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Martín Sevilla: “La CAM no era lo peor de lo peor, como se ha visto”

Los exconsejero de las cajas comparecen en las Cortes Uno de ellos, José Rovira, revela una reunión para destituir a Amorós

Martín Sevilla y Rafael Maluenda, en las Cortes
Martín Sevilla y Rafael Maluenda, en las CortesMÒNICA TORRES

“La CAM no era lo peor de lo peor, como se ha visto”. Así comenzó ayer Martín Sevilla, consejero de la entidad, su comparecencia en la comisión de investigación sobre la caja alicantina que se desarrolla en las Cortes Valencianas. Sevilla, catedrático de Política Económica y miembro del consejo de la CAM durante 13 años en representación de los socialistas, disparaba en dos direcciones: contra unas famosas declaraciones del gobernador del Banco de España y contra Bankia, cuya crisis ha superado con creces a la de Caja Mediterráneo.

A Bankia apeló también Sevilla para criticar la intervención de la CAM por el Banco de España en julio de 2011. El consejero dijo que la carta en que Rodrigo Rato arremete contra la inyección de fondos públicos en la entidad que presidió es “un monumento a las discrepancias” en lo que describió como “la apreciación subjetiva sobre la valoración de activos”. Tras enmarcar lo sucedido en una época de expansión del crédito que no fue moderada desde las instancias oficiales, el consejero asumió: “Cometimos los mismos errores que el resto de entidades”. Y añadió que, una vez había estallado la burbuja inmobiliaria, “era difícil volver atrás”. Sin embargo, se declaró engañado por los responsables del FROB. “No se hizo una valoración justa del Banco CAM”, dijo. “Todavía no acepto la valoración cero de la CAM”.

En eso coincidió otro consejero, José Rovira, que también compareció ayer. “Entregar la CAM al Banco de Sabadell por un euro es un regalo que no se puede consentir”, afirmó Rovira, elegido por sorteo en nombre de los impositores y que fue el único que votó en abril de 2011 contra el plan de recapitalización de la CAM que al final el Banco de España rechazó y dio pie a la intervención. Rovira, que se definió como un empresario maderero, se presentó como la voz discrepante en los consejos, hasta el extremo de haberse opuesto, en su momento, al nombramiento de María Dolores Amorós como directora general en sustitución de Roberto López Abad. Aunque tal discrepancia no consta en el acta del consejo, donde se explica, como señaló el diputado socialista Ángel Luna, que Amorós fue designada por unanimidad, Rovira insistió en que tuvo “una guerra bestial” con la dirección de la CAM.

Entregar la CAM al Banco de Sabadell por un euro es un regalo que no se puede consentir

El consejero, que reclama 200.000 euros anuales al Banco de España en concepto de indemnización por perjuicios causados a su prestigio personal y a su prestigio económico por haberlo expedientado junto al resto de miembros del consejo, reconoció haber asistido a reuniones del máximo órgano de la CAM en el extranjero, concretamente en Chicago y en Roma. Rovira, como hace en sus alegaciones ante el Banco de España, explicó a los diputados que protestaba por créditos concedidos por debajo de los intereses de mercado y sin las garantías adecuadas. Se refirió a préstamos concedidos a Martinsa-Fadesa, a Llanera o al proyecto urbanístico Polaris World.

Por su parte, otros dos exconsejeros de la CAM, Salvador Piles, representante de UGT, y Enrique Puig, del sindicato independiente SICAM, confirmaron ante la comisión parlamentaria que las actas del consejo de administración no se leían, sólo se “comentaban”, como dijo Piles, y “las aprobaban el presidente y el secretario”, según remachó Puig. Piles también explicó que no ha sabido “en la vida” lo que ganaban el presidente o el director general, a pesar de que en las actas consta que el consejo fue informado.

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A las retribuciones se refirió también Martín Sevilla a preguntas de los diputados. Según su versión, la comisión de retribuciones se creó para modernizar el sistema. “Tuvimos en cuenta al poner retribución en empresas participadas el mismo comportamiento que en otras entidades”, explicó. “Las retribuciones dicen las cifras que dicen”, reconoció, por lo que hablar de ellas es delicado en el contexto actual, pero alegó que se establecieron en términos comparativos con otras cajas.

El auténtico poder en la entidad

Hubo una reunión en la que se acordó destituir a María Dolores Amorós, directora general de la caja. Fue tras el último aviso del Banco de España y participaron una docena de miembros del consejo, entre ellos el vicepresidente Benito Nemesio, y el secretario, José Forner. Así lo explicó en la comisión parlamentaria sobre la CAM el consejero José Rovira Garcés. Añadió que no recuerda la fecha de esa reunión, pero al final la decisión no se llevó al consejo porque el Banco de España había limitado a 10 días el plazo para un nuevo plan de viabilidad y ya no era factible.

El consejero fue muy crítico con el trabajo de María Dolores Amorós, del que dijo que “no era claro”. Explicó que se aprobaban las operaciones sin dar tiempo a los consejeros a ver casi ni los nombres de las empresas y las condiciones. Aunque el socialista Ángel Luna pidió a Rovira que fechara la reunión, no lo consiguió. El diputado del PP David Serra se aventuró a situarla el 21 de julio de 2011, fecha en la que se comunicó al consejo el ultimátum del Banco de España que acabaría desembocando en la intervención.

Como en anteriores comparecencias, tanto Luna y Serra como Mireia Mollà, de Compromís, y Lluís Torró, de Esquerra Unida, insistieron en preguntar por las reuniones “preconsejo” en las que se hablaba de los temas que se llevaban al máximo órgano de la CAM. Era en ellas, y no en las comisiones ejecutivas que se celebraban cinco minutos antes de los consejos, en las que se tomaban las decisiones, donde residía el auténtico poder de la CAM.

Martín Sevilla lo negó. Pese a que era un asistente habitual a esas comidas o encuentros informales en los que se reunían el presidente, los vicepresidentes, el director general y otros cargos de su equipo. “Que se tomaban decisiones en órganos distintos a los estatutarios es absolutamente falso”, sentenció. Para añadir acto seguido que sí que se reunía con “todos aquellos que podían aportar información”. Y citó al presidente, al vicepresidente, al secretario y a otros. El consejero de la CAM y catedrático, que fue consejero de Industria en la época de Joan Lerma en la Generalitat, añadió que se había reunido también con “once consejeros que en el último consejo tuvieron que tomar una decisión que lamentablemente no se pudo desarrollar”.

La actuación de Martín Sevilla en los días en que se rompió el sistema institucional de protección (SIP) con Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura, y en los momentos convulsos de la intervención de la CAM, fue crítica con la forma en que se habían llevado las negociaciones y comprometida con los intentos de salvar la caja. Sevilla es casi el único consejero que no se ha quejado ante los diputados de carecer de conocimientos financieros o de no haber tenido información.

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