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Aquí pasou o que pasou

Las explicaciones de Rajoy sobre Bankia recuerdan el célebre dicho de Iglesias Corral

Una de las anécdotas más recordadas de la corta historia parlamentaria gallega la protagonizó el veterano político y jurista, ya desaparecido, Manuel Iglesias Corral. En octubre del año 1986, como consecuencia de la parálisis política de la Xunta de Galicia que presidía Gerardo Fernández Albor, un grupo de conselleiros, encabezados por el vicepresiendente Xosé Luis Barreiro, solicitaron la dimisión del doctor Albor. Aquella insólita iniciativa desencadenó una crisis de enormes dimensiones en el centro del poder político gallego que se saldó con el cese de Barreiro y su sustitución por el hoy presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Pocos días después se convocó el pleno del Parlamento de Galicia para que el Gobierno explicase la crisis y las decisiones adoptadas para superarla. Pues bien, en el turno de portavoces parlamentarios tomó la palabra en representación del PP el mencionado Iglesias Corral y, contradiciendo a todos aquellos que esperaban una de sus largas y retóricas intervenciones, el diputado subió a la tribuna, dirigió una larga mirada a las bancadas y dijo, dirigiéndose a la oposición que pedía explicaciones: “Non insistan vostedes en buscar oscuras causas para explicar a situación política actual. Aquí pasou o que pasou”. De esta forma, ante el asombro y la hilaridad de los presentes, despachó el veterano político la crisis que atravesaba la Xunta de Galicia.

Después de escuchar su penosa comparecencia, el pasado lunes en la sede del PP, no me extrañaría que Mariano Rajoy, que conoce perfectamente la anécdota que acabo de relatar, rescatase el espíritu (y la letra) de Iglesias Corral para explicarnos el origen, las causas y el desarrollo de la crisis de Bankia y sus devastadoras consecuencias para el sistema financiero y la economía del país. En realidad, en algunas de sus últimas declaraciones, Rajoy ya se aproxima mucho a las insólitas argumentaciones que empleó el desaparecido diputado en 1986.

Conocí a Rajoy hace muchos años, cuando ambos ocupábamos escaño en el Parlamento de Galicia. Desde entonces, considerando su formación, cultura y trayectoria, siempre lo consideré un político profundamente conservador, en muchos aspectos reaccionario. Su trayectoria política posterior le ha llevado a ocupar diversos e importantes ministerios, en los que, por cierto, nunca fue capaz de diseñar estrategias de futuro y la huella dejada fue difícilmente detectable. Su principal característica política ha consistido en saber ejercer de eficiente y, sobre todo, obediente segundo, primero de Fraga y después de Aznar. Pero es ahora, al tener que ejercer la presidencia del Gobierno y el liderazgo social, cuando aparecen todas sus carencias como dirigente político, proyectando la imagen de un gobernante completamente desbordado por los acontecimientos e incapaz de coordinar su propio Gobierno. En efecto, hace solo 15 días el presidente afirmaba en el Senado que no habría ayudas públicas a los bancos, a continuación el ministro de Economía afirmó que la restructuración del conjunto del sistema financiero español no superaría los 15.000 millones de euros; pocos días después, el señor Goirigolzarri dice que solo Bankia necesita 24.000 millones y, contradiciendo a la vicepresidenta del Gobierno, sostiene que no se trata de un préstamo y que, por tanto, Bankia no devolverá ni un solo euro al erario público. Y mientras tanto Rajoy no da una sola explicación coherente acerca de la situación del sistema financiero ni de su futuro, y además se niega a depurar las correspondientes responsabilidades políticas, y eventualmente judiciales, por todo lo que está sucediendo. Está claro, aquí pasou o que pasou.

Una persona sometida a circunstancias que la estimulen de un modo diferente al habitual suele deparar sorpresas insospechadas. En sentido contrario, una persona que se dedique a satisfacer sus necesidades básicas de un modo altamente rutinario y limite sus relaciones sociales al contacto con personas con pautas de comportamiento similares perderá parte de su potencial, y su complejidad de comportamiento se irá reduciendo hasta situarse en el nivel que requiere su supervivencia en el medio circundante. Éste parece ser desde hace muchos años el caso de Rajoy. Y ahora se le nota demasiado.

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