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Señorío de un gurriato universal

Siete retratos reviven la vida del cardenal-infante hermano de Felipe IV y vencedor de Nordlingen

Evocar desde siete retratos la vida y la trayectoria de un príncipe tan dinámico y universal como lo fuera el Madrid de su tiempo, la primera mitad del siglo XVII, es el desafío que el escritor e historiador Luis Reyes se ha propuesto acometer en su último libro, recién editado y presentado este jueves. Con creces, el autor consigue su meta, tras movilizar una exquisita erudición artística y un conocimiento hondo de cada pincelada de genios como Velázquez, Rubens o Van Dyck, autores de algunos de los retratos señalados.

El efigiado que vertebra el relato no es otro que Fernando de Austria, hermano menor de Felipe IV, hijo de la reina Margarita de Austria y de Felipe III, nacido en la zona palacial del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, gurriato pues, en 1609 y nombrado, desde los diez años de su edad, cardenal primado de Toledo. Conocido por el apelativo Cardenal-Infante, la vida de Fernando coincide con la del mayor esplendor y pompa de la Corte madrileña, alzada al Olimpo, por las plumas y las espadas de las mejores gentes de aquella áurea centuria, en la que un príncipe rubio y apuesto, al que se atribuía más talento, disposición y señorío que al propio monarca, destellaba a su lado mas sin el peso pleno de la púrpura, libre pues en su albedrío, acariciado empero por el oropel que sacraliza a los poderosos.

Su cardenalato precoz obedeció al deseo regio de cortar el paso del duque de Lerma hacia la jugosa primacía de Toledo, en rentas y poderes la segunda sede sacra tras San Pedro de Roma. Ello no fue óbice para que Fernando nunca ejerciera su prelatura para dedicarse más bien a la caza, al galanteo, la música –mandó edificar en 1626 a Juan Gómez de Mora su palacio en La Zarzuela- y a la guerra, lid en la que cosecharía la más renombrada victoria de los tercios españoles, Nordlingen, cénit del ascendiente imperial hispano.

Cuando más relumbraba su estela en triunfos de armas y primores como Gobernador de los Países Bajos, la muerte vino a segar allí la vida de aquel hombre cuya supervivencia hubiera ciertamente postergado la agonía de una España y de una Corte madrileña que inauguraban, a partir de entonces, una larga declinación. El autor traslada al lector a aquella atmósfera con una escritura que trasparenta oficio, finura y maestría.

El Cardenal Infante. Biografía en siete retratos. Por Luis Reyes. Editorial Fuentetaja. 220 páginas. 15 euros.

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