El futuro de la política
Quienes creemos en la democracia representativa y en su máxima expresión, el Parlamento, tenemos que esforzarnos día a día por darle más vida, para reformarla y adaptarla a las exigencias del siglo XXI. Y eso no es hacer nada nuevo, porque la democracia ha evolucionado a lo largo de su historia. Está en permanente evolución. Y hoy están cambiando demasiadas cosas como para que todo siga igual. Por eso hoy la democracia necesita un nuevo impulso mirando al futuro, a la gente más joven que, día tras día, encuesta tras encuesta, elección tras elección nos reclama una nueva forma de hacer la política, una nueva interpretación de la relación entre representación y participación.
Dice el profesor Fernando Vallespín, en su ya clásico El futuro de la política que “en una sociedad democrática, la política no es sólo aquello que hacen los políticos, sino el ámbito en el que todos participamos en igualdad de condiciones; es lo que todos tenemos en común y que a todos nos afecta por igual”. Lo comparto, porque soy de los que piensan que una de las reformas fundamentales que tiene que experimentar nuestra democracia es la que lleve a hacer que las decisiones sean más compartidas, más abiertas, más participativas.
La participación de los ciudadanos en los asuntos de la comunidad política siempre ha contribuido a enriquecer la gestión de los cargos públicos, de los gobernantes. Es, por eso mismo, la esencia de la democracia que rige nuestras vidas. Y en el camino de la participación, la información clara, la transparencia es fundamental, porque es el paso previo e imprescindible en el camino de la activación de los mecanismos de participación política existentes o en el de la puesta en marcha de nuevos mecanismos.
Debemos, por eso, alegrarnos de los avances que se están produciendo en esta materia. En esta legislatura, el Gobierno vasco ha puesto en marcha algunas acciones en el campo de la transparencia, en la línea del compromiso de regenerar la vida política en Euskadi que adquirió el lehendakari en su discurso de investidura. Irekia, OpenData, el Perfil del Contratante o el Perfil de las Empresas Adjudicatarias tienen mucho calado y suponen un gran avance. De hecho, creo que constituyen un punto de no retorno, porque, a partir de ahora, va a resultar muy difícil retroceder en materia de transparencia, gobierne quien gobierne.
También desde el Parlamento hemos impulsado, a lo largo de esta legislatura, propuestas que buscan acortar la brecha entre ciudadanía y política. Por ejemplo, hemos promulgado medidas que nos igualen, que eliminen condiciones que para mucha gente eran privilegios. O hemos puesto en marcha medidas para dignificar la política.
En fechas más recientes, en el pleno del pasado jueves, 21 de junio, cinco de los siete partidos del Parlamento, todos menos PNV y PP, defendimos una iniciativa que planteaba, básicamente, dos cuestiones: en primer lugar, la obligatoriedad de todos los cargos públicos (parlamentarios incluidos) y cargos de responsabilidad en empresas públicas y/o participadas, de hacer públicas sus actividades y bienes.
La “declaración pública” no es un fin en sí mismo. Claro que no. Lo relevante es la generación de confianza. Lo importante es dar pasos para que la ciudadanía confíe más en la política, en sus representantes. Y para eso, la ciudadanía tiene que tener la oportunidad de saber, de conocer directamente.
En esa misma iniciativa, en segundo lugar, planteábamos además que se avance en la puesta a disposición de la ciudadanía de toda la información relativa a las contrataciones públicas. Porque puede haber excepciones, claro, como en cualquier ámbito de la vida, pero es nuestro compromiso reducir sombras y sospechas.
PP y PNV, las derechas vascas, votaron en contra de este segundo aspecto, para mí de forma incomprensible. Sin embargo, sí votaron a favor de que los cargos públicos (no los cargos de empresas públicas y/o participadas) hagamos públicas nuestras declaraciones de actividades y bienes. No está mal.
Poco a poco vamos avanzando en el camino de la apertura de las puertas del Parlamento y del resto de instituciones, a la ciudadanía. Y tenemos que abrirlas todas. De par en par. Para que todo el mundo pueda entrar, contrastar, aportar y controlar. Entre otras razones, porque si no las abrimos, la ciudadanía acabará abriéndolas por sí misma para tomar lo que es suyo.
Óscar Rodríguez Vaz es parlamentario vasco del PSE por Álava y secretario general del grupo Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak.
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