“Llevamos años exigiendo que arreglen los puentes”

No todos han podido entrar este domingo en la pequeña iglesia de Zarzosa de Río Pisuerga (Burgos). El templo, para un pueblo en el que en invierno viven “12 o 13 vecinos”, según su alcalde, Jesús Damián García, se ha quedado pequeño para los cientos de personas que han acudido al funeral de las tres mujeres y los tres menores que murieron en la madrugada del sábado cuando el monovolumen en el que viajaban se salió en una curva y se precipitó al Canal de Castilla.

“Aunque unos vivían en País Vasco —tres de ellos— y una chica en Barcelona, son todos de Zarzosa, porque sus padres o sus abuelos han nacido en el pueblo”, explica una vecina. “Los conocíamos a todos”, se lamenta.

El arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, ha presidido el oficio religioso, al que han acudido la directora general de Tráfico, María Seguí, y el subsecretario de Interior, Luis Aguilera.

El alcalde ha declarado seis días de luto y ha suspendido las fiestas, que se iban a celebrar la próxima semana. “Es lo mínimo, son hijos del pueblo y estamos muy tristes”, afirma Jesús Damián García, con gesto de dolor.

El municipio vuelve a revivir una pesadilla. Hace 39 años, murieron cinco jóvenes entre 16 y 21 años en el mismo puente por el que el sábado cayó la furgoneta que conducía Marta Santamaría Madrazo, de 37 años, y en la que también viajaban su hija Irati Lanz, de 6 años, y su sobrino, Ibai Azkue, de 12. Las otras tres víctimas son Paula Santamaría García, de 15 años; Laura Pérez Martín, de 18; y Margarita Alonso Corta, de 36.

“Llevamos años exigiendo que arreglen los puentes y no nos hacen caso”, claman unas vecinas en la puerta de su casa. Hay otros puentes aún más peligrosos que en el que murieron las seis víctimas. En las carreteras comarcales que conducen a Zarzosa hay estrechos pasos junto al Canal de Castilla de doble dirección, sin barreras de protección y en curvas muy cerradas.

El accidente se produjo, a las 4.45, cuando las víctimas, que pasaban sus vacaciones en Zarzosa, regresaban de las fiestas de San Llorente de la Vega (Burgos). Son precisamente estos pequeños viajes, de noche, para ir de un pueblo a otro, uno de los principales temores de la Dirección General de Tráfico, que pide “máxima preocupación”.