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El juez cree que hubo otro implicado en la desaparición de Ruth y José

Las cámaras muestran la llegada de Bretón a Las Quemadas con otro hombre

En la desaparición de los niños Ruth y José, que mantiene en jaque a la policía desde el 8 de octubre, podría estar implicada una tercera persona, además del padre de los hermanos, José Bretón, actualmente en prisión preventiva. El juez instructor del caso, José Luis Rodríguez Laínz, apunta esta hipótesis en el auto por el que ordena el procesamiento del progenitor.

El magistrado basa esta posibilidad en las imágenes captadas por una cámara de seguridad emplazada junto a la finca que la familia de Bretón tiene en la urbanización de Las Quemadas, a las afueras de Córdoba. El padre afirmó que en las horas previas a que sus hijos se perdiesen, estuvo allí con ellos. La finca, sus dos inmuebles y todo su entorno ha sido registrada exhaustivamente por la policía en busca de pistas que diesen con los dos hermanos, de seis y dos años. Nunca se encontró nada.

Un recorrido de pistas falsas

José Bretón ha sido sometido a varios estudios psicológicos para descartarle una enfermedad mental. No tiene ninguna patología y aunque sea frío, distante, manipulador, egocéntrico y nada empático, goza de un gran inteligencia. Todos estos rasgos de la personalidad encajan con uno de los pasajes más inquietantes del auto de procesamiento que ha dictado el juez José Luis Rodríguez Laínz por la desaparición de sus hijos.

Según el instructor, Bretón sembró de pistas falsas los distintos escenarios de la investigación para desviar la atención de los agentes y así ganar tiempo. También lo pudo hacer, apunta el juez, “como forma de dejar muestra de su valía y capacidad de dominar en todo momento la situación (como si de una demostración de audacia y dominio se tratara)”.

Desde el primer momento, Bretón dosificó lo que decía y lo que no. Retuvo la información de que había estado en la parcela de Las Quemadillas. De hecho, el juez estima que centró intencionadamente el foco de la investigación allí, realizando previamente unas obras en el inmueble y prendiendo una hoguera en la que quemó restos de roedores y algunos enseres de su esposa, Ruth Ortiz. Ella acababa de pedirle el divorcio y el juez considera la venganza como móvil de la desaparición de los niños.

El magistrado cree que Bretón habría podido dejar de forma ostentosa y visible una sábana y una huella de calzado, similares a otras encontradas en su vehículo, en la orilla del Guadalquivir. Justo en un lugar cercano a la finca pero de muy difícil acceso. “Pudo hacerlo el 7 de octubre”, precisa el juez. De forma igualmente ostentosa, Bretón dejó que una cámara de seguridad le grabase tirando dos bolsas de basura en un contenedor lejano a la parcela, lo que obligó a variar de nuevo la investigación.

La compra de pastillas relajantes Orfidal y Motiván también se hizo por las mismas fechas. La posibilidad de que las hubiese usado con sus hijos estaba clara para los investigadores. Las medicinas nunca se encontraron, pero el juez cree que se desprendió de ellas cuando tiró la basura. Para terminar, la policía halló en su funda de móvil el número de cuenta de una agencia de viajes cordobesa "como si pretendiera dejar en manos de la policía una pista sobre un posible intento del encartado de huir".

La mañana del 8 de octubre, horas antes de que, según su versión, Bretón estuviese con sus hijos en Las Quemadillas, un coche Kia Picanto, idéntico al que posee la hermana del acusado, se estacionó frente a la finca familiar. Del vehículo se apeó un conductor “con el mismo tipo de ropa que José Bretón, incluso con una especie de bolsa como la que llevaba ese día”, describe el juez. Y sin que se le vea claramente “pero por elementales reglas de la óptica (...) una segunda persona sale del asiento del copiloto”.

El auto destaca que “ese tercero sale del coche con José y no se dirige con éste a la parcela, sino que permanecen un rato juntos, y desaparece posteriormente del campo de visión de la cámara, sin volver posteriormente al coche. Realmente, es como si le hubiese llevado allí”.

“La presencia e intervención de un tercero facilitaría completamente la explicación de cómo es posible que José hubiera conseguido borrar del mapa a sus dos hijos sin dar pistas ni señal alguna de ellos”, sostiene el juez Rodríguez Laínz. Sin embargo, la investigación no ha permitido dar con nadie que encajase con el perfil de alguien dispuesto a hacer “un favor tan grande a Bretón”.

El magistrado subraya que no puede ni confirmarse ni descartarse la hipótesis de que, “al urdir su plan”, Bretón hubiese contactado en persona con un desconocido “que bien por amistad, o más bien por dinero” se ofreciera a estar con él en la parcela. Esta tercera persona, apunta el juez, pudo “realizar el trasvase de los dos menores a otro vehículo en el que se llevaría a los niños a cualquier ignoto o inimaginable lugar”.

Rodríguez Lainz reconoce en su escrito que “la razón por la que José va por la mañana a la parcela, al igual de la visita por la tarde del día anterior” sigue siendo “uno de los grandes enigmas de la investigación”. Los tres interrogatorios al procesado, las horas de preguntas a sus padres y hermanos y el rastreo de las llamadas de su teléfono móvil no han arrojado luz.

Pese a la contundencia de las imágenes de la cámara de seguridad, tanto Bretón como su entorno familiar niegan este episodio de Las Quemadas. No es el único supuesto renuncio en el que el juez ha cazado a los familiares. Uno destaca por encima de todos: la conversación que Bretón mantiene con su madre la misma tarde en que desaparecen los niños. La conversación aparece en el registro de llamadas pero ambos la niegan. “En ella tuvieron que decirse cosas tan graves, que le hicieron decir a la madre (...) en su primera declaración policial, que pensaba que su hijo habría hecho desaparecer a los niños, no pudiendo precisar si les había hecho algo malo o se los había dado a otra persona para que los tenga escondidos”, recoge el magistrado en el auto de procesamiento del principal sospechoso.

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