Refrescante pieza de verano
Moncho Alpuente describe con destreza el paisaje humano y urbano madrileño
La vida cotidiana madrileña cuenta con un puñado de cronistas que relatan con sapiencia y desenvoltura sus costumbres y avatares. Uno de sus abanderados es el escritor Moncho Alpuente, cuya probada destreza a la hora de describir el paisaje humano —y urbano— madrileño encuentra ahora certera expresión en su última novela, Un maldito enredo, recién presentada en distintos circuitos literarios madrileños.
En ella, el autor hace aflorar sus conocimientos sobre quienes moran en esta ciudad y su singular perímetro, en esta ocasión segoviano, donde discurre asimismo la trama de una historia detectivesca en la que su personaje Mila Santacruz, atrevida peluquera, gordita, treintañera y vecina de Malasaña, cobra un protagonismo del cual el lector o lectora quisieran saber más, tras su irrupción inicial en Rizar el rizo, la primera entrega de sus andanzas.
Lenguaje coloquial y cercano. En esta nueva ocasión, se trata de una pieza refrescante contada en un lenguaje coloquial y cercano tan caro al autor, que trenza un relato, no desprovisto de tópicos, donde el sentido común, el mismo que preside las actitudes de las gentes de a pie y da sentido a sus vidas, rezuma por doquier. Hay en esta historia malos y buenos, claro —el guion lo exige— pero incluye además un repaso al estado de ánimo de una sociedad acosada y desvertebrada por la prepotencia de los poderosos y, en este caso, más precisamente, por los gánsteres.
Aunque los aspectos refrescantes, juguetones y divertidos de la novelita priman por doquier, de su interior surge un mensaje de potente crítica hacia los responsables de la deriva que hoy padecen las gentes, perplejas ante la incompetencia e impunidad de los variados poderes que la atenazan desde tanto tiempo atrás, pero con recursos de ingenio y fantasía para sobrevivirlos, como el autor refleja.
Un maldito enredo. Por Moncho Alpuente. Editorial Akal. 160 páginas. 14,50 euros.
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