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Noche grande en la Residencia de Estudiantes

Chavela Vargas inunda de emoción un concierto con Miguel Poveda y Martirio

Rocío García
Chavela Vargas en la Residencia de Estudiantes.
Chavela Vargas en la Residencia de Estudiantes.J.J. Guillén (EFE)

El dolor se quedó a un lado y apareció la emoción. La complicidad en el dolor con Chavela Vargas que Pedro Almodóvar siente con su música se convirtió anoche en emoción cómplice con las 500 personas que abarrotaron el patio de la Residencia de Estudiantes de Madrid en el que la cantante mexicana ofreció un concierto junto a Miguel Poveda y Martirio. Fue una noche grande. A sus 93 años, sin sus gafas oscuras y con un colorido poncho, Chavela Vargas, en silla de ruedas, interpretó con su voz rota y desgarrada, no tan poderosa como hace años pero todavía conmovedora, algunas de sus míticas canciones, además de recitar poemas de García Lorca que aparecen en su último disco La luna grande. Con dos intérpretes de excepción a su lado, Poveda y Martirio, rendidos a la personalidad de la cantante mexicana, el espectáculo fue todo un acto de amor a Chavela Vargas y de ella hacia el público. Y en el aire, siempre la sombra de Federico, el poeta. “Ha sido una velada encantadora entre amigos. Nos veremos próximamente. Hasta luego”. Así se despidió Chavela, que ha regresado a su querida Residencia de Estudiantes después de una ausencia de siete años. Y lo ha hecho buscando el recuerdo de Federico, con el que, dice, habla en las noches de insomnio.

El escenario de lucecitas blancas y farolillos también blancos auguraba ya antes del comienzo del concierto algo bonito. Amigos y seguidores de la cantante fueron ocupando desde bien temprano las sillas de tijera dispuestas en un lateral de la Residencia de Estudiantes. Nadie quería perderse este conmovedor regreso de Chavela. Y menos que nadie Pedro Almodóvar, a pesar de que se encuentra en pleno rodaje de su última película Los amantes pasajeros. Él sí con sus gafas negras hizo los más bonitos elogios que se le pueden hacer a una amiga. Había almorzado con ella recientemente y sabía de la Chavela que se iba a encontrar. “Siento muchas cosas con Chavela , pero por encima de todo me transmite un dolor cómplice. Tenemos complicidad en el dolor. Representa como nadie, quizás también como Édith Piaf, el abandono del amor y la oscuridad. Me estremece cuando la oigo cantar. Pero la Chavela que hoy vamos a ver no es la desgarrada ni la del alcohol. Ahora está más plena que nunca, ya no necesita ni cantar. Ahora nos hace llorar por otras razones. Me impresiona su serenidad. Chavela está disfrutando de estar aquí, en la vida, pero también de estar al otro lado”, aseguró el director a este periódico poco antes del comienzo del concierto, al que asistieron también los actores Ana Duato y Javier Godino, la cantante Carmen Linares y la diputada del Partido Popular, Beatriz Rodríguez Salmones.

“Entre resbalón y resbalón, de tequilón en tequilón. Así fui por la vida”, advirtió Chavela, ante el entusiasmo de los asistentes y la emoción, lágrimas incluidas, de Miguel Poveda. El concierto combinó música enlatada del disco de la cantante mexicana en homenaje a Lorca, con interpretaciones en directo de la propia Chavela y de Martirio y Poveda. Juntos también lloraron por los mismos dolores, como reza la canción, “murieron” por volver y recordaron muchos momentos de partida. “Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras…” Las palabras y la música de Chavela no dejaron sombras, más bien una luz que tardó en apagarse.

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