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Pillaje en Rasquera tras el incendio

Fuerzan una docena de casas de campo aprovechando el caos del fuego

Los problemas no dan tregua a los vecinos de Rasquera (Ribera d’Ebre), donde un incendio forestal carbonizó la semana pasada 3.081 hectáreas. El fuego, que se inició a mediodía del martes 15 de mayo, se prolongó hasta este domingo, cuando los Bomberos de la Generalitat lo dieron por extinguido. Entre esos días, hasta 60 vecinos de Rasquera y de El Perelló (Baix Ebre) fueron desalojados, porque las llamas se acercaron peligrosamente a multitud de casas de campo. Sin embargo, cuando han podido volver a sus masías, diversos afectados se han dado cuenta de que alguien ha forzado sus viviendas en su ausencia. Según el balance inicial realizado por el Ayuntamiento, son una docena de casetas de campo las que han sido asaltadas estos días. Aún se está realizando el recuento de daños y comprobando los objetos de valor robados en las casas. El alcalde de Rasquera, Bernat Pellisa, añade, además, que los robos se empezaron a suceder poco antes del incendio. Después, aprovechando el caos y la incomunicación por el fuego, los asaltos se fraguaron a mayor velocidad. La policía está investigando estos sucesos.

Todas las casas de campo forzadas pertenecen al término municipal de Rasquera, donde fueron desalojados 30 vecinos. En El Perelló, en cambio, según informa la policía local, no se ha detectado ningún robo similar. El incendio, además de a estas dos localidades, también afectó a las poblaciones de Tivenys y Benifallet. Los bomberos lo dieron por extinguido el domingo a las 18.39 horas, pero durante estos días está previsto un dispositivo de revisión específica de la zona afectada, ubicada en las sierras del Cardó y del Boix. Los agentes rurales están investigando las causas de las llamas. El consejero de Interior de la Generalitat, Felip Puig, ya descartó dos hipótesis: “No hay ningún cable de electricidad en la zona, ni tampoco había tormenta; es un sitio accesible”, dijo Puig.

En Rasquera los vecinos están intentando volver a la normalidad, asumiendo los estragos de las llamas, que ya quemaron 5.000 hectáreas de la misma área en 1995. “Aún estamos nerviosos, de duelo. Cuando pasemos este duelo deberemos reflexionar y volver a empezar de nuevo con mucha fuerza”, asegura Pellisa. El pasado fin de semana el alcalde se dedicó a buscar campos para que las cabras blancas, tan típicas de la localidad, puedan comer y pastar con tranquilidad. “El miércoles tenemos reunión con los payeses; en la medida de lo posible intentaremos trasladar los animales lo más cerca posible”, concluye Pellisa.

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