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Huelga y ERE en el seno sindical

Trabajadores de UGT Madrid intentan frenar con un paro el despido de una cuarta parte de la plantilla

Pilar Álvarez
Varios trabajadores de UGT-Madrid durante la concentración que han protagonizado ante la sede del sindicato en Madrid.
Varios trabajadores de UGT-Madrid durante la concentración que han protagonizado ante la sede del sindicato en Madrid.Emilio Naranjo (EFE)

La dinámica es como la de cualquier empresa en la que se pone encima de la mesa un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para echar a una cuarta parte de la plantilla. Pero no es una empresa y los que se sientan a negociar, a un lado y otro de la mesa, defienden juntos los derechos de los trabajadores. “Esto no es la Peugeot, ni la Ford ni el BBVA, esto lo hemos construido entre todos”, replicaba este mediodía María del Carmen Ruano, bajo una solana de justicia en la puerta de la sede de UGT Madrid, en la Avenida de América.

Lleva la gorra y la pegatina con las siglas de UGT, que acaba de poner sobre la mesa un ERE, el despido de 36 de sus 140 trabajadores. Este jueves es la primera jornada de huelga (prevista todos los jueves de mayo y junio) contra esa medida. Ha sido “ampliamente secundada”, según los convocantes. Desde primera hora, parte del piquete se ha plantado frente al edificio principal del sindicato tras un cartel en el que reclamaban ‘Así no, aquí tampoco. Los trabajadores de UGT exigimos lo que pedimos en la calle’.

Ruano, que tiene 53 años y lleva más de 21 de administrativa en el sindicato, habla como si tuviera el alma partida en dos. “UGT soy yo y contra UGT no tengo nada. Es mi sindicato, eso es lo que me duele”. Asegura que su nombre es uno de los 36 que aparecen en la lista de posibles despidos y protesta, como otros, por lo que considera una mala gestión de la ejecutiva, formada por 11 personas.

A María Jesús Rodríguez, que se tapa el pelo con un pañuelo, lo que está viviendo le suena mucho. “Mi trabajo es asistir a los comités de empresa. Qué ironía, ¿no?”. Protesta porque el sindicato cerró un acuerdo en febrero que no tiene nada que ver con lo que ocurre en mayo. Entonces la dirección de UGT anunció que se había acordado con la plantilla un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) que suponía reducción de sueldo y de jornada y permitía a los trabajadores acogerse de forma voluntaria. Ahora el nuevo punto de partida, que se negociará durante un mes, son despidos con indemnizaciones de 25 días por año trabajado con un máximo de una anualidad. “No entendemos el paso del ERTE al ERE”, protesta Rodríguez.

Una fuente de la ejecutiva de UGT (para entendernos, los que ahora están al otro lado de la mesa de negociación) explica que el sindicato sufre una “caída de ingresos” desde 2010, cuando la Comunidad de Madrid dejó de pagar las subvenciones que le correspondían al sindicato y parte del dinero de los programas de formación puestos en marcha. Los huelguistas aseguran que no ha habido negociación para cambiar el modelo, desde la ejecutiva responden que no se ha dejado de negociar desde diciembre. Intentaron “medidas no traumáticas” como el ERTE, al que se acogieron ocho trabajadores cuando se necesitaban “al menos” 30, según la citada fuente. Con el presupuesto actual, añade, no se puede mantener la plantilla y “hay que pensar en la pervivencia del sindicato”.

UGT Madrid se financia ahora con las cuotas de sus 120.000 afiliados, según la citada fuente, que señala que en los últimos dos años pagaron nóminas gracias a un crédito bancario pero que ya ni los bancos dan dinero. Ofrecen más negociación y la posibilidad de seguir vinculados a los despedidos “para buscarles empleo fuera”. María Jesús Rodríguez, como otros compañeros, estaba preocupada hoy preguntándose qué empresa le va a contratar. “Mi currículo dice que llevo 18 de mis 45 años trabajando en un sindicato y, a día de hoy, ser sindicalista es un handicap”.

Ramón Aguado, de 60, es organizador sindical, el que prepara las elecciones en empresas y quien asesora a los trabajadores desde UGT. Cobra 1.200 euros netos. No quiere decir si está o no en la lista de los 36. Lleva nueve años en el sindicato, desde que le echaron de la empresa textil, tras otro ERE, en la que era cortador de prendas. Lleva 30 años afiliado, está peleando para evitar los despidos y pase lo que pase, dice, seguirá siendo miembro de UGT. “Tengamos una cosa clara, los trabajadores tienen que estar organizados porque la parte empresarial lo está”. La semana que viene volverán a sentarse unos y otros a ambos lados de una mesa de negociación. Y el jueves, si no hay acuerdo, los empleados volverán a la huelga.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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