“Ellos nunca lo harían, pero nosotros lo seguimos haciendo”
Cada año 8.000 mascotas son abandonadas en Madrid El 60% termina siendo adoptada
Aunque parezca más grande que un caballo, Piñón es un cachorro de mastín español de menos de un año. Bonachón y encantadoramente bruto, lleva un día en el Centro Integral de Acogida de Animales (CIAAM) que la Comunidad de Madrid tiene en Colmenar Viejo. No tiene chip. No tiene dueño conocido. “Le recogimos ayer en una carretera, tirado en una cuneta, donde le habían abandonado”, cuenta Luis, uno de los voluntarios que dedican unas horas a la semana a atender a los 170 perros y gatos que actualmente ocupan las instalaciones, con una capacidad para 250 animales.
El caso de Piñón es parecido al de Minucias, un perrito que no levanta dos palmos del suelo pero que, pese a pesar apenas un kilo, tiene completamente dominada a la american standford con la que comparte espacio. El verano es sinónimo de vacaciones, pero también del abandono de miles de mascotas. “La crisis no está fomentando el abandono de animales, en parte porque se compran menos, pero hay que combatir esta realidad: 8.000 perros se abandonan cada año en la Comunidad. Aunque somos una sociedad muy generosa y el 60% son adoptados, hay que lograr que sean muchísimos más”, explica el viceconsejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Luis Asúa.
En Madrid hay 400.000 perros, y un tercio de los hogares cuenta con un perro o un gato. El del propio Asúa es uno de ellos. Y predica con el ejemplo. Antes de encargarse de la cartera medioambiental, se acercó durante una semana entera al CIAAM –que se encarga de los animales que se recogen en las calles de 77 municipios con menos de 5.000 habitantes; aparte hay una red que forman decenas de ONG y los centros de animales de los ayuntamientos mayores- para adoptar a Nelson. “Le puse el nombre en honor de Mandela, por los años que se pasó encerrado en su lucha por la libertad. Mi Nelson estuvo nueve meses esperando un dueño y un hogar donde le trataran con respeto”, explica emocionado durante la presentación de la campaña de lucha contra el abandono de mascotas.
Pese a que toda una generación quedó marcada por aquel spot inolvidable de Él nunca lo haría, el periodo más crítico del año se produce a los tres-cuatro meses de las Navidades. “Cuando los cachorros que se han regalado en Reyes se convierten en adultos, y crecen, y crecen…”, asienten en la Comunidad, donde han elaborado un perfil medio de cómo son quienes abandonan a sus mascotas: varón, español, mayor de edad y que no muestra interés por prestarle tratamientos veterinarios. El perfil del animal abandonado corresponde por lo general a un macho, joven y mestizo. Las camadas tampoco se libran.
Yolanda, otra asidua del CIAAM, resalta la importancia del voluntario. “Hago un llamamiento a la gente que no se pueda permitir tener un perro, pueden venir aquí un día a la semana a sacarles unas horas. Aunque parezca una chorrada, a los animales les hace mucho bien. Esta a la que estoy sacando no salía de su celda desde el sábado pasado”, dice. “También se pueden llevar dos o tres meses a casa a alguno si tienen que operarlo y no puede permanecer con los demás animales hasta que se recupere”, añade. “Aquí a ningún animal se le eutanasia salvo por una enfermedad irrecuperable. La lástima es que muchos de los perros y gatos mayores que hay pueden quedarse aquí años, o toda la vida, porque nadie los quiere. Solo se quieren cachorros”, apunta otra voluntaria.
“Hay que acostumbrar a los niños a que sean respetuosos con los animales para que no pase lo que está pasando”, reflexiona María, una madre “concienzada” que se ha acercado con su hijo pensando en aumentar la familia. “El problema de los animales abandonados es que no tienen chip y por tanto no sabemos quién es su dueño, mientras que sí lo sabemos en el caso de los animales extraviados. Me parece poco que se les vaya a cobrar diez euros al día [más IVA] por su manutención en el CIAAM, y la verdad”, interviene Asúa. El Gobierno de Esperanza Aguirre aprobó ayer esta medida. El Ejecutivo autonómico argumenta que los gastos derivados del abandono de mascotas le ha costado a las arcas regionales 15,6 millones de euros. “Los animales tienen aquí una segunda oportunidad”, resume Luis, un voluntario que se ha terminado llevando dos perros a casa.
“¡Auuuuuuu!”, resuena de repente a la espalda. Son los lamentos de un megamastín que creía haber encontrado un dueño. “Ellos nunca lo harían, pero nosotros lo seguimos haciendo. Los seguimos abandonando”, lamenta Yolanda.
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