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Reixa pregona y Caballero inaugura las fiestas de Vigo

Más de la mitad del presupuesto lo consumirá el concierto de Serrat y Sabina

Antón Reixa durante la lectura del pregón de las fiestas patronales de Vigo.
Antón Reixa durante la lectura del pregón de las fiestas patronales de Vigo.LALO R. VILLAR

Los aires de una sólida charanga, escoltada desde Príncipe por una comparsa global —de globos: blancos, rojos y azules, fusión de los colores de Vigo y Galicia—, anunciaron ayer el pregón de las “grandes fiestas” de Vigo, la Semana Grande, cuyo programa ya comenzó el 30 de julio y se extenderá hasta el próximo día 16, emplazado a combatir el estigma de “cutrefiestas” que lo acompañan desde su presentación, con un presupuesto de 469.000 euros, de los que más de la mitad, 250.000, los consumirá el “contraataque de los dos pájaros”, Serrat y Sabina, por decisión personal del alcalde, Abel Caballero, en guerra con la Asociación Galega de Empresas Musicais (Agaem) por sus desdenes. Ayer Antón Reixa pronunció el pregón.

Abel Caballero “mandó a parar” (la charanga) en la Praza da Constitución y Reixa, icono de la movida viguesa y de tantas otras cosas antes que presidente de la Sociedad General de Autores, leyó, para pregonar la fiesta, una glosa de Vigo con única y brillante inspiración en la melancolía. La víspera había actuado al frente de Os Resentidos y junto con Siniestro Total en Castrelos, que una vez más llenaron —“una inmensa muchedumbre”, contó Caballero— con los resultados satisfactorios de una fiesta cómplice. Pero ayer, como pregonero, sólo mostro la resaca de su alma viguesa.

Evocó en su pregón los “mil Vigos” de los jichos que bullen en los barrios de la ciudad, su navegación adolescente en bocatas de calamares por Beiramar y los naufragios en el Kiosco de las Almas Perdidas, a la vera del Berbés. Al capitán Nemo y al Atlántico de ida y vuelta, entre el puente de Rande y Nueva York, que familiariza Teis con Broonklin y, muy en su estilo, decenas de asociaciones entre las que no podía faltar el Cristo de la Victoria, claro está, que también llegó por mar aunque, señaló el pregonero, “como todo el mundo sabe, era de Ourense”.

Una tenue lluvia mandó al público, unas decenas de personas, al refugio de los soportales, y Caballero, con la plaza vacía, declaró inauguradas “las fiestas eternas, que no tuvieron principio ni fin” con un “¡Morra a crise!”. Después se desplazó al Pazo Quiñones de León para asistir a la lectura del bando del mismo Cristo de la Victoria por Felipe Bárcena y Varela de Limia, conde de Torrecedeira, que también engorda el programa municipal, como la procesión de hoy, esta sí, inexorablemente multitudinaria.

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