Regresa La Capitana
La leyenda de la bailaora Carmen Amaya revive en cuatro capítulos en el teatro Goya
Vivir para bailar, bailar para no morir. En este lema se ha basado la coreógrafa Maria Rovira para representar a la bailaora Carmen Amaya, en una creación que le rinde homenaje a través de una mezcla explosiva de flamenco y danza contemporánea. De Carmen (ballant a la sorra)presenta la faceta más íntima y poética de La Capitana, desde ayer en el teatro Goya, en el ciclo Dansalona.
El espectáculo, con dramaturgia de Victoria Szpunberg, muestra a Carmen en cuatro facetas fundamentales de su vida. La primera, De negro, encarna el proceso de su muerte en Begur (Baix Empordà), asediada por una enfermedad renal que tuvo que sobrellevar toda su vida y que la obligaba, por órdenes médicas, a transpirar el doble que el resto de la gente. “Ella decía que la enfermedad le daba la etiqueta de bailarina aguerrida, salvaje. Era bailar o morir”, explica Maria Rovira, directora y fundadora de la compañía Trànsit Dansa.
Con la percusión del zapateo y la música en vivo de Juan Gómez, Chicuelo, la historia se traslada a su niñez, dando paso a la segunda faceta. El escenario esta vez es el Somorrostro, un barrio chabolista de gitanos y pescadores donde Carmen bailaba desde los cinco años. Representa una etapa feliz, junto a su familia, que transcurre entre actuaciones en restaurantes, en bares y en la arena de la playa.
Una tercera etapa revive su exilio en Argentina, durante la Guerra Civil, y su éxito posterior alrededor del mundo. Vistiendo un pantalón de talle y tacones altos, la bailarina Cristina Chacón encarna a una de las primeras bailadoras que se pusieron pantalones en sus presentaciones. En una última faceta, llamada De pronto, se hace una reflexión sobre el momento de su muerte, a los 50 años, poco después de rodar la mítica película de Rovira Beleta Los Tarantos. Antes de despedirse, el espectáculo rinde un pequeño homenaje a Enrique Morente, con la versión por tangos que hizo el granadino de la canción Sacerdotes.
De Carmen (ballant a la sorra), que se presenta un año antes del centenario del nacimiento de la artista, es un reconocimiento a la mujer, a la danza y a la revolución que representó Carmen Amaya para el mundo del flamenco. “Era una mujer rompedora, a quien Barcelona debía un homenaje”, afirma Rovira.
La coreógrafa, que hace dos años presentó el espectáculo Somorrostro, sobre el barrio en que vivía Amaya, pasó varios meses estudiando al personaje y se dio a la tarea de contactar con las personas que de una u otra manera habían tenido relación con ella o que vivían en el depósito de chabolas que quedaba en lo que hoy es la brillante Barcelona olímpica.
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