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Flores contra la recesión

El sector de las plantas ornamentales de Tomiño crece pese a la crisis La producción aumenta y se amplían mercados en el extranjero

Tres empleados de la comercializadora de plantas Coplant en Tomiño.
Tres empleados de la comercializadora de plantas Coplant en Tomiño.LALO R. VILLAR

Juan Peixoto Carrera cambió el fusil por los claveles mucho antes de que el Grândola Vila Morena defenestrara la dictadura de Salazar. Hijo de emigrantes portugueses en Tomiño, la vigilancia del contrabando en el destacamento fronterizo de Arbo lo habían acercado a las penurias de trabajar el agro. Cuando el uniforme no le exigía dedicación, aprovechaba para confundirse entre los vecinos. Enamorado del arcoíris de sus jardines, mano tendida y ojo avizor, ayudaba en sus cuidados como uno más.

A su regreso a la casa familiar tras ser expulsado del Cuerpo de Carabineros, aquellos aprendizajes lo salvarían del hambre. El arte del injerto resultó ser rentable y volvió a empezar de cero. Las primeras plantas que crecieron bajo sus cuidados recorrieron kilómetros de feria en feria a lomos de un burro de alquiler. El tiempo fue labrando su experiencia y ésta la posibilidad de ampliar el negocio. En 1906 la finca se le había llenado de tantas flores que Peixoto tuvo que levantar un vivero. Desde entonces, las tierras del ayuntamiento tomiñés no han dejado de cubrirse de tapetes de fieltro y lonas de plástico. En sus dominios se concentran el 15% de las empresas de planta ornamental de Galicia y su fama cotiza a nivel mundial.

Inicialmente, la actividad complementó los ingresos de muchas familias en una comarca de tradición agrícola. El arraigado dominio de los cultivos de huerta comenzó a sentir el incremento de la superficie dedicada a la floricultura a partir de los años ochenta. Las bondades del clima y la tierra baixomiñota la convertían en la alternativa productiva con mayores expectativas de futuro de todo el rural. Después, los años de bonanza hicieron despegar con tanta fuerza al sector, que muchos creyeron sembrar milagros en tiestos de diez centímetros de diámetro. Pero la actual crisis provocó una criba y los que no se habían profesionalizado fracasaron o quedaron atrás. Lejos quedan los tiempos en los que, ante la falta de macetas, las plantas se vendían envueltas en bolsas de plástico de algún supermercado local. Las naves se asemejan cada vez más a cadenas de montaje y los invernaderos a hoteles de cristal para plantaciones mimadas con lujo. Ya solo resisten los que innovan.

Ante las nuevas exigencias del mercado, en Tomiño comprendieron antes que nadie que la creciente competitividad exigía cooperación y asociacionismo. Con el objetivo de rentabilizar al máximo las acciones de venta, promoción y logística, en 2004 cinco viveros del municipio fundaron la comercializadora Coplant. Hoy venden cerca de 1.500 artículos procedentes de 42 productores externos y lideran la producción gallega en el exterior. Mientras el conjunto del sector sobrevive a duras penas en una espiral de continuas pérdidas, ellos crecen y crecen. A pesar del socavón económico, el pasado ejercicio sus exportaciones aumentaron un 10% y el total de su facturación sumó cinco puntos porcentuales más que en 2010. La diversificación de su oferta, la tecnología de sus instalaciones y la fidelización de sus clientes europeos explican buena parte de los resultados. Grandes centros de jardinería en Portugal, Francia, Alemania e Inglaterra concentran el grueso de las ventas. En algunos productos la demanda es de tal envergadura que, según José Cosmed, presidente de la comercializadora, muchas veces la producción se queda corta.

En términos generales, Galicia ocupa el tercer puesto estatal por volumen de manufacturación y presume del mayor ratio de empleados por hectárea de cultivo dentro del conjunto de actividades agrícolas. Solo en el Baixo Miño, 500 personas, mayoritariamente mujeres, dependen directa o indirectamente de su actividad. Sin embargo, sus méritos no encuentran hueco en la agenda política de San Caetano. En la Consellería de Medio Rural ni siquiera cuentan con datos propios y actualizados del negocio. Santos Rodríguez, director comercial de Viveiros Río Tollo, se queja del abandono: "Desde el cambio de Gobierno en la Xunta no interesa saber ni cómo está el sector ni cómo funciona. Como molestamos poco y nuestra contribución al PIB gallego aún es modesta nadie se acuerda de nosotros. Antes existía cierta preocupación. Ahora nada de nada".

Pero la inminente subida del IVA les afectará como a todos. Además del incremento del precio de las materias primas, a partir de septiembre la venta de productos ornamentales pasará a gravarse al 21%. Según explica Rodríguez, el hecho de que las plantas, tanto en Europa, como cada vez más en nuestro entorno, se consideren una necesidad básica como otra cualquiera, ayuda a que el mercado se mantenga estable. "Los precios bajan año tras año y el producto es más asequible para el consumidor, pues el beneficio no depende de la subida del importe del artículo sino del aumento de la producción". Pero ahora estas dinámicas pueden verse afectadas. "El alza del gravamen actuará como si hubiera un nuevo intermediario al que pagar. Aún no sabemos cómo de negativo será su impacto".

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