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Una policía de raza

La agente muerta de un balazo en el pecho el pasado miércoles en un tiroteo en Usera siempre defendió el servicio público y la atención al ciudadano. Con una gran fortaleza física Carmen Muñoz rehuyó los despachos y el trabajo administrativo

F. Javier Barroso
Policías municipales trasladan el féretro de Carmen Muñoz.
Policías municipales trasladan el féretro de Carmen Muñoz.LUIS SEVILLANO

Seis agentes cogen el ataúd en hombros. Van despacio, con el rostro muy serio. Pasan entre dos filas de policías que están en posición de firmes justo a la entrada de la Casa de la Villa. Una mujer empieza a llorar y se funde en un abrazo con el hombre que le acompaña. Intenta silenciar su lamento, pero no lo consigue. Se acentúa cuando el féretro llega a su altura. De fondo, un aplauso cerrado del centenar de personas que hay en la plaza. Así fue recibido el cuerpo de Carmen Muñoz García, la policía municipal de 62 años que murió tras recibir un disparo en el pecho el pasado miércoles. La mataron unos ladrones que habían asaltado una oficina de Correos en Usera.

La mujer había ingresado en el cuerpo en 1973, cuando la presencia femenina en los cuerpos policiales era más que exigua. Según recuerdan agentes que llevan muchos años de servicio, siempre le gustó la acción, estar en la calle y el poder ayudar a los vecinos. Su primer destino fue la calle, en la Unidad de Abastos y Mercados, que luchaba día a día en un Madrid en plena transición contra la venta ambulante ilegal. “Se seleccionaba a personas muy aguerridas y con carácter. Era una fuerza de choque en aquel entonces”, recuerda un mando policial.

Casi cuatro décadas de servicio

Carmen Muñoz ingresó en la Policía Municipal de Madrid en 1973, dentro de la segunda promoción de mujeres del cuerpo. Desde el primer momento estuvo comprometida con el servicio y fue destinada a la ya extinguida Unidad de Abastos y Mercados, que luchaba contra la venta ambulante ilegal.

Tras estar varios lustros en la Unidad de Tráfico, ingresó en el distrito de Usera en 2004 donde se mantuvo hasta el final. Era una gran conocedora de la zona y además la apreciaban los ciudadanos, según sus compañeros.

En los ochenta, Carmen Muñoz pasa a la Unidad de Tráfico. “Me costó mucho que estuviera unos meses en oficinas. Tuve que convencerla de que era temporal porque aquello de hacer informes no iba con ella”, añade otro mando. Por eso, en cuanto pudo, se marchó de nuevo a patrullar.

Ahí estuvo hasta que pasó en 2004 a la Unidad de Usera. “Se sentía muy cómoda en esta zona. Se conocía muy bien el distrito y la gente también la conocía a ella”, añade uno de sus jefes. “Era como una locomotora. No podía estar parada nunca. Tenía una fuerte personalidad y mucha convicción en lo que hacía. Todo eso, unido a compromiso con el trabajo bien hecho, eran sus principales características”, añaden otros responsables policiales.

“Seguía con su deformación profesional. No paraba de luchar contra la venta ambulante ilegal. Como en Usera se da tan a menudo, siempre decía que, en lugar de salir en un patrulla, le teníamos que dar un furgón para meter toda la mercancía que decomisaba al día”, confiesa un compañero suyo.

El miércoles había salido a patrullar con su compañero Santiago Lozano, de 52 años, cuando dos ladrones entraron en la oficina que Correos tiene en la avenida de Andalucía. Tras apoderarse de los objetos de valor, se subieron a una Citröen Berlingo gris y huyeron por la avenida de Eduardo Barreiros. Justo en ese momento, se cruzó en su camino el patrulla donde iban los dos policías. Los ladrones, lejos de entregarse, abrieron fuego y mataron en el acto a Muñoz y dejaron herido de gravedad a Lozano. No les dieron tiempo ni a que desenfundaran. Es más, les quitaron las armas, cuando estaba abatidos.

A partir de ahí, más de uno ha querido abrir la polémica al decir que no debería haber patrullado con 62 años. Pero Muñoz era “de otra pasta”, como la describió un compañero. Como detalle, el que destacaron los sanitarios del SAMUR que la atendieron. La primera descripción que dieron de ella es que se trataba de una mujer de unos 40 años. En ningún momento aparentaba los 62 que tenía. “Tenía una fortaleza física muy buena. Además, había superado las pruebas de tiro, porque de otra forma le habríamos quitado el arma reglamentaria y habría terminado en oficinas”, reconoce un jefe policial.

La policía busca desde el miércoles al dueño de la furgoneta Citröen Berlingo gris utilizada para huir del atraco a la oficina de Correos. Supuestamente pudo ser el autor de los disparos. También trata de identificar a su compinche. Los agentes de Homicidios han centrado sus pesquisas en un hombre que puede estar en tratamiento con metadona y que reside en Vallecas.

La plaza de la Villa fue la mañana del jueves un continuo deambular de compañeros, tanto de Madrid como de otras localidades de la región. La familia quiso que la capilla estuviera en el antiguo Ayuntamiento. Allí la alcaldesa Ana Botella le impuso la medalla al mérito policial. Horas después fue inhumada en Cadalso de los Vidrios. “He trabajado con muchos compañeros, pero muy pocos me han dejado una huella como ella”, resumía ante su féretro otro agente. Así era Carmen Muñoz.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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