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Ourense recupera el claustro de San Francisco tras 12 años enjaulado

Un acceso provisional permitirá visitar el monumento aislado por las obras

Antiguo convento de San Francisco en Ourense.
Antiguo convento de San Francisco en Ourense.NACHO GÓMEZ

El claustro ourensano de San Francisco volverá a ser accesible al público tras 12 años encerrado en un esqueleto de muros sin cubierta. La construcción de un complejo cultural equiparable al que mora en el monte Gaiás en cuanto a retrasos y polémicas, lo mantuvo atrapado desde el año 2000 entre trámites burocráticos y procesos judiciales que no terminaron hasta el pasado mes de abril. Ahora, con el monumento en un avanzado estado de deterioro, unos 177.000 euros tratarán de redimir responsabilidades institucionales por el abandono de una de las joyas del gótico gallego en una caja de piedra vacía.

El Gobierno central formalizó ayer la adjudicación de las obras de “acondicionamiento y acceso” al claustro, situado en el corazón de un conjunto monumental que rebosa historia y proyectos por terminar. Según la Concejalía de Cultura de Ourense, el contrato posibilita “solo la adecuación de un espacio que lo haga transitable para su visita, no una restauración integral”, pero servirá al menos para rescatar del olvido una pieza arquitectónica que “a día de hoy no cuenta con labores de mantenimiento, ni con preparativos que indiquen futuras actuaciones”.

La historia reciente del claustro, declarado Bien de Interés Cultural en 1923, es un rosario de soledades. Su calvario comenzó en el año 2000, fruto de la buena relación entre Mariano Rajoy, entonces al frente del Ministerio de Cultura, y el exalcalde de la ciudad Manuel Cabezas. Una promesa electoral a pocos meses de los comicios generales trazó los planos de un complejo cultural de 18.000 metros cuadrados que preveía restaurar el convento para convertirlo en Archivo Histórico Provincial y construir una biblioteca de nueva planta.

El claustro está deteriorado por la intemperie y la vegetación

El incumplimiento de los plazos por parte la empresa adjudicataria del proyecto resultó el detonante de una serie de incidencias entre la constructora y Administración que terminarían por la vía judicial. En 2006, la empresa reclamó la paralización de las obras y una indemnización de 2,5 millones de euros. Tras seis años de litigios y con el fallo de la Audiencia Nacional a su favor, el regidor ourensano, Francisco Rodríguez, envió el pasado 21 de abril una misiva al ministro de Cultura, José Ignacio Wert, para “conocer de primera mano el calendario de ejecución” de un proyecto en el que, según el consistorio, “el Ministerio mantiene silencio”.

El contrato adjudicado, que responde a un proyecto al margen del presupuesto principal para el complejo de San Francisco, permitirá acceder al claustro hasta que terminen las obras que lo rodean, planificadas en un calendario de incertidumbres. De esta forma, el monumento podrá adecuarse a la Ley de Patrimonio, que exige que los bienes culturales sean accesibles al público “al menos cuatro días al mes”. Para el resto del conjunto, el Gobierno prevé invertir 900.000 euros en el nuevo proyecto aprobado en 2011, que incluye la demolición de ciertas partes de los edificios en las que se encontraron errores técnicos.

El complejo permanece vigilado por guardias de seguridad

Erigido en la primera mitad del siglo XIV, el claustro forma parte de un edificio monumental que de convento franciscano se convirtió en cuartel del Ejército a mediados del XIX. No obstante, los cambios arquitectónicos para adecuarlo a sus nuevas funciones se acometieron “siempre con respeto hacia el inmueble y hacia el estilo gótico”, explica la historiadora María Dolores Fraga. Y si la devoción por la vida clerical se esfumó con la desamortización, la vocación militar se marchó con el servicio obligatorio en la década de 1980. “Fue entonces cuando llegó la incertidumbre”, sentencia. Decisiones políticas, procesos judiciales y circunstancias económicas aislaron al monumento de turistas, pero no de la intemperie. Durante 12 años, el claustro se consumió entre la maleza mientras los ourensanos recogían firmas para salvar el testimonio más antiguo del gótico franciscano conservado íntegro en Galicia. Sin embargo, a medida que los cajones se llenaban de papeles, las arcas se quedaban sin dinero.

Ahora, desde el Ayuntamiento admiten que la situación es “delicada”, pero esperan que las obras comiencen “de inmediato” para que el claustro sea accesible en verano. Temen que, si se prolonga el abandono, lo que quiso ser un homenaje a la cultura se convierta en su sepulcro.

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