“Podemos tener una banca democrática en tres o cinco años”
Christian Felber sugiere premiar vía impuestos a las empresas que actúen en favor del bien común
El activista austriaco Christian Felber (Salzburgo, 1972) estudió Filología Hispánica, Psicología, Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad y se formó, de forma autodidacta, en Economía. Una disciplina de la que hoy da clases en la Universidad de Economía de Viena. Ese amplio aprendizaje, afirma, le ha permitido desarrollar un enfoque “holístico” con el que abordar los problemas que la ciencia económica “no puede resolver porque está limitada por una visión estrecha”. Felber, vinculado al movimiento ATTAC en su país, ha publicado La economía del bien común (Deusto), una propuesta que, manteniendo parte de los elementos del sistema actual, quiere ser un camino alternativo a los viejos experimentos de la economía planificada y el capitalismo.
La idea de Felber es al mismo tiempo teórica y práctica. “Los principales valores de la economía actuales son el afán de lucro y la competencia”, afirma. Pero junto a ellos conviven otros valores sociales: “Honestidad, confianza, empatía, respeto, cooperación, solidaridad”. Felber considera que mientras los primeros, “valores egoístas”, constituyen las reglas del juego de la realidad económica, los segundos no solo son más valorados por la mayoría de los ciudadanos, sino que suelen estar consagrados en la Constitución de la mayoría de países, al menos en los occidentales, a diferencia de los primeros.
El plan de Felber supondría una subversión: “Se trata de cambiar las reglas del juego, las reglas de la economía, que son políticas, porque ellas son la causa de la contradicción”. Y ello se haría premiando vía impuestos, aranceles, condiciones de acceso al crédito y a la contratación con el Estado a las empresas que estén al servicio del bien común. “De esta forma, los productos éticos serán más económicos que los no éticos. Como consecuencia, las empresas más responsables socialmente, éticas, ecológicas sobrevivirán en el mercado. Y de esta forma conseguiremos que las leyes del mercado coincidan con los valores de la sociedad”.
Objetivo: "Que las leyes
El profesor no cree que la medición sea un problema. Ya existen, señala, numerosos indicadores: “Hay balances ecológicos, sociales, instrumentos de gestión de la calidad, un sinnúmero de indicadores”, que serían auditados por equipos independientes como hoy ocurre con los balances financieros. Felber imagina que lo mismo se haría, a escala de un país, con el Producto Interior Bruto, que sería sustituido por el Producto del Bien Común.
Una pieza central en la teoría es la llamada banca democrática, formada por pequeñas entidades sin ánimo de lucro. Supondría, afirma, volver a las raíces: “Hace 120 o 150 años los bancos no eran empresas sino proyectos solidarios sin ánimo de lucro para ayudarse mutuamente los campesinos, los artesanos...”. Felber cree que no deben existir entidades sistémicas —“como Bankia”— y por ello, los bancos, privados o públicos, con ánimo o sin ánimo de lucro —todos existirían, pero estos últimos tendrían ventajas— que superasen los 10.000 millones de euros de activos deberían ser “partidos inmediatamente por el supervisor”. El ánimo social lleva a Felber a ser optimista: “Esto puede producirse en tres o cinco años”. El primer banco democrático austriaco, añade, nacerá en unos meses.
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