifranquista actuaba por la zona. Una treintena de trabajadores del poblado fueron detenidos en 1947, en una operación contra la guerrilla, y media docena de ellos fueron asesinados tras ser usados como parapeto en el asalto a un campamento guerrillero. Las edificaciones son mudo testigo de lo que allí pasó: trabajo, prosperidad y penalidades, vida y muerte.

Sumidero del embalse de Banegéber.
Sumidero del embalse de Banegéber.JESÚS CÍSCAR

Con sus antiguos talleres, carpintería o garaje en ruinas, el poblado puede recorrerse como si de un vestigio industrial se tratara. En la orilla de enfrente, se ven el fantasma hormigonado de la cementera que suministró argamasa para hacer la presa y el desagüe circular del pantano, un sumidero que algunos denominan “el agujero de la gloria”, como se conoce al más grande del mundo, el de Monticello, en California. Actualmente, muchas viviendas son utilizadas como segunda residencia. Varios edificios, entre ellos el economato, el cuartel, el hospital o la casa de los ingenieros, fueron rehabilitados y forman parte del actual centro de vacaciones. Ofrece éste variados servicios y actividades, y durante buena parte del año se llena con la algarabía de estudiantes que desarrollan actividades extraescolares.

Los más asiduos o entrenados se mueven por las pasarelas que hay entre los pinos como auténticas ardillas. En el mismo centro te proporcionan un magnífico folleto con la guía y la historia del poblado. Ahí se cuenta que entre los pobladores estuvo Joselito, conocido como El Niño del Pantano, antes de ser el famoso actor y cantante bautizado como El Pequeño Ruiseñor, y que deleitó con sus trinos a las gentes de la zona. Más que ruiseñores, se oyen grajas y cornejas o pájaros carpinteros. En la reserva abundan las rapaces. “Hasta un águila pescadora apareció en primavera”, señala sorprendido Carlos Álamo, como certificando el interés creciente que afuera suscita este paradójico enclave.

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