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OPINIÓN

Novagalicia, banco o fiasco

Hace falta que Feijóo se plante en Moncloa y diga que no habrá subasta, que la dueña es la Xunta

La tormenta perfecta desatada por el marianismo para librarse de la inopinada sombra de Rato ha evidenciado la decisiva dimensión política de la crisis del sistema financiero, el gallego incluido. Las cosas que están pasando en bancos y cajas suceden porque se toman decisiones políticas para que ocurran. La crisis ofrece un decorado que unos saben aprovechar para maximizar sus intereses, mientras otros se distraen discutiendo caralladas.

La política resulta tan determinante que incluso un gobierno tan chapucero como el presidido por Mariano Rajoy puede salirse con la suya. Solo nos ha costado convertir en tóxicos activos que no lo eran, crear un escuadrón de bancos malos que nadie sabe cómo redimir y dinamitar la poca credibilidad atesorada aún por el Banco de España. Pero oye, Rato está muerto y de eso se trataba. Tras la sucesión más improvisada y disparatada de filtraciones, contrafiltraciones, decisiones y no decisiones que vieron los tiempos, todo cuanto era solvente hace una semana ha dejado de serlo, todas las sospechas de mercados y especuladores se han visto confirmadas. Bankia cae víctima de su sobreexposición al ladrillo, pero aún más de la sobreexposición al Partido Popular.

La lección que debemos sacar los gallegos se antoja sencilla y clara. En las cajas pasa lo que dicen los Gobiernos. En el caso de los restos de nuestro glorioso sistema financiero con más razón, dado que ha sido nacionalizado casi al cien por cien. Dejemos de pedir el mismo trato que ha recibido Bankia, porque ya lo hemos tenido, mejor y más discreto. Que Novagalicia acabe banco y gallego, o remate en otro fiasco y apátrida, depende de los Gobiernos de Madrid y Santiago. Constituye un problema político y espera una decisión política. Si sale una cosa u otra, lo resuelven Rajoy y Feijóo. No se distraigan, sigan esa bolita.

Sus razones tendrá, pero no parece una gran idea la actual estrategia de la democracia feijoniana: bajar la cabeza como los avestruces y pretender que cuanto acontece en el misterioso mundo de los mercados le resulta ajeno. Sentenciar que es culpa de los especuladores, del ladrillo, de los bien pagados directivos anteriores o actuales, del Banco de España, de Mafo, Zapatero o Almunia, puede servirle para ganar el día, pero no le arreglará la vida. Feijóo debe decidir si quiere acudir a las elecciones como el presidente que inició su mandato con dos cajas y lo concluyó con ninguna. O el presidente que, como diría Mariano Rajoy, hizo lo que tenía que hacer para proveer un instrumento financiero propio que impida que Galicia sea arrojada al hiperespacio de la periferia. Sin crédito autónomo, la secular distancia que ha separado a los gallegos de las decisiones que nos afectan se multiplicará hasta pervertir nuestra lateralidad en pura irrelevancia. Porque eso se juega en el actual proceso de reestructuración financiera: dónde se toman las decisiones y quién.

Que el Novagalicia ya esté nacionalizada supone una enorme ventaja. Basta con pedir y ejercer el derecho a gobernarla. Ese fue el exitoso modelo sueco de gestión de la crisis bancaria. El Estado se hace con el control del capital, garantiza los depósitos, limpia los balances, vende los activos tóxicos, profesionaliza la gestión para quedarse, hace pagar su parte de los costes a los accionistas y finalmente genera beneficios. Solo hace falta tener un gobierno dispuesto a hacerlo. Solo requiere un liderazgo que se plante en Moncloa y diga que no habrá subasta porque el banco gallego ya tiene propietario, se llama Xunta de Galicia.

La otra opción pasa por movilizar capital privado que acuda a la subasta del banco. Pero ya sabemos cómo se las gastan los capitalistas gallegos. Solo se envuelven en la bandera gallega cuando van a pedir dinero a la Xunta. Cuando se trata de ponerlo, siempre son ciudadanos del mundo. Ponerlos en fila y llamarlos al orden es algo que Feijóo podría perfectamente plantearse. Solo hay que estar dispuesto a pagar el coste y poseer liderazgo para hacerlo. Tampoco es tan difícil. Fue Voltaire quien descubrió que quien cree que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero.

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@antonlosada

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