Los estudiantes hacen posible el éxito de la huelga en educación
Decenas de miles de manifestantes en las calles en el tercer paro en cinco días “Con estas medidas podremos elegir entre el barracón o la educación de pago”, afirman
Sin alumnos, no hay clases. Los estudiantes tiraron este martes de la huelga convocada en toda la comunidad educativa. Ellos fueron los protagonistas de un paro que tuvo una repercusión desigual en la Comunidad Valenciana, pero que en líneas generales fue secundado por la mayoría. El seguimiento fue de un 65% según los sindicatos, y de un 26,6%, según la Consejería de Educación. En la enseñanza pública, los responsables políticos del PP elevaron el apoyo al 32%, siendo la participación en la huelga más alta en Primaria y en Alicante. En los centros universitarios, el seguimiento medio fue del 80%, de acuerdo con los sindicatos.
Las manifestaciones de la tarde también fueron muy nutridas con decenas de miles de personas protestando en las calles de Valencia, Alicante, Castellón o Elche contra los recortes en la educación decretados por el Gobierno y la Generalitat.
En cualquier caso empieza a hacer mella, sobre todo entre el profesorado, la acumulación de paros (cuatro en mes y medio), que conllevan una reducción salarial, además de las múltiples protestas en el sector en los últimos meses. A ello se suma que la huelga de ayer cayó en época de exámenes.
En el instituto del barrio del Carmen de Valencia iban apareciendo algunos profesores, según llegaba su hora de clase. “¿Cómo es que venís?”, preguntaban algunos alumnos que estaban allí porque tenían exámenes, según reconocían. “Es que si faltamos nos quitan una buena parte del sueldo”, respondía la mayoría de docentes. “Más os quitarán si os tiran a la calle”, contestaban los chavales.
Unos centenares de estudiantes intentaron entrar en la consejería pero la policía lo impidió
“He venido a estudiar. Estoy de acuerdo con la huelga, pero ir a la biblioteca no es lo mismo que ir a clase”, comentaban Julia y Eder, dos estudiantes de quinto de Derecho de Alicante. Sergio León y Javier Moreno, estudiantes de Economía y ADE, respectivamente, coincidían en el análisis. “Estamos a favor de la huelga, pero no podemos dejar de lado nuestros exámenes”, explicaban.
Decenas de estudiantes pasaron la noche del martes en dependencias universitarias, como la Biblioteca central de la Politécnica o la Facultat de Ciències de la Activitat Física i l’Esport de la Universitat de València. Cuando se despertaron los estudiantes se encontraron los campus con una actividad reducida y desigual.
A primera hora de la mañana, piquetes de estudiantes impedían el acceso de los vehículos a la Politécnica de Valencia, lo que produjo algún incidente aislado por el nerviosismo de algún conductor. Facultades como Bellas Artes siguieron mayoritariamente la huelga, tanto profesores como alumnos. “Acabarán privatizando la Universidad”, decía Silvia, alumna de este centro. En otros como en Arquitectura, el seguimiento fue mucho menor.
“Esta es la huelga más seguida”, decía el director del IES Benlliure de Valencia
La actividad en la mayoría de las facultades de Blasco Ibáñez de Valencia estaba bajo mínimos. En Filología, por ejemplo, apenas cuatro profesores de 384 habían acudido a dar clases y sólo algunos miembros del PAS estaban en el centro, según confirmó el decano. La excepción clara era Medicina. Un grupo de estudiantes cortó el tráfico a las puertas de la facultad y entró en un aula y un laboratorio donde estaban dando clases, animando a los estudiantes a secundar la huelga. Luego el grupo subió hasta el despacho del rector, Esteban Morcillo, pidiendo su dimisión.
La acción del piquete, que oscilaba entre 30 y 50 alumnos, se centró en la biblioteca de Medicina y en la de Humanitats. Ambas estaban llenas. “Si hui estudies, demà no podràs”, era una de las consignas que coreaban. A veces el tono era sarcástico: “Los estudiantes de la Asamblea de Blasco Ibáñez nos proclamamos radicales, violentos, antisistema, fans de Amaiur (…) Nuestro único objetivo es agitar las calles quemando los contenedores bajo las órdenes de Rubalcaba”.
Desde los campus y diversos institutos partieron grupos de estudiantes a la Consejería de Educación. Allí un cordón policial sólo permitió el paso a unos pocos representantes de las 500 personas concentradas.
El instituto de Ramon Llull de Valencia, que registró un seguimiento docente del 78% en la anterior huelga, funcionaba esta vez a medio gas. En el IES Benlliure de Valencia, un 42% de profesores secundó la jornada de paros, según su director, Josep Cuenca. No obstante, la mayoría de alumnos de primer y segundo curso de la ESO realizaban exámenes y daban clases: “Hemos cumplido con los profesores por unidades que se requieren, naturalmente”, razonaba Cuenca, “pero esta es la más seguida de todas”. “Se está defendiendo la dignidad del alumno, y la del profesor”, explicaban dos profesoras que preparaban pancartas, “porque aquí nos jugamos el puesto todos, hasta los funcionarios de plaza”. “Con estas medidas podremos elegir entre el barracón o la educación de pago”, añadía una estudiante.
En el Lluís Vives, epicentro de las protestas estudiantiles de febrero, el seguimiento fue “absoluto”, según constató el jefe de estudios de Bachillerato, Josep Lluís Navarro. “Hoy es el día álgido, un día histórico porque toda la Educación del Estado español, desde las guarderías hasta la universidad, están en huelga contra los recortes y la degradación provocada por las últimas medidas”, apuntó.
El campus de Sant Vicent del Raspeig de Alicante estaba casi vacío
En Infantil y Primaria, la huelga también fue mayoritaria. “He dejado a mi hijo en el colegio y sólo hay una profesora para las tres clases de Infantil, así que se van a pasar todo el día jugando en el patio”, decía Estela, madre de un alumno del CEIP Vicente Blasco Ibáñez. La tónica se repitió en los demás colegios. “Están todos en servicios mínimos porque la ha secundado un 50% de maestros y así es imposible dar las clases con normalidad”, señala el representante de la asociación de directores.
En Alicante, la Universidad carecía de pulso docente. El campus, ubicado en Sant Vicent del Raspeig, estaba casi vacío y apenas se veían algunos estudiantes que se dirigían a la biblioteca para estudiar para sus exámenes. En los institutos el seguimiento de la huelga fue más dispar, aunque en líneas generales funcionaron a medio gas en el mejor de los casos. En el IES El Pla de Alicante, por ejemplo, el 20% de los profesores secundó la huelga y la mitad de los alumnos no fueron ayer al centro. En otros, el seguimiento fue mayor. En el IES número 5 de Sant Vicent del Raspeig dos terceras partes de los profesores y del personal no docente secundaron la huelga, así como el 95% o el 98% de los alumnos. Y en el IES Haygon, de la misma localidad, el seguimiento se cifró en el 43% en los docentes y del 95% en los alumnos.
A las 12.00, la huelga se visualizó en la plaza de la Montañeta de Alicante, donde confluyeron los piquetes de estudiantes, principalmente de la Universidad de Alicante, que se manifestaron caminando desde el campus hasta el centro de la ciudad, los profesores y los representantes sindicales. Varios centenares de personas se concentraron para protestar contra los recortes.
En Castellón, la imagen de muchos de los centros educativos fue bien distinta de la convocatoria de la semana pasada. “La huelga se ha notado bastante más que la última”, comentó José Martí, director del IES Penyagolosa de la capital. En este instituto secundaron la huelga 20 de 72 docentes. “Y en alumnos la incidencia es mucho mayor”, apuntaba Martí. “Están todos en servicios mínimos, así es imposible dar clases”, afirmaron los directores de Castellón. Donde más repercusión tuvo el paro fue en Primaria.
En la Jaume I el 66,62% del personal docente e investigador se sumó a la huelga, así como el 37,4% del personal de administración. Para Miguel Ángel Vera, del sindicato CC OO, la actividad en la Jaume I fue “prácticamente inexistente”.
Esta información ha sido elaborada por Alberto G. Palomo, Juan Manuel Játiva, Ferran Bono, Rosa Biot y Lorena Ortega.
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