Nieve en pleno agosto

Treinta y cinco grados. Cuarenta en semanas con olas de calor, como la actual. Pero aun así es posible encontrar nieve en el centro de Madrid. Al menos en las paredes del Centro Ruso de Ciencia y Cultura, que acogen hasta el 29 de agosto la exposición fotográfica Norte de Rusia, de acceso gratuito. Reflejan el paso del fotógrafo Guennady Smirnov por los lugares remotos que visita en busca de lo extraordinario de la vida ordinaria. En este caso, lo localiza a 1.500 kilómetros al norte de Moscú, entre monasterios cubiertos de nieve que hace casi un siglo acogieron los primeros campos de concentración soviéticos, en el archipiélago de Solovkí. La muestra se combina con uno de los habituales ciclos de cine en versión original de esta institución, también de acceso gratuito y con subtítulos en español.

Como si de una postal navideña se tratara, apenas un árbol pelado y el tejado de una casa recortan un blanco manto de nieve que cubre una de las imágenes de Norte de Rusia. Junto con el agradecido aire acondicionado, es posible olvidarse de estar en medio del más pleno verano madrileño en el centro de la capital, en el número 34 de la calle de Atocha. Muchos turistas que pasean por la zona, próxima a la Puerta del Sol, aprovechan para acercarse a la cultura rusa a través de esta exposición y, de paso, visitar el palacete del siglo XIX y de 160 años de antigüedad que acoge el Centro Ruso, según explica su jefa de proyectos culturales, Svetlana Yaskova.

La institución fue inaugurada el pasado diciembre, coincidiendo con el final del año de especial intercambio cultural entre España y Rusia, en el que se celebraron actividades recíprocas en ambos países. Desde entonces, acoge diferentes actividades, entre ellas clases de ruso (en una labor similar a la del Instituto Cervantes) y de diversas disciplinas, como la música, el ballet o la pintura. Y está abierto a todo el que quiera animarse a traspasar su puerta, como Gaspar Murillo, un joven profesor de español sevillano “apasionado de la cultura rusa”. “Vengo de paso, de viaje, y me he acercado a ver qué había. Me encantaría vivir cerca de un sitio con todas estas actividades”, comenta mientras pasea por la exposición. Esta se presentó por primera vez en el año de Rusia en Francia, en 2010, y desde entonces ha recorrido diferentes países, como Alemania, Panamá o Cuba. Ahora se puede ver en Madrid de lunes a viernes de 15.00 a 20.00.

Al tiempo, se mantiene la habitual oferta cinematográfica del centro, en este caso concretada en cuatro películas todos los lunes a las seis de la tarde. Tras el drama bélico Cuando vuelan las cigüeñas del pasado día 6, la semana que viene se proyectará el documental El terrorismo ordinario y el día 27 el drama Equipo. El plato fuerte toca el 20, con el clásico de ciencia-ficción de 1972 Solaris. Amplio abanico ruso para contrarrestar, buscando los efectos contrarios a los del vodka, el calor madrileño.