Búnker musical y joyas retro
El cantante y creador de la banda La Casa Azul elige el paseo típico por el Rastro con parada obligatoria en una tienda de antigüedades aunque no deja de lado los bares de Malasaña
1. Café Isadora. Es uno de los muchos lugares que asocio a mis visitas a Madrid en plena adolescencia tardía. Malasaña, la bailarina Isadora Duncan, ese piano que tienen en el café... Yo iba por la tarde. A esa hora había una mezcla encantadora de abuelitas y jovenzuelos modernos. Por la noche no me gusta (Divino Pastor, 14).
2. Picnic Bar. Este es mi lugar favorito de Madrid. Recuerdo mi primera cita allí. Para hacerme el interesante me pedí un Bloody Mary, un cocktail que no me gusta nada pero que pensé que la impresionaría. Fue un desastre total. Ella se pidió un té... ¡Un té! Y yo con un vaso gigante de tomate, vodka y salsa de carne cuando hubiera quedado estupendamente pidiendo una cerveza (Minas, 1).
3. Los jardines del Campo del Moro. Está al lado del Palacio Real. Ese verde tan verde en el centro de Madrid... No sé, es raro. Es de los pocos lugares con árboles que no me producen alergia.
Sensaciones pop
Guille Milkyway (Barcelona, 1974) es La Casa Azul. Es su voz, sus letras, su música... Llenó Matadero en el Día de la Música, festival en el que el viernes era cabeza de cartel. Es un amante de la noche madrileña y es DJ en varios locales de la capital.
4. Peseta. Hay telas bonitas y muchísimas máquinas de coser. Es un buen ejemplo de resistencia a la uniformización del vestir. Es como comer verduras del huerto del vecino en vez de comprarlas en Mercadona pero en telas y bolsas (Noviciado, 9).
5. Discos Las Metralleta. Digo esta por elegir una. Podría ser Killer's o La Gramola, pero lo que pasa es que en La Metralleta es que por el hecho de estar bajo tierra uno tiene la sensación de estar en un búnker. He pasado muchísimas horas de mi vida allí. He comprado cantidades ingentes de vinilos de todo tipo. Durante una época tuvieron una selección increíble de discos de Sonido Philadelphia a cuatro perras (Plaza de las Descalzas).
6. Sala Siroco. He pasado allí mis mejores momentos nocturnos. La programación es súper heterogénea pero siempre se elige con el máximo criterio. Las fiestas más míticas son las de Flor de Pasión (el programa de radio dirigido por Juan de Pablos). Y una vez al mes tiene lugar el llamado Elefant Club que recuerda mucho a las fiestas indie-pop clásicas de algunos clubs pequeños de Londres o Tokio (San Dimas, 3).
7. Restaurante vegetariano Artemisa. El mejor restaurante vegetariano al que he ido en mi vida. Es el típico que rompería con cualquier estereotipo acerca de la bondad de la comida vegetariana. Si llevas allí a tu mejor amigo pro-carnívoro se convertirá seguro (Tres Cruces, 4).
8. El Rastro de Cascorro. Supongo que es algo típico y tópico, pero me gusta muchísimo ir al Rastro. Allí he comprado de todo: desde discos de Hugo Montenegro hasta llaves allen de métrica americana o válvulas Telefunken de las buenas buenas: las VF14.
9. El 8. Lo malo de ir al Rastro es que uno siempre acaba por entrar en El 8, una tienda de muebles de segunda mano donde encuentras, sobre todo, joyas de los años cincuenta. Su selección de sillas y sofás es increíble. Y digo que es lo malo porque los precios a veces resultan prohibitivos, pero es todo tan bonito... Y el dueño siempre me ha parecido un hombre fascinante (Mira el Río Alta, 8).
10. Restaurante El Pajar. El mejor menú que uno puede comer en Madrid, y en pleno barrio de Malasaña. Además, el servicio es digno de 1958. Máxima calidad y precio inmejorable. Lo tiene tó (Luna, 12).
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