Abran paso
Compatriotas, hagámonos a la idea: ya nada va a ser gratis (que nunca lo fue) ni nada va a ser igual (que tampoco)
Compatriotas, hagámonos a la idea: ya nada va a ser gratis (que nunca lo fue) ni nada va a ser igual (que tampoco). El Concello de Vilagarcía (Villa para los amigos) decide en un pleno prohibir reuniones en las aceras de la localidad con el fin de permitir el paso a personas discapacitadas o que lleven carritos con niños o que vayan haciendo juegos malabares con un palito y un plato girando encima. Se trata de facilitar el paso al transeúnte y que este no tenga que pisar la calzada para sortear el obstáculo humano. Es de sentido común, dicen. Y por supuesto que lo es, pero a un servidor le cuesta recordar una situación de corrillo callejero que no dejase pasar inmediatamente a la primera silla de ruedas que se acercase. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
¡Pase usted, por favor! ¿Le echamos una mano? ¿Necesita algo? Le acompañamos si hace falta… ¡Faltaría más!
Pues va a ser que no. En Vilagarcía, al parecer y según sus regidores municipales, la gente se apiña compulsivamente en las aceras y patea al primer minusválido que les pide paso. Esta percepción, quizá pelín distorsionada, del carácter insolidario de sus conciudadanos (ellos creen que son súbditos) lleva a los munícipes a regular el tránsito de peatones a golpe de ordenanza y colleja de talonario de multas. Como Rajoy, se ven obligados a tomar medidas para recortar los niveles más bajos de los acontecimientos espontáneos que acontecen en la vía pública. Porque esta costumbre de hablar en la calle es cosa de viejunos. La chiquillada tiene otras aficiones. Pero también va a ser que no van a poder acceder a ellas. La nueva ordenanza municipal dice literalmente: "Non se permite aos peóns correr, saltar ou circular de forma que moleste aos demais usuarios" (sic). Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia lo hubiera tenido muy crudo. Y eso que no iba por ahí tocando las narices con un skateboard…
Todo lo anterior concierne a una villa pontevedresa de rancio abolengo y ceñudos regidores, pero es extrapolable. De alguna manera, vamos aboliendo derechos impepinables e imponiendo obligaciones absurdas. Reunirse o discutir en la calle empieza a ser un peligro para la estabilidad general y la seguridad pública. ¡Qué mejor que utilizar a los minusválidos que también, se supone, tienen su derecho a reunirse en la las aceras para prohibir el corrillo conspirador! El doctor Enrique Varela publicaba hace poco un informe en el que apuntaba una posibilidad apocalíptica: la juventud que no juega en la calle acaba jugando con fuego, o sea, fumando en la cama o tirando cócteles Molotov por el mundo adelante (Semanario Ecuménico de la Universidad de Pernambuco, diciembre de 2011). El argumento es discutible, por supuesto, pero no bajemos la guardia al respecto. El Concello de Vilagarcía es la vanguardia; detrás vendrán los tanques que Goldman Sachs y Standard & Poor's pagarán para impedir las reuniones en el bar de la esquina y el corro de la patata. A partir de ahí, ser alcalde afable, presidente del gobierno cabal o rey campechano significará muy poco: aquí, como en el metro de Bilbao, todo el mundo sentadito y callao. Limpiaremos las calles de Vilagarcía de gente. A zambombazos si hace falta.
Pero llegará el día en el que todos saldremos a la calle como salió en su momento Teófilo Garrido, el personaje de la canción de Albert Pla, que lo hizo "esperando que ocurriera esa cosita que jamás soñó que ocurriría". Uno ya no tiene edad para pegar brincos con su monopatín ni tampoco tiene aún la edad de jugar al dominó; pero, mire usted por dónde, el efecto dominó de la nacionalización argentina de YPF ya llega a Bolivia. Aquí nos toca abrir un debate de altos vuelos para nacionalizar Galicia, anchear las aceras, bailar bajo la lluvia y abrir paso.
Usted primero…
No, por favor, después de usted…
Gracias, muy amable. Pero… ¡cuidado! ¡Detrás de usted! ¡Un monopatín!
Perdone, pero eso es irrelevante. Veo en lontananza a un concelleiro que nos viene a multar por estar obstruyendo la vía pública y andar aquí de cháchara.
¡Glubs! Pues yo me abro…
@JulianSiniestro
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