El pop de ‘crispetes’ de Els Amics de les Arts cerró el Grec

Un hito más en una temporada musical que difícilmente olvidarán: clausurar el festival de verano de Barcelona. En el ultimo día de julio, allí donde el periodista retórico diría que coincide el mes que se va con agosto, el que viene, Els Amics de les Arts volvieron a celebrar su existencia con la complicidad de un público que participó en todas y cada una de sus canciones, celebradas como viñetas humorísticas que reflejan sus propias vidas. Dos horas de concierto para recordar que ésta está siendo una temporada que el grupo atesorará como un recuerdo probablemente imborrable.

En relación a su presentación en Barcelona a finales de abril, el grupo ha mejorado de manera sustancial en sus prestaciones en directo. No es que haya alcanzado una solvencia intachable, pero la sonoridad se ha redondeado y la conjunción entre el cuarteto y la banda de apoyo ha mejorado. Hay otra diferencia bastante importante, y es que los diálogos entre los cuatro Amics ya no son constantes, los chistes no resultan obligatorios entre canción y canción y, en consecuencia, esta dosificación de la comedia garantiza mejores resultados. El humor permanece en su misma línea, un humor blanco basado en la ocurrencia y barnizado por la buena voluntad un punto ingenua, pero ahora funciona bastante mejor.

Con respecto a aquellos exitosos conciertos en el Coliseum, la banda introdujo algunos cambios. De entrada el repertorio alteró su orden, en buena medida porque en el Grec el grupo contó con dos grupos que le ayudaron a grabar el disco y que en la noche del martes aparecieron como invitados de lujo: el Col·lectiu Brossa i el coro Twocats pel Gospel, con cuyo concurso sonaron media docena de canciones, desde “Carnaval” hasta “A aquestes alçades de la pel·lícula”. Fue un regalo extra para un concierto especial, uno de los más especiales de la temporada según indicaron los propios miembros de la banda.

Y lo demás ya fue a feliz repetición de las claves que explican el éxito del grupo, un grupo formado por los hipotéticos vecinos que con una mirada no sustancialmente distinta a la del resto de la comunidad han sabido encontrar esa tecla de la simpatía y proximidad que les exime de otras exigencias. Su ausencia de recovecos, intenciones más allá de lo evidente y la simplicidad y sencillez de su propuesta, una masticación para todos los públicos de las líneas maestras del pop que ahora funciona en Cataluña permiten entender junto a la perseverancia de los cuatro Amics, un éxito sin paliativos. A ellos acudió el Grec para cerrar sus actividades por este año. De esto también pueden hacerse muchas lecturas, y no precisamente alentadoras del entusiasmo.