La marina del Port Vell gana amarres
La empresa promotora modula el proyecto, quitando la valla de vidrio Se pierde el bar pero se añaden 12 espacios para yates
No diga “casa club”, diga centro de servicios, aunque se mantenga el spa y el gimnasio inspirados en las instalaciones de Rybovich Marina en West Palm Beach. Si no se puede cambiar la esencia elitista de un proyecto, es mejor recurrir al eufemismo para higienizarlo. Este es el discurso de fondo que se puede observar en la segunda versión del proyecto de puerto deportivo de lujo que el grupo británico Salamanca Investments planea construir en el Port Vell de Barcelona. El documento, que busca modificar y ampliar la actual concesión, comenzó ayer su segunda exposición pública en la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB), dando así cumplimiento a una exigencia de la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento, que determinó la necesidad de ampliar el proceso de alegaciones. El proyecto, de 25 millones de euros, estaría completado en abril, según sus promotores.
Marina Port Vell y la APB decidieron presentar un nuevo proyecto, que incorpora algunas de las sugerencias de las alegaciones presentadas por los partidos políticos, el Gobierno municipal y los vecinos. Los cambios son sutiles: de cuatro edificios se pasa a tres. El restaurante bar de 1.000 metros cuadrados que se iba ubicar en la esquina Llobregat del Palau de Mar, mirando al mar, desaparece. El proyecto de edificio estaba evaluado en un millón de euros. Eso sí, su espacio lo ocuparán 12 barcos más, de pequeña y mediana eslora. Esto lleva a que el número total de amarres sean 167, en lugar de los 150 iniciales. La construcción del nuevo pantalán y las conexiones eléctricas podrían explicar que el coste total del proyecto no se modifique.
Esta decisión —una de las objeciones que hacía el Ayuntamiento, por ejemplo— se ilustra con nuevas imágenes donde los barcos no se ven tan grandes y los edificios son más sencillos. Urbanismo también alertó en sus alegaciones de que “hay que garantizar el uso público de los muelles de la Barceloneta y del Rellotge, y el acceso al monumento del Rellotge dentro del Moll de Pescadors”, para respetar los planteamientos urbanísticos en vigor.
Aunque entre los documentos en exposición pública no está el documento administrativo, Salamanca pide el cambio de la concesión —con el objetivo de ensanchar el espacio en el Moll d’Espanya y anexionar una parte del de Pescadors— y alargar el periodo 10 años. La polémica valla de vidrio se reemplaza por una similar a la actual.
Urbanismo también sugirió al promotor que incluyera un informes de tráfico e impacto ambiental. El primero asegura que el tráfico de coches privados podría aumentar hasta el 13% entre abril y septiembre, aunque esto no “producirá ninguna incidencia destacable”. El segundo, por su parte, es la memoria ambiental de la actual marina, sin explicar cómo afectaría al entorno el nuevo formato. A falta del trámite del plan especial por parte del Ayuntamiento, que se iniciará dentro de 20 días, los promotores calculan que la marina estará lista en abril.
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