Las floristas del cementerio se rebelan
Las vendedoras irán a juicio contra el Ayuntamiento de Granada, que les prohíbe prestar escaleras para limpiar nichos y cobra por el servicio
Las floristas del cementerio de Granada están en pie de guerra. Tanto es así que irán a juicio. Emucesa, la empresa municipal de cementerio y servicios funerarios, les prohíbe prestar escaleras a quienes quieren limpiar las lápidas de los nichos más altos, como hacían desde hace 50 años. La empresa esgrime motivos de seguridad y oferta un servicio, previo pago de seis euros, con medios y personal especializados. Las floristas aseguran que es por “afán recaudatorio” y exigen al Ayuntamiento que las ofrezca gratis.
En medio, como siempre, los clientes y usuarios. Se quejan por el dinero que supone contratar este servicio, pero también por tener que renunciar al “recogimiento”, a la “intimidad” de ese momento en el que un allegado limpia el lugar en el que reposan los difuntos. Esa queja es común, según explica Araceli Fernández, una de las floristas. Es la tercera generación en el negocio. El puesto era antes su madre y su abuela. “Llevamos más de 50 años prestando las escaleras y no hemos tenido problema alguno por caídas, denuncias, ni nada”. No está de acuerdo con el Ayuntamiento que desde principios de 2012 les notificó la prohibición.
El Defensor del Pueblo ha admitido a trámite una queja firmada por 500 clientes
Emucesa explicó entonces que el uso por parte de personas desconocidas de escaleras puede acarrear una “responsabilidad” para la empresa que no puede asumir ni controlar. Pueden estar hasta a más de seis metros de altura. Según un informe de prevención de riesgos laborales dicha práctica es peligrosa por lo que dieron un ultimátum a las tres floristas: o dejan de prestarlas o peligraría su negocio, que antes eran quioscos y, desde hace más de una década, está situado en una galería comercial junto a la entrada del cementerio de San José.
Durante las dos semanas en las que no pudieron prestar las escaleras el negocio “se resintió”, según Alicia Pérez, que es otra de las comerciantes. Posteriormente volvieron a dejarlas aunque ahora cada cliente que las solicita firma un documento en el que se responsabiliza de cualquier daño que pueda sufrir y se compromete a usarlas personalmente. “A quien de verdad nos afecta todo esto es a los ciudadanos”, lamenta Miguel García, uno de los usuarios que más se ha movilizado.
El nicho de su padre está alto y no tenía problema en limpiarlo y adornarlo. “Una rosa cuesta un euro, pero si además de las que compras hay que pagar seis euros para que una personas las coloque, lo haré menos”. Cree que la prohibición obedece al deseo de “recaudar” y por eso reunió más de 500 firmas y presentó una queja al Defensor del Pueblo Andaluz que fue admitida a trámite.
En cualquier caso, el conflicto se dirimirá en los juzgados en febrero de 2013, después de que esta semana se celebrara un acto de conciliación que terminó sin acuerdo. Por ese motivo, Emucesa opta ahora por guardar silencio, si bien hace meses recordó que la empresa gastó 600.000 euros en una línea de vida, arneses y anclajes para garantizar la seguridad por lo que no está dispuesta a permitir conductas que contravengan la legalidad.
Las floristas no comprenden por qué sí permiten que presten tijeras o tenazas para arreglar las flores, junto al cubo y el paño que se facilita en los establecimientos. “Lo que hay ahí es mío, me duele a mí y yo quiero limpiarlo, tocarlo, llorarle o hablarle, y no que lo haga un extraño” se quejan los clientes a estas trabajadoras, a quienes el Ayuntamiento ha advertido que les podría retirar la concesión de sus puestos.
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